Según ha podido saber Ecologistas en Acción, la empresa Nuclenor ha solicitado el permiso a Industria para construir un Almacén Transitorio Individual (ATI) en el recinto de la central de Garoña (Burgos). Esto indica la clara intención de Nuclenor de cerrar definitivamente la planta y muestra que el Almacén Transitorio Centralizado (ATC) no va a estar construido a tiempo.

Nuclenor ha solicitado permiso para construir un ATI en el recinto de Garoña. Es este uno de los primeros pasos para desmantelar una central nuclear. Una vez el combustible gastado en la piscina de la central, tal como hoy se encuentra en Garoña, se enfrié, lo que tarda unos años, y decaiga su radiactividad hasta valores menos virulentos podrá depositarse en un ATI. Tal es el proceso que se ha seguido en la central nuclear de Zorita (Guadalajara) que se encuentra en desmantelamiento. Probablemente, en Garoña se construya una losa sísmica de hormigón donde se depositarán los contenedores de hormigón y acero con el combustible gastado. Estos bidones permanecerán al aire libre y protegidos tan solo por una doble valla, al igual que ocurre en Zorita.

Este paso es imprescindible para proceder al desmantelamiento de la central. Esto muestra que Nuclenor sigue adelante en sus planes de cierre definitivo de la nuclear burgalesa. Además de este ATI, la central de Ascó (Tarragona) está en proceso de construcción del suyo propio, donde calculan que depositarán combustible gastado a partir de 2014. Con estos dos ATI serán ya cuatro los depósitos de residuos al aire libre que existirán en España, puesto que a estos habrá que sumarles los de Trillo y Zorita (Guadalajara).

Para Ecologistas en Acción esta situación muestra a las claras la imprevisión de la industria nuclear en cuanto a la gestión de los residuos de alta actividad, pues se ve obligada a ir construyendo este tipo de instalaciones provisionales según se van cerrando las centrales nucleares. De hecho el ATC que se pretende construir en Villar de Cañas (Cuenca) no estará listo antes de 2020 según las proyecciones más optimistas de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). Esta instalación se ha demostrado tan conflictiva y problemática socialmente que hasta la fecha no se ha conseguido un consenso para su construcción.