Este científico y humanista francés, profesor de la universidad de París y director del Instituto de Ecología Fundamental y Aplicada de la Escuela Superior, ha ganado con su libro El Elefante en la Cacharrería, el I Premio al libro de Medio Ambiente de la Fundación Veolia.

En El Elefante en la Cacharrería, Barbault propone un aprendizaje profundo sobre las estrategias que los diferentes organismos que componen la biodiversidad han desarrollado a lo largo de la historia para sobrevivir. Subraya la importancia y preeminencia de los procesos de cooperación y complementariedad, como referencias a emular por las sociedades humanas. Un formidable libro que apunta caminos consonantes con la biomímesis.

Entrevista: José Vicente Barcia

¿Cómo describiría sus vínculos con el Planeta y las otras especies que lo pueblan? Surgieron en la infancia, en los campos de Borgoña, entre sus bosques, lagunas y senderos. Observando a una culebra verde y amarilla, sorprendiendo al cuco saqueando los nidos o capturando renacuajos y caracoles. Si a lo anterior le añadimos una naturaleza soñadora e inclinada hacia horizontes lejanos como el África Negra o la India de Kipling, el resultado es una formación en ecología y una tesis sobre las poblaciones de anfibios y lagartos de las sabanas del País Baoulé, en Costa de Marfil. Así fue como se desarrollaron mis raíces y apertura hacia el planeta Tierra y sus problemas.

Crisis ambiental, crisis económica, pandemias… ¿hemos agotado la capacidad homeostática de la Tierra? La capacidad homeostática de la Tierra todavía no ha dicho la última palabra. La Tierra ha conocido otras crisis y catástrofes de formidable gravedad. La cuestión es saber si los nuevos equilibrios que el Planeta alcanzará tras está crisis serán favorables para nuestra especie.

¿Cuáles han sido las causas que han llevado al ser humano a alejarse, en su forma de construir procesos, del resto de las especies? Ésa es la clave del problema, el desenraizamiento de la especie humana, convirtiéndose en extranjera para la Naturaleza y renegando de sus propios orígenes. ¿Es el efecto de lo que denominamos civilización occidental, que no incluye a las poblaciones africanas o amerindias que todavía viven en el corazón de las selvas tropicales con sus bosques? Lo cierto es que la revolución agrícola, primero, y la industrial, la científica y la tecnológica, después, son la base del éxito actual del Homo sapiens. Estas revoluciones nos han convertido en auténticas ratas de ciudad.

¿No reside en el propio pensamiento ilustrado de la Modernidad un impulso antropocéntrico que legitima el control, el dominio o la sustitución de la naturaleza? Sí, ciertamente. Y la deificación de la ciencia triunfante y de la técnica, que lo resuelve todo, ha conferido a esta deriva antropocéntrica un carácter casi suicida.

¿Cómo cree que afectará el actual contexto de extinciones a nuestra propia especie? La crisis de extinción actual, afecta a nuestra especie a través de la pérdida o la degradación de bienes y servicios ecológicos que garantiza la propia biodiversidad: producción de alimentos y moléculas de interés médico, polinización de plantas, fertilidad de suelos, purificación del agua, regulación de especies invasoras, etc. La que está amenazada es la calidad de vida de nuestros hijos y nietos, no nuestra supervivencia como especie. Y, consecuentemente, lo que está en juego es nuestro estatus de seres humanos, pese a nuestra pretensión de ser una especie por encima de otras, capaz de razonar y portadora de civilización. Nos hemos colocado ante un callejón de difícil salida. El Homo sapiens está amenazado por su avidez, causa de la destrucción de las condiciones de vida de nuestros semejantes y obstáculo a un desarrollo verdaderamente humano. ¿Dónde está el sapiens, el sabio, en todo esto?

¿Qué relación establece entre la globalización económica y la pérdida de biodiversidad? La barbarie del sistema económico y financiero mundial está en el origen del desorden crítico de la biosfera, del que la pérdida acelerada de la biodiversidad es el síntoma. Resulta del todo insostenible un sistema que fue construido como si la biosfera y el planeta no tuviesen límites. Lo que funcionaba cuando éramos varios millones de cazadores-recolectores, o varios cientos de millones de agricultores y ganadores respetuosos de la naturaleza, no se sostiene cuando en el horizontes de 2050 seremos miles de millones de personas, incitados a un consumo compulsivo que sólo beneficia al gobierno mundial del dinero.

¿Qué de rescatable, si lo hubiese, tiene nuestro actual modelo socioeconómico? (responde con ironía) No tengo suficiente competencia económica para responder a esta cuestión.

¿Cuál es su valoración sobre el grado de cumplimiento del objetivo fijado para 2010 por la Unión Europea para detener la pérdida de la biodiversidad? El balance que se haga en 2010, si es que disponemos de un seguimiento de la biodiversidad que permita tal evaluación, será que la extinción continua, incluso en el caso de que se haya ralentizado en los países desarrollados gracias a la fuerte movilización de las asociaciones, las ONG y algunas iniciativas gubernamentales o de la Unión Europea.

¿Cuáles son las grandes lecciones que podríamos extraer de los procesos y estrategias de la naturaleza en este cambio época? En primer lugar hay que decir que, para perdurar en un mundo cambiante, ese viejo deseo y necesidad de desarrollo sostenible ya comenzó con las primeras bacterias, es imprescindible adaptarse a los cambios y, en consecuencia, aprender a cambiar. En segundo lugar hay que subrayar que la única estrategia eficaz de adaptación a largo plazo, tanto a cambios previsibles como imprevisibles, es la diversidad. Por esa razón, la vida perdura desde hace aproximadamente cuatro mil millones de años. Por eso, el tejido vivo planetario es tan diverso: decenas de millones de especies diferentes y ricas en diversidad genética vital. ¿Otras lecciones importantes? Que cada especie es una colección de invenciones, heredadas de sus ancestros o afinados por ella en el curso de su larga existencia, enfrentándose a los mismos problemas que nosotros: encontrar alimentos, evitar ser devorado o matado, reproducirse. Y en consecuencia es una mina de soluciones para resolver nuestros propios problemas de adaptación a un mundo cambiante y difícil.

En la era de la sacralización de valores como la competitividad, ¿considera que la cooperación es una estrategia necesaria para la supervivencia, más allá del utopismo propio de los movimientos sociales? La competitividad, efectivamente, está en el corazón de la dinámica de lo vivo, es un motor de diversificación. Sin embargo, al tener únicamente en cuenta este aspecto de la vida, nuestra sociedad moderna ha olvidado la otra mitad del mensaje de la biodiversidad, a saber: que para que sus logros perduren, y particularmente en lo concerniente al Homo sapiens, especie social dónde las haya, es preciso cooperar. De hecho, la evolución de lo vivo, de su complejidad, ha sido posible gracias a una especie de revoluciones, o “transiciones mayores”, como las denominan grandes evolucionistas, como el británico John Maynard Smith y el húngaro Eors Szathamary, cuyo mecanismo ha sido un proceso de cooperación, de asociación duradera entre entes vivos anteriormente independientes. Así se hizo posible la célula eucariota que está en la base de los organismos multicelulares que conocemos hoy en día. La cooperación y ayuda mutua entre individuos de la misma especie permitió la emergencia de las sociedades. ¿Creen que el primate Homo sapiens habría sobrevivido si no hubiese sido social? ¿Habría invadido tan bien –o mal– el mundo sin el desarrollo de la ganadería y la domesticación de varias decenas de especies de plantas, como el trigo, arroz, maíz, patatas, etc.? Este proceso de domesticación no es más que una cooperación duradera entre nuestra especie y algunas otras.

¿Cuáles son las claves para crear una cultura del cuidado que permita al ser humano reconciliarse con la naturaleza? La primera clave o condición es reconocer nuestra pertenencia a la biodiversidad, asumiendo que ésta es nuestra familia. Y paralelamente, admirar los prodigios de que son capaces todas las especies, no solo los elefantes, los pandas y los tigres de Bengala, sino también las hormigas, las mariposas, las lombrices y otros gusanos que reposan sobre la tierra que nos rodea. En resumen, sentirse orgullosos de la naturaleza, felices de pertenecerle… e inquietos y responsables del futuro de nuestros hijos, que depende de ella. Además de reconciliarnos con la naturaleza, lo que necesitamos es reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra propia naturaleza.

¿Qué opinión le merece el trabajo de diferentes economistas ecológicos que están enarbolando la bandera del decrecimiento como modo de posibilitar un futuro más sostenible? Creo que hay que tener la valentía de cuestionar el concepto de desarrollo y permitirse explorar las vías del decrecimiento del sobre-consumo, aunque sea un tema tabú. Entrar en la era del desarrollo humano sostenible es cambiar el desarrollo, puesto que no es sostenible.

¿Cuál es el papel que los movimientos sociales deben jugar en este tiempo de crisis estructural? ¡Libertad, igualdad, fraternidad! Conseguir que éstos sean un objetivo serio, compartido: eso es lo que pueden promover los movimientos sociales en estos tiempos de crisis estructural.