SALVAR LA BIODIVERSIDAD Y UN FUTURO HABITABLE PARA LA HUMANIDAD EN LA TIERRA

INTRODUCCIÓN

La humanidad vive cambios sin precedentes y cada vez más acelerados. En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más que en ningún otro período de tiempo comparable de la historia humana. Sin embargo todas las personas dependemos de la naturaleza y de los servicios de los ecosistemas para poder llevar una vida digna, saludable y segura. Además, sólo ahora se están poniendo de manifiesto los verdaderos costes asociados con los supuestos beneficios de esta transformación a favor de una minoría de la población mundial.

Al acelerado ritmo de destrucción de la biodiversidad y la degradación de los servicios ecosistémicos, hay que añadir que el cambio climático avanza sin que las actuaciones del poder económico y los gobiernos desemboquen en una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero; se ha puesto en peligro la producción de alimentos; los recursos se agotan, con especial mención a los combustibles fósiles, de los que depende ahora mismo el sistema económico global; el acceso al agua cada vez se complica más; y además, la crisis ambiental se da en unas circunstancias de desigualdad social cada vez más agudizada. La crisis es, por tanto, ecológica, pero también política, económica, cultural y social. La crisis ambiental es una crisis moral de instituciones políticas, de aparatos jurídicos, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental en conflicto con la trama de la vida.

Los tímidos y escasos avances en la concienciación ambiental y en las políticas puestas en práctica no guardan relación con la gravedad del problema que tenemos delante. Seguimos sin afrontar el elemento central de la crítica ecologista desde hace varias décadas: el conflicto básico entre, por un lado, un planeta Tierra con recursos limitados y finitos y, por otro, un capitalismo globalizado, basado en la necesidad de crecimiento y acumulación constantes, que produce un consumo energético al alza, y se ancla en la idea de crecimiento “sin fin”.

Los recursos que los seres humanos utilizamos cada año como fuentes de materiales y energía y como sumideros de residuos superan hace tiempo la producción anual de la Tierra. Los cálculos de huella ecológica muestran que hemos rebasado los límites que el planeta impone y lo hemos hecho a costa de las generaciones del futuro y de las injustas desigualdades sociales en el presente, violando sistemáticamente los derechos humanos de la mayoría en el mundo.

El crecimiento económico, basado en un uso creciente de recursos y en una ingente generación de residuos, tal y como decíamos hace diez años, continúa siendo un problema en un mundo finito y no un indicador de progreso. Después de algunas décadas de derroche frenético, los efectos son palpables para todo el mundo: desorden climático, guerras por el petróleo, conflictos por el agua, miles de millones de personas empobrecidas y abocadas a emigrar, extinción masiva de especies, amenazando aún más nuestro propio bienestar, creciente dificultad de acceso a los alimentos que afecta en mayor medida a las personas más empobrecidas, ciudades contaminadas, desempleo y precariedad que aumentan por la crisis financiera mundial, estrés, ansiedad…

Para Ecologistas en Acción resulta evidente el hecho de que la sociedad de crecimiento ha superado sus límites. Este modelo, no es deseable desde un punto de vista ambiental y social, ya que se encuentra construida sobre la miseria de la mayor parte de los seres humanos y sobre el deterioro del entorno del que dependemos. Decrecer en el gasto global de energía y materiales, así como en la generación de residuos no es simplemente una opción, es una necesidad que impone un planeta con recursos limitados. Obviamente, quien puede decrecer es quien gasta de forma mayoritaria los recursos y genera los residuos, es decir, los países más enriquecidos.

En los países “desarrollados”, es necesario apostar por un nuevo modelo productivo que prime el empleo de calidad, el respeto por el medio natural, la justicia social y la máxima proximidad entre producción y consumo, recuperando redes locales, en lo que llamamos transición justa.

RECOMENDACIONES GENERALES

Ecologistas en Acción hace un llamamiento a las Partes negociadoras en la 10ª Conferencia del Convenio de la Biodiversidad a asumir su responsabilidad histórica ante el conjunto de la humanidad. Lo que está en juego no es un acuerdo más, sino la que podría ser una de las últimas grandes oportunidades para empezar a reconducir una crisis ambiental que amenaza con acabar con las condiciones de habitabilidad de la Tierra para nuestra especie. La ciencia nos avisa que podríamos estar cerca de superar ciertos puntos de inflexión, puntos de no-retorno a partir de los cuales sería imposible un adecuado estado de conservación de la biodiversidad.

Después de una larga semana de negociaciones, a día de hoy aun hay muchos flancos abiertos, y no es seguro un acuerdo global en esta cumbre de Nagoya. Es por ello que desde la sociedad civil, de la que formamos parte, nos dirigimos a las delegaciones negociadoras y les RECORDAMOS que:

La pérdida de Biodiversidad y el Cambio Climático son dos de los problemas más graves de la actual crisis ecológica. Hay que abordar seriamente las causas subyacentes de ello.

Es necesario acordar un límite absoluto al consumo de energía y materias primas a escala global, con reducciones drásticas en los países “enriquecidos” para permitir a los países desarrollados alcanzar mayores niveles de bienestar.

Para detener la pérdida de biodiversidad es imprescindible que no sea el mercado quien marque las reglas. Deben impulsarse realmente pautas alternativas de producción y consumo basadas en la reducción drástica del consumo de material y energía, así como en la economía de proximidad: lo que se pueda producir y consumir cerca, mejor que lejos.

Conservar la Biodiversidad y detener el cambio climático tienen relación directa con la lucha contra la pobreza: son requisitos imprescindibles. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM-MDG) deben cumplirse.

Debe evitarse que toda referencia al valor de la biodiversidad se restrinja al valor monetario, especificándose siempre que sea necesario, los valores intrínsecos, sociales y culturales. Debe acordarse un grupo de trabajo específico sobre el estudio del TEEB que formule propuestas sobre su aplicación práctica, limitando los valores económicos y recalcando los inmateriales.

PROPUESTAS PARA LA COP 10 DEL CBD

En relación a los aspectos concretos de las negociaciones en la COP 10 del Convenio de Biodiversidad les RECLAMAMOS que:

En referencia al Plan Estratégico,

La Misión debe ser ambiciosa y realista a la vez. Partiendo de la base que no actuar con la suficiente energía es más costoso y perjudicial que actuar, las partes deberían adoptar el texto alternativo mencionado en el documento de trabajo del día 24. El texto debe incluir que en 2020 se debe haber detenido totalmente la pérdida de biodiversidad, que los ecosistemas son funcionales y resilientes y que cualquier uso de la biodiversidad se hace de manera sostenible beneficiando por igual a toda la población del planeta.

Deben establecerse incentivos positivos a la conservación, negativos a las actividades que la perjudiquen y eliminarse los subsidios perversos (o reformarse en el caso de las actuales políticas agrícolas y pesqueras comunitarias).

En 2020 no debe haber ninguna pérdida de hábitats, y se debe estar en proceso de restauración de los ecosistemas degradados o fragmentados.

Se debe asegurar que en 2020 haya desaparecido cualquier sistema de pesca destructiva e insostenible, y la explotación de los recursos pesqueros se lleva a cabo de manera sostenible a la vez que se fomenta la recuperación de las especies y hábitats amenazados.

Al menos el 25% del territorio terrestre en cada uno de los países debe haberse declarado protegido y es gestionado de manera eficiente para salvaguardar sus especies, hábitats y procesos naturales.

Al menos el 30% de las áreas marinas costeras y en alta mar se habrán declarado protegidas y se debe haber iniciado su gestión.

Las Partes deben de haber aprobado y/o revisado sus Planes y Estrategias nacionales de conservación de la biodiversidad, incluyendo las actuaciones a desarrollar a escala sub-nacional y local.

Respecto del Protocolo de Acceso y Participación en los Beneficios (ABS),

Debe evitarse que los derechos de propiedad intelectual primen por encima del derecho a los recursos de la biodiversidad. Ni la vida ni sus elementos se patentan.

Deben considerarse los derechos consuetudinarios de los pueblos indígenas a la hora de establecer el régimen legal de acceso y participación.

Debe de acordarse un sistema ágil y mediado internacionalmente para el conflicto del acceso a los recursos genéticos de organismos patógenos en el caso de situaciones de riego de epidemias, pero sin que los países proveedores (quienes albergan la biodiversidad) pierdan los derechos sobre sus recursos.

Debe establecerse un mecanismo u organismo internacional potente de supervisión y cumplimiento del protocolo que evite cualquier forma de biopiratería.

Financiación

Los países industrializados deben comprometer nuevos recursos para financiar los programas de trabajo de la CBD, que no deben ser detraídos de otras líneas de cooperación al desarrollo.

Rechazamos que los mecanismos de mercado, como la propuesta de Mecanismo de Desarrollo Limpio, puedan ser la base de la financiación de la Convención.

La propuesta de Brasil de reconvertir el 1% de los subsidios dañinos que los países del norte actualmente están concediendo a incentivos positivos en los países del sur es una buena propuesta que analizar.

Biodiversidad y cambio climático

Debe establecerse un programa de trabajo conjunto entre las 3 convenciones de Río, que permita el desarrollo de acciones de mitigación y adaptación al cambio climático basadas en los ecosistemas.

Debe acordarse una moratoria indefinida sobre la experimentación y el uso de las peligrosas técnicas de geoingeniería para modificar el clima. Se debe establecer una limitación drástica a los biocombustibles que solo permita su producción a base de subproductos de otros sectores, no como plantaciones directas.

Debe de haber una definición clara de lo que son los bosques: ecosistemas funcionales con diversidad de especies y relaciones entre ellas; nunca son plantaciones forestales. REDD+ debe tomar en cuenta

Respeto a las comunidades indígenas y locales

Debe acordarse la inclusión en el CBD de los principios de la Declaración de Naciones Unidas de los Derechos Indígenas.

Debe reconocerse el derecho de las comunidades indígenas y locales sobre los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales de su territorio, independientemente de cuál sea el estatus legal de la tenencia de esas tierras, así como a promover que todas las Partes elaboren o modifiquen la legislación nacional para recoger estos derechos de las poblaciones indígenas.

Organismos modificados genéticamente

Debe ponerse límite al uso en el medio natural de organismos modificados genéticamente, estableciendo fuertes regulaciones internacionales, al menos hasta que no se compruebe con la suficiente seguridad científica su inocuidad para los organismos silvestres.

Debe prohibirse explícitamente la liberación al medio de productos de la biología sintética, sean organismos, algunas de sus partes o genes.

Debe acordarse la aplicación estricta del principio de precaución.

Comunicación, educación y conciencia pública (CEPA)

De acuerdo con el párrafo 86 del documento de CEPA, son necesarios nuevos fondos para desarrollar las acciones incluidas dentro del programa de trabajo. Deben, pues, acordarse líneas de financiación específicas para esta materia, que permitan cumplir con el párrafo 87 del documento CEPA en el sentido de integrar las acciones CEPA en el Plan Estratégico, específicamente en la Meta 1.