El puerto de Granadilla es el ejemplo más claro de una infraestructura no sólo tremendamente impactante ecológica y territorialmente, sino además, de una obra operativamente inútil. La suya es la historia de una lucha ciudadana sin parangón en Canarias. Esta infraestructura revela el empeño irracional de un poder político totalmente obsesionado por su construcción, que sin tener siquiera argumentos para defender la obra, no ha dudado en cometer las mayores barbaridades sin pararse a pensar en sus consecuencias.