Según la agencia rusa de noticias ITAR-TAS, 30 personas, de ellas 24 niños y niñas, han sido hospitalizadas al respirar vapores tóxicos de mercurio, en la ciudad de Arkhangelsk, al norte de Rusia, junto al Mar blanco. Las declaraciones de responsables de emergencias indican que las personas envenenadas no están en peligro pero han sido hospitalizadas para realizarles los correspondiente reconocimientos médicos.

El incidente ocurrió el pasado sábado día 14 cuando los niños encontraron una botella de plástico con 20 kilogramos de metal líquido que había sido abandonado en un sótano de la ciudad de Silikatchikov cercana a Arkhangelsk. Los niños estaban jugando con el mercurio, vertiéndolo en el patio de la guardería.

Especialistas en emergencias han estado recogiendo el vertido durante todo el día. Sin embargo los análisis dirigidos por la agencia sanitaria y epidemiológica, muestran que permanecen altas concentraciones de vapores metálicos en la zona del vertido «que exceden en cien veces los límites establecidos»

Como resultado, la guardería ha sido cerrada y los residentes de cuatro apartamentos con los que compartía entrada han sido evacuados. Las autoridades han indicado a los residentes de Silikatchikov que acudan a los servicios médicos ante cualquier dolencia

Las autoridades declaran que para neutralizar lo 4.000 metros cuadrados afectados seria necesario tratarlos químicamente durante un mes con un coste estimado de un millón de rublos. La fiscalía de Arkhangelsk ha iniciado un procedimiento por producción ilegal, adquisición, trasporte y almacenaje de sustancias peligrosas.

PASADO CONTAMINANTE

Se da la circunstancia que en la ciudad de Novodvinsk, muy próxima a esta ciudad, la planta de la papelera Arkhangelsk Pulp and Paper Combine, vertió más de 16 toneladas de mercurio al río Svernaya Dvina. La actividad de la planta no fue paralizada ya que su depuradora es utilizada para tratar las aguas resiudales, además de ser la que mayor empleo genera en la zona. Los servicios de control, incluyendo el departamente de medio ambiente «controlaban» la zona pero no tomaron ninguna acción excepto avisar de que «se comprara tanta agua embotellada como fuera posible». La contaminación fue detectada por «especilistas» y alcanzó niveles de hasta 740 y 640 veces superiores a las concentraciones admisibles.