Los efectos del cambio climático presentan un escenario sombrío para lugares con mucha población humana, ecosistemas esenciales y sectores económicos importantes, como son los del litoral.

Pablo Cotarelo, Coordinador de la Campaña Impactos del Cambio Climático en el Litoral. El Ecologista nº 57

La zona costera constituye la interfase entre la atmósfera, la hidrosfera y la litosfera, lo que la hace especialmente dinámica, y también sensible a los cambios climáticos. El carácter de interfase confiere a la franja litoral una gran diversidad de ambientes y recursos, y la convierte en un área especialmente atractiva para los asentamientos humanos. Estos asentamientos funcionan como lugar de residencia y como lugares donde llevar a cabo una gran variedad de actividades productivas.

Los principales problemas del cambio climático, que afectan a las condiciones físicas en estas zonas, se relacionan con potenciales cambios en la frecuencia y/o intensidad de las tormentas, así como con el ascenso del nivel medio del mar, que las previsiones de los científicos sitúan en medio metro para finales del presente siglo [1]. Estos dos efectos se unen a aquellos relacionados con los ecosistemas que se encuentran en el litoral, como humedales o deltas y con la flora y fauna marinas.

Los efectos del cambio climático que modifican las condiciones físicas de la costa probablemente sean los que más llaman la atención del público. La explicación a este hecho respondería a un cúmulo de circunstancias; a la gran cantidad de personas que viven en el litoral habría que añadir la representación positiva que la sociedad tiene de estas zonas por diferentes motivos, y la gran variedad de tipos y usos de las mismas. Las áreas del litoral más vulnerables incluirían las zonas deltaicas, las playas y costas bajas, los estuarios, y los acantilados blandos. Entre ellas, son las playas y las costas bajas los lugares donde son y serán más percibidos los efectos del cambio climático.

Vulnerabilidad: playas y costas bajas

Se denominan “zonas vulnerables” a aquellos lugares que pueden experimentar algún daño como consecuencia directa o indirecta del cambio climático, normalmente por estar sujetas a algún riesgo, entendiendo por riesgo las pérdidas totales esperables. En realidad lo que interesa es estimar el riesgo en las zonas vulnerables, que depende evidentemente de los procesos que actúen en cada lugar y de su intensidad.

Por otra parte, existe cierta variedad en los valores y las funciones de las playas de nuestro litoral, debido tanto a su naturaleza como a su ubicación. Aunque las especies de seres vivos que contienen no son especialmente ricas, sí que son muy específicas de estas zonas. Por su diversidad, escasez y presencia de endemismos son notables las comunidades de los campos de dunas asociados a algunas playas. Es bien conocida, asimismo, su importancia como base para el desarrollo de actividades ligadas al sector del turismo y el ocio.

¿Cuál es su futuro? Una subida del nivel del mar provocará un retroceso erosivo de las playas con una reducción de la superficie útil total o un desplazamiento de las mismas. El retroceso dependerá de las características específicas de cada playa. De manera general, los científicos asumen que por cada centímetro de subida en vertical del nivel del mar, el avance erosivo del mar es de un metro en horizontal (Regla de Bruun).

En los últimos dos años se ha realizado un intento por sistematizar los estudios sobre los efectos del cambio climático en el litoral del Estado español. Fruto de estos estudios son, entre otras, las siguientes conclusiones. Una previsión del aumento
de la cota de inundación para todo el
litoral en 2050, destacando los 35 cm de
las costas Gallega y Canaria y los 20 cm
de la Mediterránea. Fuertes retrocesos
de la costa debidos a la variación de la
dirección del oleaje, destacando los 50 m
de retroceso de la costa Noreste, el Sur de
Baleares y el archipiélago Canario.

Ahora bien, anteriormente a estos
estudios ya se habían realizado otros que
particularizaban para las costas más extensas,
llegando a los siguientes resultados:

Playas de País Vasco y Cantabria

Aplicando la regla de Bruun para la subida del nivel del mar más probable a finales del presente siglo, es decir, 50 cm, se produciría la desaparición de una muy significativa longitud de playas en el País Vasco y Cantabria (Tabla 1). Esta desaparición afectaría fundamentalmente a playas confinadas con anchura y pendiente reducidas; las playas confinadas anchas (de más de 50 o 100 m) verían mermada su extensión sin llegar a desaparecer. No obstante, esta estimación no tiene en cuenta una posible aportación de arena, tanto natural como artificial. Si se produce entrada de sedimento por el aporte natural de los ríos, o si este aporte de sedimentos se realiza de forma artificial, las pérdidas de superficie de playa pueden ser inferiores.

A pesar de todo, estimar los efectos del cambio climático basándose únicamente en la variación del nivel del mar supone una simplificación, ya que no incluye los efectos derivados de las variaciones en la altura y dirección del oleaje.

De El Ecologista nº 57

Tabla 1: Probables efectos de dos escenarios de subida del nivel del mar sobre las playas de País Vasco y Cantabria. Fuente: [1]

En playas no confinadas, especialmente flechas y cordones de arena asociados a campos de dunas, es de esperar que la pérdida de superficie sea mucho más reducida o incluso nula, aunque se reduzcan los campos de dunas adyacentes.

Playas del Mediterráneo

La franja arenosa que constituía la frontera tierra-mar natural en estas costas bajas ha ido despareciendo progresivamente en las últimas décadas debido principalmente a la alteración del balance sedimentario en la zona costera, cuyo resultado es la disminución alarmante en las entradas de sedimento y, como consecuencia, el retroceso de la línea de costa y la pérdida de playas.

Otro problema añadido a los efectos específicos del cambio climático es la pérdida de calidad ambiental de las aguas, que daña las praderas de Posidonia y otros ecosistemas costeros, y cuya pérdida acabará repercutiendo en el balance climático.

¿Cómo influye la intervención humana? La construcción de embalses, regulación fluvial y construcción de estructuras costeras y portuarias ha provocado la disminución progresiva de los aportes de sedimentos a la costa. Ello ha desencadenado la erosión y el retroceso de la línea de costa. Además, la ocupación masiva de la parte más alta de la playa impide su recuperación tras las tormentas altamente erosivas, que tienen lugar principalmente en invierno.

La ocupación de la tras-playa y las cadenas de dunas posterior a la urbanización masiva del litoral mediterráneo, no sólo ha consumido buena parte de la reserva natural de arena de las playas, sino que también ha alterado la dinámica del viento creando auténticos pasillos entre los edificios de mayor altura por donde se canaliza, aumentando de esta forma la erosión del mismo en determinadas zonas de la playa.

La construcción de estructuras portuarias y costeras ha limitado la capacidad de recuperación natural de las playas tras tormentas e inundaciones, al atrapar los sedimentos en zonas demasiado interiores. Así, por ejemplo:

  • Maresme (Barcelona): un buen ejemplo de lo comentado es la costa barcelonesa del Maresme, formada por un complejo de núcleos urbanos y limitada por un ferrocarril y una carretera que discurren a pocos metros del mar, muchas veces separados de él sólo por una escollera longitudinal.
  • Guardamar de Segura y Torrevieja en Alicante, y La Manga del Mar Menor en Murcia: la gran ocupación urbanística de la franja costera, particularmente la de los cordones arenosos parcialmente consolidados de las costas bajas, ocasiona un aumento del hundimiento del terreno debido a la sobrecarga. En La Manga se da, de manera especialmente intensa, la pérdida de calidad ambiental de las aguas que daña las praderas de Posidonia y otros ecosistemas costeros.
  • Costas bajas de Málaga, y sobre todo Almería: aquí los problemas vienen de la ocupación de las llanuras aluviales costeras naturales por cultivos de invernadero. Esta ocupación conlleva la pérdida de los suelos naturales y la sobre-explotación de los acuíferos, que desencadena su salinización.
  • Golfo de Cádiz: al ser un lugar donde existen muchas estructuras portuarias y costeras se agudiza la erosión de los acantilados blandos en beneficio de algunas playas, tales como las del oeste de los estuarios de los ríos Guadiana y Odiel-Tinto.

A modo de conclusión, es bastante probable que los cambios en los lugares costeros que se han comentado por su carácter emblemático llamen más la atención del gran público que otros impactos del cambio climático. Sin embargo, el fenómeno es el mismo y no entiende de emblemas para extender sus efectos. La necesidad de actuar para evitar sus causas últimas es urgente [2] y, como toda cuestión de supervivencia, no se puede obviar.

Notas y referencias

1. UCLM, MMA (2005), Evaluación preliminar de los impactos en España por efecto del cambio climático., Zonas costeras

2. Cristina Rois, “¿Porqué 2 grados?” El Ecologista nº 54, otoño 2007.