Un espacio alternativo para enfrentar la crisis.

Toño Hernández, Comisión de Economía de Ecologistas en Acción de Madrid. Revista El Ecologista nº 75.

Diversos grupos de personas están uniendo prácticas alternativas –consumo responsable, finanzas éticas, comercio justo, grupos autogestionados de consumo, empresas de inserción social– en un espacio económico auto-referente, capaz de funcionar con cierta autonomía respecto a los mercados capitalistas. Estas experiencias de mercado social ya están en marcha en algunos lugares, con el objetivo de construir un movimiento social en el ámbito económico con una clara perspectiva rupturista.

La actual crisis es de tal calado que necesitamos encontrar respuestas a algunos interrogantes desde la óptica de las alternativas económicas. El mercado capitalista es un invento que funciona mal, a trompicones, dejando en el camino a muchas personas y territorios.

Si algo parece claro desde el punto de vista ecológico es que el estado de bienestar basado en producciones y consumos masivos no va a poder continuar. La nueva sociedad del bienestar podrá y deberá mantener y mejorar servicios básicos como educación, sanidad, atención social, pero para ello el mercado tendrá que estar supeditado a la sociedad y no al revés.

Menos claro es que pasará con el euro, si implosionará o si algunos países se saldrán o serán expulsados. No parece, en cualquier caso, que haya soluciones para las mayorías con monedas controladas por personas u organismos opacos y no democráticos que ponen el dinero al servicio de elites y no de las necesidades sociales.

El desmantelamiento de los servicios públicos y las prestaciones sociales junto al aumento del coste de la vida van degradando la situación de cada vez más personas, provocando lo que Syriza, en Grecia, ha calificado como crisis humanitaria que destruye los vínculos sociales y crea un estado psíquico colectivo en el que pueden proliferar propuestas autoritarias. A menos que ofrezcamos salidas concretas con las que recomponer el sentido ciudadano de colaboración sin exclusión.

Poco se puede hacer sin romper con los valores inculcados por el capitalismo para entender y practicar las relaciones económicas y sociales. Necesitamos actores económicos que sustituyan la competencia por la cooperación, el egoísmo por la solidaridad, el afán de lucro y la acumulación por la suficiencia, la obsesión por la cuenta de resultados por el interés en las personas y el entorno, la opacidad por la transparencia, la jerarquía por la participación.

Hacia otro tipo de mercado

Existen desde hace mucho tiempo empresas, organizaciones y grupos variados que funcionan con esas lógicas: comercio justo, consumo responsable, finanzas éticas, grupos autogestionados de consumo, empresas de inserción social. También existen desde hace años redes que relacionan a muchas de ellas en un nivel más bien de coordinación política.

Desde REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria) [1] surge hace años la pregunta de si sería posible unir todas esas prácticas en un espacio económico auto-referente capaz de funcionar con cierta autonomía respecto a los mercados capitalistas. La respuesta es claramente que sí, puesto que ya hay experiencias en ese sentido.

La novedad del Mercado Social es pretender extender esta relación al ámbito económico y comercial, ampliando alianzas intersectoriales, e introduciendo a los consumidores como actores del proceso de regulación económica. Definimos este espacio económico como “una red estable de producción, distribución, financiación y consumo de bienes y servicios y de aprendizaje común que funciona con criterios éticos, democráticos, ecológicos y solidarios, constituida tanto por empresas y organizaciones sociales y solidarias, como por consumidores/as individuales y colectivos”.

Para ello el Mercado Social se plantea unos objetivos no demasiado complicados, basados en la idea del apoyo mutuo:
- Cada componente de la red se compromete a consumir el máximo dentro de esta.
- Cada componente de la red se compromete a producir el máximo para esta.
- Cada componente de la red contribuye a crear otras iniciativas vinculadas a esta, depositando ahorros y excedentes en instrumentos financieros de la red.

Esta red nos debería permitir cubrir una parte significativa de nuestras necesidades socioeconómicas y experimentar nuevas formas de producir, consumir, invertir y vivir cualitativamente mejores. En la medida que seamos capaces de conformar esta red, potenciaremos nuestras posibilidades de transformar la realidad socioeconómica.

Vemos por tanto, que es algo más que una simple suma de añadidos empresariales que ponen en marcha una tienda donde colocar productos que atraigan a consumidores concienciados. El objetivo es construir un movimiento social en el ámbito económico con una clara perspectiva rupturista.

Estamos desarrollando un sistema de certificación que sea resultado de un proceso deliberativo, democrático y participado por las organizaciones y empresas proveedoras y por las personas y grupos consumidores. Un sistema de certificación que mida las aportaciones sociales de cada entidad y que también ayude a detectar las carencias y a formular objetivos de mejora; y que contribuya a difundir con claridad la responsabilidad y el compromiso que asumen las entidades del Mercado Social.

Otra pieza importante tiene que ver con la creación y uso de monedas sociales [2]. Ya existen muchos modelos de monedas complementarias que están funcionando en entornos variados y que están posibilitando ciertos grados de autonomía monetaria y una menor exposición a los riesgos de la economía especulativa. Por tanto, también nos planteamos caminar por esa senda, con prudencia. De hecho, en estos momentos, solo el Mercado Social de Madrid [3] y el de Cataluña [4], se han lanzado a experimentar con diferentes modalidades de moneda propia.

Para garantizar la legalidad de todas las actividades está prevista una cooperativa de ámbito estatal de la que formen parte las empresas, redes o mercados sociales territoriales, algunas cooperativas transversales de ámbito estatal (Coop57, Fiare, IDEAS…) y algunas organizaciones sociales estatales que garantizan y dan apoyo político al proyecto (Ecologistas en Acción, Options, Diagonal…), así como a los consumidores individuales o colectivos.

Lo deseable es posible, si lo intentamos

No podemos dejar el terreno de la construcción económica solamente en manos de empresarios o emprendedores que responden a la lógica capitalista. Pensar nuevas formas de resistencia y construcción económica se convierte en una obligación para no seguir dejando en manos de una elite peligrosa los inmensos recursos generados por los y las trabajadoras. Hay que añadir nuevas fórmulas a las ya existentes en las luchas y estrategias por el poder. No se trata de que todo el mundo dedique sus esfuerzos a esta tarea, pero sí que, con pequeños cambios en las costumbres, se promueva y facilite la consolidación de otros espacios de radicalidad económica.

Lo que estamos planteando no es nada novedoso. Se hizo en nuestro país, durante la República por el movimiento cooperativista y por otros sectores sindicales; lo han hecho los movimientos sociales de Latinoamérica posibilitando su hegemonía política tras las recetas neoliberales que destruyeron sus países.

No tenemos la seguridad de en qué puede acabar todo esto. Todo proyecto tiene sus riesgos y seguramente muchos más si se hace en el ámbito económico, teniendo que confrontar con unas prácticas y unas dinámicas que se han demostrado altamente inteligentes, resistentes y con capacidad de adaptación y asimilación de casi todo lo contestatario.

Pero en definitiva como en cualquier proyecto, lo importante es tener bien definidos los objetivos y la dirección. Luego nos hace falta inteligencia, flexibilidad y bien hacer, pero sobre todo ilusión y ganas para realizar los esfuerzos, individuales y colectivos, que supone avanzar por caminos no trillados. Es de esto último de lo que más necesitamos las personas, organizaciones y movimientos sociales que queremos construir un mundo mejor.

Participar en el Mercado Social es una buena forma de hacer ecologismo social, ya que la economía solidaria incorpora nuestras preocupaciones, aunque faltan desarrollos concretos de prácticas económicas más ecológicas. Para trabajar en ello, desde Ecologistas en Acción hemos decidido apoyar de forma activa este proyecto.

¿Qué tengo que hacer para hacerme socio del Mercado Social?

Madrid: Para ser Proveedor hay que enviar una petición a mercadosocialmadrid@konsumoresponsable.coop y recibirás información detallada sobre los pasos que hay que dar.

Si quieres ser una persona o entidad consumidora escribe a monedamesm@konsumoresponsable.coop y darán de alta tu cuenta para poder operar con la moneda social.

Cataluña: http://www.mercatsocial.cat/index.php/registrar

Resto lugares: Accede a cada territorio en http://konsumoresponsable.coop/mercado-social

[2] Ver artículo de Julio Gisbert en esta misma revista.