En la noche del viernes 4 de febrero, ocurrió en la zona conocida como los Llanos de Bonanza, en la misma calle Algaida Sur, un nuevo episodio de contaminación por intoxicación donde han sido perjudicadas cerca de una veintena de vecinos de la zona.

De nuevo se repite otro episodio de contaminación en una de las zonas agrícolas de nuestro término municipal. La causa es la utilización de un pesticida muy corrosivo y nocivo frecuentísimo entre los agricultores, sospechamos que se trate Metham-na50. Este producto químico y tóxico cuya función es desinfectar del suelo toda enfermedad producida del hongo, se aplicó en unas condiciones no muy adecuadas atentando gravemente contra la salud de los vecinos aledaños.

Una de las características de este producto dependiendo de la temperatura ambiental, provoca que el mismo, (ya que se aplica con aspersión o microaspersión, se adhiera al suelo o se volatilice en el aire) quedando a pocos metros de la superficie terrestre. En esta ocasión, las condiciones meteorológicas sufridas en los últimos días han provocado esta variación de temperatura, más si cabe si el producto se ha aplicado a cielo abierto. Estas contraindicaciones son las principales que hay de tener en cuenta antes de manipular dicho producto, por lo que si el responsable o los responsables saben las medidas de seguridad, todavía más en contra, debido a que deben de saber cuales son los efectos secundarios que pueden provocar hacia toda persona cercana donde se haya aplicado este producto tóxico, como vómitos, irritación de los ojos, mareos, problemas respiratorios.

Por este motivo, Ecologistas en Acción y la Federación de Vecinos Guadalquivir, solicitamos a las administraciones competentes que se busque el responsable o los responsables de este hecho que ha atentado gravemente contra la salud.

Del mismo modo, culpabilizamos tanto la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía y el propio Ayuntamiento de Sanlúcar, primero porque son los principales cómplices de la falta de inspección de técnicos para controlar y vigilar los productos fitosanitarios que se aplican a diario en los campos de cultivo. Y segundo, por no buscar fórmulas menos agresivas con el medio ambiente y con los vecinos.
Una de esas fórmulas para que no sigamos contaminando la tierra donde nos alimentamos, el aire que respiramos y el agua que bebemos, es apostar de una vez por todas por la agricultura ecológica.