La Unión Europea puede autorizar a principios de junio la inclusión del Cloropirifos en el Anexo I de la Directiva 91/414/CEE relativa a la comercialización de productos fitosanitarios. En este anexo se incluyen las sustancias sin efectos nocivos para la salud humana y el medio ambiente. Existen evidencias sobre las afecciones neurológicas sobre niños y recién nacidos, así como afecciones a la biodiversidad. Ecologistas en Acción se ha dirigido a la Ministra de Agricultura para pedirle que se posicione en contra de esta medida.

Los días 2 y 3 de junio se reúne el Comité Permanente de la Cadena Alimentaria y de Sanidad Animal de la Unión Europea. En el orden del día está previsto votar sobre la inclusión de un insecticida, el Cloropirifos, en la lista de pesticidas autorizados de la UE. Ecologistas en Acción se ha dirigido a la Ministra de Agricultura y a los representantes españoles en dicho Comité para solicitarles que rechacen la inclusión de esta sustancia en la lista europea de “pesticidas buenos”.

El Cloropirifos es un insecticida que actúa alterando el sistema nervioso de los insectos. Esta sustancia es efectiva en la lucha contra un amplio abanico de insectos. Sin embargo también tiene efectos sobre la salud humana, pudiendo provocar el envenenamiento por esta sustancia síntomas como debilidad, náuseas, vómitos, diarreas, confusión, o mareos. A dosis elevadas puede provocar temblores, convulsiones o parada respiratoria, en ocasiones conduciendo al coma o la muerte.

Existe crecientes evidencias científicas que demuestran los efectos negativos del Cloropirifos sobre el desarrollo nervioso fetal, así como la toxicidad neurológica en fases posteriores de la maduración cerebral, incluyendo la adolescencia. Recientemente se ha demostrado que produce efectos en el crecimiento intrauterino en humanos; los efectos de este retraso en el crecimiento puede provocar enfermedades de origen fetal en adultos, como hipertensión, diabetes tipo II, problemas cardiovasculares… Asimismo produce efectos adversos sobre la biodiversidad, al actuar sobre muchos organismos como aves y peces, o insectos beneficiosos.

La Agencia de Protección Ambiental de EE UU anunció una prohibición en 2002 de este pesticida para usos domésticos y de jardín, después de que las valoraciones de riesgo que habían encargado demostraran que los niños eran más sensibles a los pesticidas de lo que tradicionalmente se pensaba. Esta prohibición ya ha conducido a una reducción significativa de su impacto sobre el tamaño y el peso de los niños al nacer.

Por otra parte, la peligrosidad de esta sustancia y la insuficiencia de datos relativos a sus efectos ya han sido puestos de manifiesto por las instituciones de la Unión Europea, que han elaborado varias recomendaciones para su desaparición gradual y para fomentar nuevas investigaciones sobre sus efectos, especialmente en niños y embarazadas, por lo que la adopción de esta medida resulta un tanto contradictoria.