HTML - 18.8 KB
IPC, Ingenios de Producción Colectiva

El 15 de marzo, se celebra el Día mundial de los derechos del consumidor. Una jornada para recordar que entre esos derechos figura precisamente el de no comprar, o el de hacerlo con criterios más justos y ecológicos. Los Ingenios de Producción Colectiva (IPC) presentan alternativas más sostenibles, creativas y colectivas. Descubren que incluso es posible divertirse sin consumir.

Irse de vacaciones y no gastar, caminar por el campo y encontrar tesoros, cultivar huertos en la puerta de casa, recorrer la propia ciudad como si fuéramos visitantes. Estas son algunas de las nuevas propuestas recogidas en los IPC, un proyecto en construcción de Ecologistas en Acción.

En su sección de ocio, los IPC aportan fichas prácticas y experiencias que pasan por la creatividad y por el impulso colectivo. Se rebelan contra la frustrante idea de que es necesario echar mano al bolsillo para entretenerse, contra las ofertas de diversión enlatada. Y protestan contra propuestas individuales e insostenibles para pasarlo bien.

Si quieres irte de fiesta, monta una “de traje” en el barrio. Si estás cansada de pasar la semana santa en tu pueblo, intercámbialo por otro. Si quieres ver cine, organiza un festival con tus vecinos. Si quieres divertirte mientras enseñas y aprendes con tus hijos, participa en grupos de ecofamilias.

Estas y otras opciones son buenas para “celebrar” el día del consumidor y hacer una reflexión crítica sobre un modelo de producción y consumo que agota los recursos y aumenta las desigualdades, que destruye redes locales y crea necesidades artificiales, que funciona como si creyera que tenemos un segundo planeta. Las cifras revelan el desequilibrio: el 20% de la población mundial consume aproximadamente el 80% de los recursos del planeta. Y, más allá de lo cuantitativo, el consumismo se convierte en una ideología.

Frente al llamamiento a “comprar para salir de la crisis” es necesario plantearse cambios que prioricen iniciativas colectivas, responsables y sostenibles para divertirse y también para vestirse, comer o aprender. Se trata del pequeño comercio frente a las grandes superficies, la agroecología frente a la industria de la alimentación intensiva, la cultura de la reutilización frente a la cultura del «usar y tirar». Su margen de negocio es pequeño, pero el comercio justo, la banca ética o las tiendas de productos ecológicos han conseguido hacerse un hueco y, a la vez, poner en entredicho el comercio convencional (no justo), la banca convencional (no ética) y la industria de la alimentación intensiva (no sostenible).

El día de los derechos del consumidor es un buen momento para repasar alternativas, como las de los IPC; buscar proyectos transformadores y comunitarios para un cambio de ritmo y de modelo.