La desertificación es uno de los procesos de degradación ambiental más alarmantes del mundo, ya que pone en peligro la salud y los medios de vida de más de 1.000 millones de personas. Se calcula que la desertificación y la sequía ocasionan todos los años 42.000 millones de dólares de pérdidas en la producción agrícola. La desertificación no es el aumento de extensión de los desiertos existentes, sino el proceso de degradación de las tierras. Aunque este problema es más propio de áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, también se presenta en lugares con climas húmedos. Sucede porque los ecosistemas naturales, especialmente los de climas secos, son vulnerables a la sobreexplotación y a un uso inapropiado del suelo. La consecuencia es la degradación que incluye la pérdida de diversidad biológica o económica de todo tipo de tierras (cultivos, pastizales, bosques, etc).

El Estado español, se encuentra a la cabeza entre los países desarrollados afectados por la desertificación. Las comunidades autónomas más castigadas son la Región de Murcia, la Comunidad Valenciana, Canarias y Andalucía, Cataluña, Castilla-La Mancha y Madrid. Entre los principales factores que desencadenan esta situación se encuentran la explotación insostenible de los recursos hídricos, que es causa de graves daños ambientales, incluidos la contaminación química, la salinización y el agotamiento de los acuíferos. Pérdidas de la cubierta vegetal a causa de repetidos incendios forestales. Concentración de la actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo de masas y la agricultura de regadío.

Los periodos de sequía como el que se padece actualmente agudiza los problemas de desertificación, especialmente si no se reduce la demanda de agua, y no se penaliza la sobreexplotación de los recursos.
Aunque la sequía constituye algo consustancial con nuestro clima, en el que se alternan años más o menos lluviosos con otros periodos más secos, las consecuencias varían mucho en función de las demandas de agua existentes. Ante la actual sequía es previsible que las consecuencias sean especialmente graves, debido al espectacular crecimiento de las demandas de agua que se ha producido en los últimos años
en el Estado español. Esta situación podría verse agravado en las próximas décadas como consecuencia del cambio climático que alarga y agudiza los periodos de sequía.

Frente a esta preocupante situación, Ecologistas en Acción, considera necesario incrementar al máximo la eficiencia en la utilización del agua. Para ello hay que reducir las pérdidas en las redes de distribución, fomentar el establecimiento de técnicas de riego eficientes, reutilizar las aguas residuales depuradas, etc. Sin embargo, las demandas actuales son ya tan elevadas, que la adopción de esas medidas no será suficiente. Por ello, será necesario actuar directamente sobre las causas que disparan el consumo de agua, especialmente en la costa mediterránea, donde cada vez son mas las zonas en las que las demandas superan los recursos hídricos renovables. En estos lugares será necesario abandonar parte de los regadíos existentes y frenar el espectacular crecimiento urbanístico que se está
produciendo, al ser éstos los dos principales consumidores del área mediterránea.

Información sobre el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía