El gobierno actual del señor Rodríguez Zapatero ya había dado sobradas muestras de su falta de sensibilidad ambiental. Desde la eliminación de Cristina Narbona y el desmantelamiento del ministerio han sido muchas las decisiones que corroboran que la conservación y la mejora de la naturaleza en España no figuran entre las prioridades de este, cada vez más, torpe gobierno. La figura del ministro de Industria, Miguel Sebastián, como ninguna otra, es la clara manifestación de la apuesta por un modelo de desarrollo que no se para en contemplaciones cuando se trata de enfrentar la conservación a proyectos impulsores de ese “desarrollo”. Y así nos hemos encontrado con las ayudas al carbón, incumpliendo flagrantemente los compromisos internacionales suscritos para frenar las emisiones de CO2. También señalamos, como muestra de esta falta de sensibilidad, el apoyo incondicional desde el ministerio de Fomento del señor Blanco, a las grandes infraestructuras devoradoras de enormes recursos, incluso en estos momentos de déficit presupuestario, y causantes de enormes impactos ambientales y paisajísticos. El apoyo decidido del gobierno por la producción agrícola de variedades transgénicas, enfrentándose incluso a la mayoría de los países de la Unión Europea, no puede entenderse de otra forma que la prioridad de beneficiar a los intereses económicos de ciertas empresas multinacionales por encima de la conservación de la biodiversidad y el fomento de un modelo de agricultura ecológica sostenible.

Pero este gobierno es además torpe. ¿Cómo se puede explicar lo sucedido la pasada semana, al relacionar la posibilidad de un acuerdo sobre las pensiones con los sindicatos con la prórroga de la vida útil de las centrales nucleares y el posterior desmentido? No es la primera vez que el gobierno ha dado síntomas de su falta de compromiso por el cumplimiento de la promesa electoral de elaborar un calendario de cierre de esas instalaciones. Todavía está pendiente la decisión sobre el emplazamiento del ATC o cementerio nuclear y los anuncios y desmentidos del señor Sebastián y otros miembros del gobierno parecían más propios de una película de los hermanos Marx que de un gobierno responsable y coherente con sus promesas.

La prolongación de la vida de las centrales nucleares no supone la creación de puestos de trabajo, ni ninguna otra ventaja adicional para los intereses de los trabajadores. Al contrario, las centrales nucleares una vez amortizadas, dan unos pingües beneficios a sus dueños, puesto que se les paga la electricidad producida al triple de lo que les cuesta generarla, en una clara perversión de la competencia que tanto se dice defender en el Ministerio de Industria.

Por el contrario, el mantenimiento de un parque nuclear como el actual supone un freno al desarrollo de las energías renovables, puesto que las centrales nucleares han obligado ya en varias ocasiones a paralizar la producción de varios miles de Megavatios de energía eléctrica de origen eólico.

El gobierno y las compañías eléctricas se merecen una respuesta contundente de los ciudadanos, y la convocatoria que se ha extendido por internet para un apagón general el 15 de febrero puede ser la primera señal.

José Julio del Olmo – Ecologistas en Acción de Albacete