La Carraila.

Valores naturales de un enclave a escasos metros de la población de Abarán.

Héctor M. Quijada, Ecologistas en Acción. Publicado en el Programa de festejos, Abarán 2012. Edición revisada.

Situada en el Valle de Ricote, la Sierra de la Carraila – o Carrahila- delimita geográficamente esta comarca en su cuadrante nororiental, donde con una orientación NW-SE, se extiende a lo largo de 1,7 km por la margen izquierda del río Segura, entre los términos municipales de Abarán y Blanca. Se trata de una pequeña alineación montañosa, alcanzando cotas que van desde los 218 metros a los 449 metros del Montoro, marcando de forma singular el paisaje de la zona con sus característicos farallones de roca caliza que, en forma de muralla natural, se levantan sobre sus laderas dominadas por el matorral bajo y en cuyo pie se encuentra la vega del Segura. Un elemento particular que destaca en el relieve, es el peñón de La Carraila (218 m.), que como un “menhir natural” se alza en la margen izquierda del Barranco del mismo nombre, haciendo de divisoria con el Cabezo del Judío. Apenas 700 metros de distancia separan este punto de la población de Abarán. [1]

La presencia humana en la zona está constatada desde la antigüedad. Por el Barranco de la Carraila discurre la vía pecuaria denominada “Colada del Barranco Molax al río Segura”, constituyendo en épocas pasadas uno de los accesos desde el exterior al Valle de Ricote. Se trata de una franja de superficie pública de 8 metros de anchura y 6 km en toda su longitud, desde que parte del Barranco Molax hasta que muere en el río Segura. Es de destacar la importancia histórica de esta zona, como muestran los yacimientos arqueológicos situados en el Cabezo del Judío y La Carraila, donde se registran culturas que abarcan desde las primeras sociedades metalúrgicas y que constituyen la primera génesis poblacional de Abarán .
Como es común más allá de cualquier límite geográfico, la cubierta vegetal ha estado desde antiguo influenciada por la acción humana, debido a los diversos usos a los que ha sido sometida (aprovechamiento de leñas y hierbas, pastoreo, roturaciones para cultivos, asentamientos humanos, agricultura, etc). A los factores antrópicos hay que añadir los condicionantes naturales, como son el suelo, el clima y la orientación, así como la exposición en umbría o solana, condicionando determinantemente la vegetación existente y el aspecto actual del paisaje, gozando los sistemas áridos y semiáridos mediterráneos, de magníficos valores ambientales.

Los estudios e información disponible indican que la vegetación potencial de la zona estaría representada, en teoría, con maquias litorales de Lentiscos (Pistacea lentiscus) y Palmitos (Chamaerops humilis), la cual se extendería hacia el SE, por la Sierra del Solán, que da continuidad a la cadena montañosa de la zona oriental del valle. Al E limitaría con maquias de meseta cálida con coscojas y lentiscos, hacia los parajes del Zapatero y Casa Alcántara. Por el W, la vertiente que da al interior del Valle del Segura, con la de vegetación de riberas, ríos, arroyos y ramblas, que sería la abarcada por el río y su llanura de inundación.

No obstante, hoy día las formaciones vegetales que predominan son los matorrales y pastizales. Entre sus elementos más representativos se encuentra el Esparto (Stipa tenacissima), que domina toda la sierra, acompañado de arbustos como el Bayón (Osyris lanceolata), propio de lugares cálidos termomediterráneos, con ausencia de heladas. El estrato arbustivo de la vertiente orientada al NE se completa con otras especies representativas, como el Espino negro (Rhamnus Lycioides), el Canaillo (Ephedra fragilis), el Enebro (Juniperus oxicedrus) en formación de enebral o disperso, así como la Genista (Genista valentina) en formaciones de retamar. El Pino Carrasco (Pinus halepensis) es la única especie arbórea silvestre en la zona, presente tanto de forma aislada, como formando pequeños rodales de cierta densidad.

La Carraila. Foto: Ecologistas en Acción Entre la flora destacan las pequeñas hierbas como Teucrium franchetianum, presente en los matorrales de la zona alta entorno al Cerro Montoro, así como el Tomillo amargo (Teucrium libanitis), en este caso adaptado a vivir en sustratos yesíferos, como los que se dan en la ladera sur del Cabezo del Judío, en la margen derecha del Barranco de la Carraila. Ambas son plantas endémicas del sureste y cuentan en el término municipal de Abarán con algunas de sus mejores poblaciones a nivel regional y europeo, estando clasificadas con la categoría de “Vulnerable” en el Catálogo Regional de Flora Amenazada.

La presencia de un pequeño curso de agua en el fondo del Barranco de la Carraila, procedente del pequeño manantial que brota en su margen derecha, ha propiciado la existencia de un ambiente húmedo con formaciones de galería, es decir, de rambla, como el Baladre o Adelfa (Nerium oleander), el Junco churrero (Scirpus holoschooenus) y el Carrizo (Phragmites australis), acompañadas de algunos pies de Palmera datilera (Phoenix dactylifera).

Además de los ya citados elementos florísticos de interés, en la zona hay registrados dos tipos de Hábitats de Interés Comunitario en el contexto de la UE [2]. Se trata, por un lado, de las zonas subestépicas de gramíneas y anuales, cuya conservación es de carácter prioritario, formadas por pastizales dominados por Lastón (Brachypodium retusum), o por Esparto (Stipa tenacissima), junto con algunas otras herbáceas. Entre las que integran esta asociación destaca un bello iberoafricanismo llamado Flor de la estrella (Lapiedra martinezii). Por otro lado están los matorrales termomediterráneos y pre-estépicos, caracterizados por los tomillares (Thymus sp.) y matorrales ricos en plantas aromáticas y medicinales de diversos géneros. La otra variante de este tipo es el retamar de Genista valentina subsp. Jimenezii y/o Coronilla juncea [3].

La diversidad de ambientes circundantes, como cultivos en terrazas, campos abiertos, huertas, río y la posibilidad de establecer refugio seguro en los abundantes roquedos, hacen de esta zona un lugar privilegiado para la fauna. A las aves más típicas de roquedos y matorrales pedregosos, como el Roquero solitario (Monticola solitarius) y la Collalba negra (Oenanthe leucura), se unen otras que gracias a los pequeños restos de cultivos de Olivo (Olea europea) en secano y huertas circundantes se dejan ver por la zona, como el Mochuelo común (Athene noctua). Alguna tan pítica del monte bajo mediterráneo como la Perdiz (Alectoris rufa). Entre todas, destacan las rapaces rupícolas, como el Cernícalo común (Falco tinnunculus) y sobre todo, el Búho real (Bubo bubo), el ave de presa nocturna de más embergadura, catalogada como de “interés especial” a nivel regional [4]. También es el caso de la Garza real (Ardea cinérea), una especie propia de zonas húmedas y del ecosistema ripario, que dada la cercanía del Segura, usa lugares prominentes como posaderos.

Con el mismo estatus de protección también encontramos a un mamífero como el Tejón (Meles meles). Además de una carnívora forestal como la Gineta (Genetta genetta) y otro más generalista como el Zorro (Vulpes vulpes). Algunos más menudos como el Erizo común (Erinaceus europaeus) y el Lirón careto (Eliomys quercinus ) también tienen cabida en este espacio, que junto con los murciélagos, a falta de estudios más concretos sobre estas especies, sin dejar de lado a reptiles y el numeroso grupo de los invertebrados, vendrían a completar lo más destacable de la variada comunidad faunística.

Muestra del interés ornitológico de este territorio es la declaración como Zona de Especial Protección Para las Aves con la que cuenta la parte blanqueña de la Sierra de la Carraila, al suroeste, formando parte de la ZEPA de “Sierra de Ricote y Navela”, al mismo tiempo que incluye superficie del Monte Público nº 41 del C.U.P, denominado “La Navela y el Solán”.

A modo de conclusión, teniendo en cuenta que son muchos los elementos de la rica diversidad biológica del área de La Carraila y su entorno que no llegan a ser tratados y citados en esta ocasión por cuestiones de espacio y, a falta de nuevos trabajos que ahonden en su conocimiento, podemos decir que en él se dan cita indudables valores naturales y patrimoniales a nivel local. Ello hace necesario que sea objeto de reconocimiento, al igual que ya hemos hecho con otros elementos etnográficos y culturales. Nuestros paisajes y su biodiversidad, además de por su singularidad, valor científico o ecológico, son lo que son, por la influencia histórica de las actividades humanas. Nuestra flora y nuestra fauna son también culturales y a ese nivel han de ser consideradas y respetadas.

Notas

[1] QUIJADA GUILLAMÓN, H. M. y LÓPEZ MORENO, J. J., “Vía Pecuaria – Via Carraria”, Programa de Festejos de Abarán, 2005; y LÓPEZ MORENO, J. J., “La calzada Carthago Nova-Complutum y sus enlaces con el Valle de Ricote”, Actas IV Congreso Internacional del Valle de Ricote. Ricote, 8/11 Nov. 2007, Ricote, 2007, 339-352.

[2] Determinados según el anexo I de la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de fauna y flora silvestre.

[3] Fuente: Corrección del Atlas de Hábitats de la Región de Murcia 1:50000 y Manual de Interpretación de los Hábitats Naturales y Seminaturales de la Región de Murcia. CARM, 2008.

[4] Anexo I de la Ley 7/1995, de 21 de abril, de la «Fauna Silvestre de la Región de Murcia».