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Informes Grandes Incendios Serranía Cuenca

Ecologistas en Acción hace público un informe con un análisis y propuestas para la mejora en la defensa contra incendios forestales y para la restauración de zonas incendiadas, tras los grandes fuegos acaecidos en la Serranía de Cuenca en este verano. El informe ha sido trasladado para su consideración al Director General de Política Forestal de la JCCM y al Director del Parque Natural de la Serranía de Cuenca.

El informe recoge en primer lugar una evaluación sobre la extensión y zonas afectadas, los efectos ambientales y socioeconómicos, así como las causas naturales y artificiales de los dos grandes incendios forestales habidos en la Serranía. Realiza también un análisis de las causas estructurales y propone toda una serie de medidas para la restauración y otras más a largo plazo, que suponen cambios importantes en la gestión forestal de los montes de la Serranía de Cuenca con la finalidad de conseguir masas forestales diversas y que sean menos susceptibles de arder.

Los dos incendios de la Serranía de Cuenca se declararon el 21 de julio de 2009. El de Poyatos se extendió a una superficie quemada de 1.800 ha, 597 pertenecen al Parque Natural de la Serranía de Cuenca, afectando tanto a montes públicos como privados. El de Majadas ha supuesto 1.780 hectáreas, todas ellas dentro del Parque Natural y afectando únicamente a montes públicos. En ambos incendios las masas eran fundamentalmente pinares de pino laricio (Pinus nigra) y, en menor medida, pino silvestre (Pinus sylvestris). En la zona de Poyatos también se vieron afectados quejigos mezclados en el pinar.

En el informe se critica que las primeras reuniones de la Administración Regional, fueron realizadas con los maderistas, organizándose rápidamente la retirada y venta de la madera quemada. Sólo a posteriori se dio información sobre el incendio a la Junta Rectora del Parque Natural de la Serranía de Cuenca (el 11 de septiembre).

El informe presta especial atención a los aspectos estructurales que inciden en que el monte sea más propenso a incendiarse, aportando un diagnóstico de la situación actual. Esto, sobre todo, tiene que ver con el modelo de gestión. Las masas forestales de la serranía de Cuenca, han estado sometidas a unos planes de ordenación con el objetivo prioritario (y casi exclusivo) de producir madera. Este objetivo ha marcado de forma sustancial su estructura. Una, o como mucho dos especies de pinos, gran uniformidad de las masas en cuanto a tamaños de los árboles, inexistencia de sotobosque y de árboles viejos, etc.

En definitiva, gran parte de los montes de la Serranía son más un cultivo forestal que un auténtico bosque, con lo que ello entraña de riesgo de propagación de incendio, al no existir las discontinuidades y estructura en mosaico de un bosque maduro. A esto unimos que las especies preponderantes son los pinos que arden mejor que las frondosas (encinas o quejigos, por ejemplo) o que otras especies (sabinas o enebros).

Un aspecto a reseñar es el de las pistas forestales presentes en la Serranía, por un lado, pueden facilitar el ataque a un incendio y, a último su extinción; pero por otro, permiten el acceso de incendiarios, la frecuentación de turistas con vehículos a motor y la incursión de actividades en las zonas más vulnerables y frágiles. En definitiva una red excesiva, sin vigilancia ni control de acceso y mal planificada de pistas, supone un aumento evidente del riesgo de incendios.

También, se debe replantear la restauración de las zonas afectadas por incendios. Tradicionalmente la restauración tras los incendios se ha realizado de forma muy agresiva, utilizando maquinaria pesada, retirando rápidamente la madera y comenzando a reforestar de forma inmediata.

Sin embargo, está comprobado, que el riesgo de plagas es relativo, por cuanto las plagas que pueden afectar a la madera quemada no lo hacen con la madera viva, y viceversa. Y que el daño por erosión del suelo posterior al incendio que se puede inducir en el monte aumenta mucho si se introduce maquinaria pesada o se limpia en exceso la zona afectada, condicionando negativamente la regeneración.

Además los objetivos para la restauración, no deben ser los de volver a un cultivo forestal Todos estos aspectos están adecuadamente recogidos en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Serranía de Cuenca, documento básico que debe guiar las actuaciones de restauración y que se debería concretar en el Plan Rector de Uso y Gestión, pendiente de elaborar.

Para terminar, Ecologistas en Acción plasma en el informe una serie de propuestas concretas. De entre ellas cabe destacar:
- El incremento agentes medioambientales.
- Evitar ofrecer la imagen de que con los incendios se puede hacer negocio.
- Favorecer la biodiversidad vegetal en las grandes masas de pinar.
- Cierre al tráfico rodado (con excepciones) de las pistas que transitan por zonas de más riesgo y de mayor valor ambiental. Control del resto y no aumentar más la red de pistas.
- Apoyo a la ganadería extensiva tradicional de la serranía y a la trashumancia.
- Aplicar criterios ambientales en la restauración de las áreas incendiadas facilitando prioritariamente la regeneración natural.
- En determinados casos no retirar la madera quemada, de manera que no quede el suelo desprotegido y se favorezca la regeneración natural.
- Establecer un precio justo por la venta de la madera quemada y asegurar que la venta y las plusvalías que genera esa venta revierten en la recuperación de la zona quemada.