Con el PP si vendrá el cambio, el cambio total que inició el gobierno anterior, como el despido libre, los recortes salariales, en la salud, en la educación, en medio ambiente, como la reactivación de la energía nuclear y la desprotección de las energías renovables y limpias, la reducción de los derechos sociales o el empobrecimiento de la clase trabajadora, incluidos los funcionarios. De los 34 millones españoles que fueron llamados a votar en las elecciones generales, el PP recibió unos 11 millones. Es decir, aunque veamos el mapa de España vestido de azul, una gran mayoría del pueblo no le apoya, ni apoyará nunca.

Los conflictos y movilizaciones sociales serán la respuesta creciente al descontento. El 15M, ejemplo de movilización pacífica, es la semilla del verdadero cambio que ya se está gestando en las conciencias de las personas de todo el mundo. La juventud estudiantil, que no se movilizaba desde hace muchos años, enciende la “pólvora” en Valencia. Los ecologistas seguirán dando la vara dentro y fuera del 15M. Los sindicatos harán su autocrítica y empezarán a tomar fuerza, como se comprobó el domingo pasado. La izquierda tendrá que transformar su discurso y no le quedará más remedio que luchar para modificar un sistema injusto, que los poderes económicos han implantado con la colaboración de los liberales y de los socialdemócratas, ya que nunca se han plantado contra el poder financiero y el de las grandes corporaciones.

Parece imposible que los mismos que nos han llevado a esta crisis nos puedan sacar de ella. Parece imposible que los que permitieron la burbuja inmobiliaria, causa de un mayor número de parados en España, ahora se conviertan en nuestros salvadores. Pero ha llegado la hora de que la sociedad se movilice y haga saber a los políticos que no pueden ser las marionetas del dinero.

La actual crisis es una oportunidad para instaurar un nuevo contexto económico y ambiental, alejado de los criterios salvajes del capitalismo, con un modelo de desarrollo basado en la justicia social y ambiental, que reconozca los límites del planeta para multiplicarse en recetas de verdadera y buscada austeridad, que supondrán cambios radicales.

Como señala el ecosocialismo, para emprender este camino es necesario realizar una revisión de nuestros valores: primar la cooperación ante la competencia, la solidaridad ante el egoísmo; acomodar las estructuras económicas y productivas al cambio de valores; ajustar la producción y el consumo a escala local; revitalizar los mundos rurales; reducir la movilidad motorizada; redistribuir con criterios ecológicos y de equidad el acceso a recursos naturales y las riquezas; limitar el consumo a las capacidades de la biosfera; basar nuestro consumo energético en el sol y el viento; tender hacia bienes que duren, que se puedan reutilizar, reparar y conservar; y reciclar en todas nuestras actividades. Esto no puede ocurrir sin un replanteamiento del concepto de trabajo, de manera que sirva para cubrir necesidades y repartido por igual entre todos y todas. El gran reto es aprender a engendrar valor, libertad y felicidad reduciendo la utilización de materia y energía.

Se trata de aprender a vivir de otra manera, a vivir con menos para pasar de una cultura de “guerra” con los territorios, con las personas y con los seres vivos a una cultura de paz. Es la única forma posible de realizar el cambio, aunque suene a música celestial. Mejor adoptarla cuanto antes que estrellarnos sin poder planificar nuestro futuro. Muy difícil esta tarea, pero no imposible.

Por Luciano Lozano Muñiz (http://opinaconluciano.wordpress.com)