Las inundaciones de barro en Calahonda pueden volver a repetirse y con efectos más devastadores.

Ecologistas en Acción ha denunciado ante Medio Ambiente y Obras Públicas de la Junta de Andalucía los tremendos movimientos de tierras ilegales que se están produciendo junto al barranco de la Vizcarra.

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Sobre Calahonda

En el municipio de Motril en pleno karst de Calahonda están haciendo unos grandes movimientos de tierras que han desmochado cerros, tapado al menos tres ramblas completamente, invadido propiedades vecinas, roturado terrenos forestales, construido invernaderos…

Se accede a ella por un camino que sale de Calahonda por el mismo cauce del barranco Vizcarra. Han abierto un nuevo camino y cementado parte de él, además han roturado zonas de monte, desmochado cerros generando taludes casi verticales y muros de 10 y hasta 15 metros de altura.

Al estar la propiedad en la cuenca del barranco Vizcarra, que fue el que inundó de barro a Calahonda hace meses- barro que provenía de los movimientos de tierra que habían hecho aquí- se están creando las condiciones para que una nueva tormenta repita la catástrofe y, esperemos, que no tenga consecuencias personales.

Estas actuaciones se producen, como todo el mundo sabe, porque estamos en el país de chichinabo, donde la ley la cumplen los tontos y todos los espabilaos hacen negocio pasándosela por el arco del triunfo. En el Plan de Ordenación del Territorio del Litoral de Granada esta zona está compuesta por terrenos de paisaje sobresaliente, y en ellos se prohíbe expresamente los movimientos de tierras y la construcción de invernaderos. (Art. 55 de la Normativa). Pero se hace, porque aquí no pasa nada.

Según el PGOU de Motril es zona de suelos no urbanizables –protección especial paisaje -Suelo No Urbanizable de Especial Protección. Espacios Singulares. (SNUEP. ES):
En estos suelos se prohíbe cualquier uso o actividad que pueda implicar degradación de los valores paisajísticos y naturales que se pretenden proteger.

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Taludes y explanadas

Específicamente se prohíben los movimientos de tierras y la construcción de invernaderos, así como los usos residenciales no ligados a uso público o turístico en edificaciones existentes.

Da igual. A nadie le importa ni se acuerda de lo que se ha legislado.

Sólo cuando haya que sacar a los muertos del barro nos lamentaremos y pondremos el grito en el cielo culpando a la naturaleza, que tan mal se porta con nosotros, mientras los auténticos culpables se lavan las manos y se llenan los bolsillos.

Realmente a veces dudamos si no tenemos el país que nos merecemos.