NO A LA INTERVENCIÓN MILITAR DE ESTADOS UNIDOS Y SUS ALIADOS EN SIRIA.

La anunciada intervención militar de EEUU, Gran Bretaña y Francia, con la colaboración de España y otros países en Siria, nada tiene que ver con el uso de armas químicas por parte de la dictadura de Bachar al Assad.

No sería la primera vez que EEUU utiliza una mentira mediática para justificar sus guerras (como la existencia de armas de destrucción masiva en Irak). Hasta ahora ningún organismo independiente ha podido certificar quién usó esas armas químicas. La misma oposición siria no armada y el comité de coordinación nacional por el cambio democrático, creen que esas armas químicas artesanales han sido usadas más de una vez por AlQaida. Es asombroso que las víctimas de las armas químicas que suponen aproximadamente un 1% de los 100.000 muertos desde el inicio del conflicto, sean valoradas de manera diferente al resto.

Es evidente que el uso de armas químicas es solamente un pretexto que oculta otras causas nada humanitarias. También es cierto que su uso es totalmente inaceptable pero no solo en Siria, sino también por EE UU e Israel y por el Estado español. EEUU usó municiones incendiarias con fósforo blanco y otras con uranio empobrecido en Irak. Israel ha utilizado fósforo blanco en sus ataques sobre Gaza. En España, existe el centro de almacenamiento y experimentación de La Marañosa (Madrid) que ya sirvió para producir armas químicas que se utilizaron en los años 20 en la guerra del Rif.

“Siria cuenta con un importante volumen de reservas de petróleo, que asciende a 2.500 millones de barriles y cuya explotación está reservada a las empresas estatales. Gran parte del interés de los países occidentales es apropiarse de estas reservas de crudo, junto a los inmensos yacimientos de gas que posee el país y que podrían abastecer a toda Europa durante décadas. Estos yacimientos son parte del valioso botín que ansían EEUU y Gran Bretaña. Como siempre, son los intereses económicos y geoestratégicos, y no los derechos humanos, ni los 355 muertos por las armas químicas, lo que mueven a las grandes potencias. En el último año han muerto más de 90.000 personas, que no han inquietado al gobierno de Obama.” (1)

Hablemos claro: EEUU y sus aliados en absoluto buscan con su intervención militar defender al pueblo sirio o promover la democracia. Busca conservar el poder de EEUU como “policía del mundo”, reforzar el poder del estado de Israel, ampliar sus zonas de influencia o la de sus aliados feudales, las monarquías del Golfo, en una zona estratégica del mundo y castigar a un aliado poco fiable que mantiene estrechas relaciones con rivales como Rusia, Irán y China… Y lo que es más importante: la defensa de un sistema basado en la explotación, en la apropiación de la riqueza y el poder por una minoría y en la justificación de un impresionante complejo militar-industrial que necesita de las guerras para alimentarse y desarrollarse. El mismo sistema que se apropia aquí de los servicios públicos, que convierte en mercancía nuestras vidas es el que impulsa las guerras en beneficio de los mercaderes de armas y del poder.

Pero el rechazo rotundo y claro de la intervención militar occidental no puede justificar en absoluto la sangrienta represión desatada por el régimen sirio contra sus gobernados en represalia por intentar deshacerse de su estructura que provoca una violencia y un empobrecimiento estructurales. Los aviones, la artillería y los misiles balísticos del ejército sirio han hecho de la muerte el principal titular, y a veces el único en la rutina de muchas zonas de Siria. No compartimos esa doble moral de quien denuncia las intervenciones militares de EEUU y justifica las del régimen sirio, que consideran un régimen legal (cuando su origen es un golpe militar la mañana del 6 de marzo de 1963, como el del 36 en España), una doble moral que habla de la soberanía nacional siria pero no cuestiona la existencia de una base militar rusa en su territorio, que denuncia la intervención exterior occidental y de los mercenarios y voluntarios enviados por las monarquías del golfo y no las del Partido de Dios, Hezbollah, o de Irán, de Irak o Rusia. No podemos reducir lo que ocurre en Siria a un complot imperialista elaborado con mucha anterioridad, olvidando la reacción represiva de un estado policial frente a un levantamiento popular que exigía profundas transformaciones en la sociedad siria. . Los intereses de los distintas potencias mundiales o regionales (Occidente, Israel, Turquía, las monarquías del Golfo, Irán, Rusia… ), enemigos acérrimos de cualquier proceso revolucionario han transformado esa rebelión en una guerra civil sin salida. El antiimperialismo nunca debe ni puede justificar dictaduras que, forman parte del mismo sistema de dominación mundial, por muchas contradicciones que existan entre ellas.

Dos años y medio de conflicto en los que EEUU y la UE se han dedicado a alimentar la guerra civil, a echar leña al fuego. Ninguna iniciativa para resolver políticamente este conflicto. Vía libre para venta de armas a los contendientes, nada de despliegue de personal mediador y de interposición, impulso y permisividad para la intervención de mercenarios y militantes radicales que vienen de otras guerras (Afganistán, Libia, Malí, Irak) para alimentar ésta, pasividad y complicidad para la ingerencia en Siria de potencias y fuerzas políticas regionales (Irán, Turquía, Arabia Saudita, Qatar, Hezbollah…), bloqueo de todo diálogo político, reforzamiento de la propia dictadura de Bachar Al Assad al ofrecerle la coartada de defensa de la soberanía nacional siria frente a una intervención extranjera, dar la voz de la oposición al régimen a impresentables personajes fundamentalmente al servicio de las monarquías del golfo, ocultar la voz de la verdadera oposición no armada que se opone rotundamente a esta intervención militar. En resumen, en estos dos años y medio, EEUU, GB y Francia han empujado a las partes a radicalizarse dejando que el conflicto se pudra para justificar una intervención directa que les permita ganar posiciones.

Hace dos años y medio, un levantamiento ciudadano pacífico salió a la calle exigiendo libertad y justicia social en Siria. El estado sirio en manos de Bachar Al Assad respondió con una represión feroz rechazando toda posibilidad de diálogo que no fuera sobre la base de la continuidad del régimen y provocando la escalada de una guerra civil que se ha convertido en una crisis geopolítica en los que cada estado defiende sus intereses en la región. El balance es espeluznante para el pueblo sirio: más de 100.000 muertos, 4 millones de desplazados/as que han perdido todo, 1.500.000 exiliados/as y un país devastado.

Pero SÍ HAY SOLUCIONES: hay alternativas que obligatoriamente cuestionan este orden internacional impuesto.

- Embargo inmediato de todo tipo de armas a los contendientes, así como prohibición de toda financiación a los mismos; exigencia de alto el fuego y desmilitarización del territorio.

- Campaña de promoción de la deserción del ejército y de abandono de las armas. Servicios de apoyo a los desertores.

- El castigo y la exigencia de responsabilidades a todos los estados, empresas y organizaciones que introducen armas y soldados para atizar el conflicto, que intervienen o van a intervenir directamente en él, o que permiten que depositen dinero y bienes en bancos externos y que mantienen intereses y negocios con ellos.

- El despliegue de personal mediador y de interposición que colabore en un proceso de diálogo y reconciliación.

- El apoyo a los sectores sociales proclives a salidas pacíficas al conflicto, organizaciones civiles, de mujeres, pacifistas, humanitarias, de ayuda a las víctimas, etc. de Siria.

- Plan internacional de apoyo a los refugiados y desplazados; y de reconstrucción del país en apoyo de los cientos de miles de personas empobrecidas por la guerra que les ha hecho perder sus casas y bienes.

- Persecución penal contra criminales de guerra de ambos bandos.

La defensa del pueblo sirio, al margen de los intereses de los estados y de las potencias de uno u otro signo, es el único fin a la guerra. Lo que al pueblo sirio le urge, es el fin del conflicto, la paz. La población siria necesita poder vivir, alimentarse, un techo, tener acceso a la educación, a la sanidad y poder expresarse libremente. La intervención militar anunciada sólo puede añadir más destrucción a la destrucción y debilitar, todavía más cualquier opción de diálogo político. Apoyar al pueblo sirio contra el imperialismo, la intervención exterior y la dictadura de Assad, es la única posición coherente en el combate del pueblo sirio por la dignidad, la justicia social y la libertad.

Defendamos una cultura de paz y de no violencia, que luche contra la violencia estructural de un sistema basado en la explotación, en la desigualdad y en un aparato militar que las sustenta.

Luchemos contra nuestro propio militarismo: pertenencia a la OTAN, bases militares, gasto militar, industrias de armas, cultura violenta, diplomacia basada en la dominación. No olvidemos que “la guerra empieza aquí”, en las bases de Rota, Morón y Gibraltar y defendamos unas relaciones de igualdad entre los pueblos y de promoción de la justicia social en todo el mundo.

La R.A.N.A. está compuesta por: Ecologistas en Acción de Andalucía, Confederación General del Trabajo de Andalucía (CGT-A), Casa de la Paz de Sevilla (Mujeres de Negro, Alternativa Antimilitarista-M.O.C. Sevilla, REDPAZ), Ahimsa (Málaga), M.O.C.-ELAIA (Puerto Sta. María), Madres contra la Droga ANDAD (Puerto de Sta. María), RANA de Algeciras.