La Cumbre del Clima de Cancún es otra desilusión en la lucha contra el cambio climático. Si no existe un compromiso serio de las naciones, en unos años ya no podremos ni siquiera mitigarlo, será irreversible. Mientras no nos lo creamos, no haremos nada. La avaricia de los poderosos y la ignorancia de muchas personas lo han convertido en un asunto que no es considerado prioritario por la mayoría de la Humanidad, aunque ocasionará más pobreza y muerte que cualquier otro. Cuando ya sea tarde para cambiar, nos daremos cuenta de su importancia. Los devastadores efectos del calentamiento global serán el momento para volver a empezar. No obstante, la Cumbre de Cancún ha sido más esperanzadora que la de Copenhague, que fue un fracaso absoluto.

En Cancún nada se ha hecho contra los delitos ambientales, al no crear una Corte Penal Internacional, contra el aumento de la temperatura media del Planeta, estableciendo un aumento máximo de temperatura en 1,5º. Se ha huido de la implantación de una Justicia Climática o de la solidaridad en el desarrollo de tecnologías limpias. No se han adoptado compromisos claros de reducción de emisiones de los países industrializados. Tampoco aparecen propuestas normativas y medidas obligatorias preventivas. Los compromisos quedan abiertos y sin concretar, con el fin de seguir beneficiando a los países industrializados y/o emergentes. Hasta el insuficiente Protocolo de Kyoto queda en un segundo plano y en entredicho.

Los compromisos adquiridos vuelven a ser una mera declaración de intenciones que reconocen la necesidad de quedar por debajo del aumento de temperatura global de 2ºC, un objetivo de reducción de emisiones conjunto para los países industrializados de entre el 25 y el 40% para 2020, tomando como base los niveles de 1990, la insuficiencia de los actuales compromisos de reducción de emisiones para evitar los peores impactos del cambio climático, así como la necesidad de revisarlos de acuerdo con el límite anterior. Establece el fondo verde para vehicular las aportaciones de los países industrializados, para apoyar la lucha contra el cambio climático en los países en desarrollo y el mecanismo para la reducción de la deforestación y la protección de los bosques.

La Cumbre de Cancún no garantiza qué ocurrirá después de 2012, cuando termina el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kyoto; o mejor dicho, de incumplimiento.

Por Luciano Lozano Muñiz