El posible cierre de un camino público adyacente al Refugio de Fauna “Las Hazadilas y Era Vieja” del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera presupone una interpretación errónea y sesgada de lo que debe ser un Uso Público de equilibrio entre conservación y disfrute responsable de la
naturaleza. Mientras tanto, siguen sin afrontarse los viejos problemas que
encorsetan y lastran el futuro de éste magnífico humedal.

El pasado mes de diciembre la coordinadora provincial de los Servicios Periféricos de Agricultura dirigía un escrito a los ayuntamientos de Ossa de Montiel, Argamasilla de Alba, Alhambra, Villahermosa y Ruidera comunicándoles que a partir del 18 de enero de 2013 las vecinas de estos municipios que quieran transitar por el camino (hasta ahora público y que recorre la margen izquierda de las lagunas desde el propio Ruidera) deberán solicitarlo formalmente a sus respectivos ayuntamientos. Estos a su
vez tendrán que elaborar un listado con personas interesadas, para remitirlo a Agricultura y esperar su autorización. Las visitantes del parque que no sean de las poblaciones citadas están obligadas a dirigirse a empresas especializadas y contratar los servicios de guías profesionales.

Transcurridos dos meses, no se ha consumado el cierre del camino. Pero no habido ningún desmentido ni aclaración oficial del pronunciamiento de Agricultura de diciembre, por lo que la orden puede hacerse efectiva en cualquier momento.

El escrito no aduce motivos o indicaciones que avalen esta limitación para acceder al paraje. Es una escueta orden que los municipios han de acatar y anunciarlo públicamente en las dependencias municipales. No cuenta, tampoco, con un respaldo o cobertura legal que lo ampare, pues ni siquiera cabe hablar de una decisión tomada por la Junta Rectora del Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera.

Con la perspectiva que dan casi veinte años de la aprobación del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) y en base a su desigual cumplimiento, celebramos que la dirección del parque atienda anomalías que las asociaciones ecologistas siempre hemos denunciado, como es la invasión de conocidos parajes en épocas señaladas, consecuencia lógica del fomento turístico de las lagunas al modo de playa de interior.

Sin embargo, medidas unilaterales como el cierre injustificado de caminos públicos, precedido de la inexistencia de un proceso de consulta a ayuntamientos y colectivos afectados, no van a incidir positivamente en la corrección de impactos del turismo en las áreas más sensibles. Además de tratarse de una fórmula no muy decorosa y ecuánime, es hasta posible que choque con preceptos legales de nuestro ordenamiento jurídico.

Estamos de acuerdo –de hecho, llevamos décadas reclamándolo– con la aplicación de mayores y efectivos controles de las actividades humanas en el interior y aledaños del parque, siempre y cuando estén avalados por informes de técnicos cualificados y respondan a intereses claros de conservación.

Con el cierre del camino de la finca, es de temer que puedan surgir conflictos aún evitables o que se extiendan corrientes de hostilidad contra las políticas de conservación de éste espacio natural.

Ecologistas en Acción pide la inclusión del camino del Refugio de Fauna “Las Hazadillas y Era Vieja” en la categoría de Zona de Uso Moderado que establece el PRUG, permitiendo su libre tránsito y en conexión con las diversas actividades interpretativas y educativas que se desarrollen. La prohibición del acceso motorizado en éste y otros caminos –dejando solamente el paso de vehículos a motor a propietarios y trabajadores de las fincas– resultaría a buen seguro el mejor medio de disuasión,
ejerciendo una selección per se que se traduciría en una disminución en la frecuencia e intensidad del uso del territorio.

Aunque siempre con retraso, es el momento de promover un turismo de bajo impacto (senderismo en pequeños grupos, rutas ornitológicas, itinerarios etnográficos, etc) en lugar de perseguirlo, que es lo que se desprende tras el anuncio de medidas así. Y de una mayor voluntad política y celo en la implacable persecución de no pocas actividades delictivas, como la práctica de deportes de motor y naúticos en zonas no autorizadas, la pesca furtiva, la propagación de especies exóticas, la mala depuración de las aguas residuales, las podas excesivas y recogida de leña, la obra nueva o la
interminable y vergonzosa sucesión de cortes, desvíos y usurpaciones de caminos públicos, ya sean cometidos por entidades públicas o particulares.