En Ecologistas en Acción nos oponemos al pretendido dragado del rio Guadalquivir, una barbaridad desde el punto de vista ambiental, económico y social.

Supone un dragado de unos 120 Km de longitud en el que se pretende profundizar desde 6 a 8,5 metros en algunos tramos del rio y ensanchar las márgenes de 30 a 90 metros para que cruceros y barcos mercantes de gran calado puedan atracar en el puerto de Sevilla.

Ambientalmente esto supondrá fuertes impactos y variaciones en un rio ya alterado y sumamente intervenido por el hombre. Supondrá la entrada de enormes cantidades de agua salada que convertirán la desembocadura en una especie de ría dejando de ser un estuario con el consiguiente cambio de sistema fluvial a litoral; dificultará la llegada de agua dulce, y los aportes que el río lleva al mar dejaran de existir; esto supondrá que perderemos la riqueza en nutrientes que mantiene la zona pesquera próxima a Sanlúcar de Barrameda y que permiten la existencia de la Reserva Pesquera del Guadalquivir e, igualmente, supondrá que los aportes del río, que han contribuido a la formación de playas de Cádiz y Huelva, disminuyan sensiblemente con el consiguiente deterioro paisajístico. Por otro lado el fondo del río cuenta con sedimentos estabilizados de lodos que contienen distintos y peligrosos metales pesados acumulados por vertidos industriales y de actividades mineras históricas. Cuando se empiecen a excavar y remover las toneladas de fondos que necesita el dragado, los metales pesados pueden quedar en suspensión con los problemas que esto puede suponer para la vida y salud de las personas y el ecosistema.

La influencia mareal cambiará y la estabilidad de las riberas será difícil, y con un rio de flujo rápido a la desembocadura, la estabilidad de sus marismas, entre ellas las del Parque Nacional de Doñana, también sufrirán cambios.

Desde el punto de vista económico, el disparate parece aún mayor e incomprensible: la Autoridad Portuaria de Sevilla se ha gastado 160 millones de euros en una obra-exclusa desmesurada, cuyos diseñadores parece haber olvidado un detalle, que es que no se podía acceder a ella. Ahora proponen otra obra, igualmente costosísima para justificar su megalomanía… ¿o su encubierta especulación urbanística en el entorno al nuevo puerto?.

Desde el punto de vista social el dragado supone “vestir a un santo para desnudar a otros muchos”. Si, se beneficiaría el puerto de Sevilla (lo de 15.000 empleos no se lo cree nadie; ni el puerto más activo del mundo puede crear eso), pero se perjudicaría a otros puertos andaluces con los que competiría, afectaría a pescadores de Cádiz y Huelva, a arroceros, al turismo de playa que es el que mejor nos funciona, y sobre todo afectaría a ese bien público de valor inigualable que es el Patrimonio de la Humanidad de Doñana.

Ya sabemos que la soberbia ingenieril del hombre lo puede todo y que puede realizar este enorme dragado, pero también sabemos que la naturaleza siempre vuelve reivindicando lo que le pertenece, y no cabe duda que pagaremos muchos esta osadía.

Por Lola Yllescas Ortiz