Desde hace unas semanas, está en exposición pública el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Logroño (PMUS), elaborado por el Ayuntamiento con el principal objetivo de no perder subvenciones al transporte público, ya que la Ley de Economía Sostenible obliga a las ciudades de más de 50.000 habitantes a contar con este tipo de Plan. Esta es la razón fundamental de la realización del PMUS, pues una vez más, nuestro Ayuntamiento sólo realiza planes y estudios relevantes en el campo ambiental cuando es obligatorio por Ley y agotando los plazos, como también ocurre con el Estudio de Ruidos.

En cualquier caso, la realización del PMUS debiera ser una oportunidad para replantear la movilidad en nuestra ciudad en sentido amplio, evitando reducirlo al problema del tráfico. La introducción de la palabra «sostenibilidad» en el título del Plan, aunque puede ser una concesión a la moda, alude a un problema muy real: consumimos más recursos de los que nos corresponden y estamos modificando el clima del planeta, circunstancias ambas que sufrirán en el futuro nuestros descendientes. El petróleo, que es el principal soporte de la movilidad, es una energía no renovable cuya disponibilidad desciende a ritmo acelerado. Por ello, parecería lógico que el nuevo PMUS asumiera como objetivo principal la reducción del consumo de energía no renovable y la reducción de las emisiones de humos contaminantes, al menos si pretendiera tomar en serio el concepto de sostenibilidad.

Sin embargo, la propuesta del Ayuntamiento, disponible en www.movilidadlogroño.es, es absolutamente ineficaz. A pesar de proponer más de 100 medidas, ni una sola de ellas está enfocada a reducir el tráfico de vehículos a motor, los cuales son los únicos responsables de la contaminación y del consumo de energía fósil. El Plan se extiende en propuestas de mejora de las condiciones de peatones, ciclistas y autobuses urbanos, pero no valora si el incremento de estos modos de transporte restará usuarios al coche. De nada servirá un aumento del porcentaje de modos de transporte distintos al coche si en general aumenta la movilidad, como ocurre inevitablemente en una ciudad, Logroño, con tendencia a expandirse cada vez más.

Para los vehículos a motor, el PMUS propone establecer limitaciones de velocidad en el interior de los barrios y regulación de aparcamientos O.R.A., pero a cambio consagra las vías principales de la ciudad a la movilidad motorizada, derivando a peatones y ciclistas hacia una intrincada red de itinerarios secundarios a través de las calles de menor anchura. Esta idea está ensayada en otras ciudades y puede reducir el tráfico en ciertas zonas, pero genera un incremento de coches en los bordes de la zona «calmada». Malas noticias para los vecinos de las calles Chile, Vara de Rey, Murrieta, Gran Vía, Duques de Nájera, Gonzalo de Berceo o Avenida de la Paz, pues el PMUS les otorga los primeros niveles de la jerarquía urbana de Logroño, esto es, deberán sufrir más tráfico, más humo, más ruido y más accidentes. En definitiva, la propuesta no garantiza en absoluto la reducción del tráfico motorizado a nivel global, tan sólo en algunas áreas. No se plantea un objetivo de reducción del tráfico motorizado, ni propone indicadores para su control, ni tan siquiera analiza la evolución en los últimos años de la ciudad. El PMUS no sabe dónde estamos y no sabe a dónde queremos ir.

Pero aunque el contenido del PMUS fuera significativamente mejor, su relevancia dentro de la política municipal es muy escasa. No tenemos más que echar un vistazo a la memoria económica: poco más de 8 millones de euros de inversión en 10 años.

Contrasta grotescamente con el reciente Plan de Infraestructuras 2012-2025, que prevé gastarse 33 millones de euros en obras cuya única finalidad es agilizar la movilidad motorizada en toda la ciudad, lo que inevitablemente conduce a un aumento del uso del vehículo privado, como está sobradamente demostrado.

La prioridad que concede el Ayuntamiento al vehículo privado choca con los datos del documento de Análisis del propio PMUS: en nuestra ciudad, el 60% de los desplazamientos se hacen a pie, el 30% en vehículo privado y el 10% restante se reparte entre el transporte público y una pequeña fracción en bicicleta. Siendo así, ¿por qué entonces es tan desproporcionada la inversión en asfalto y aparcamiento en relación a la inversión en aceras y espacios libres? Sólo hay que comprobar cómo los presupuestos municipales de los últimos años, independientemente del color político de la Corporación, conceden absoluta prioridad a los automóviles, a pesar de ser minoría y causar los principales problemas del centro de Logroño: ruido, contaminación, congestión, accidentes y falta de espacio.

No hay sostenibilidad posible sin una reducción del tráfico de vehículos a motor. No basta con cambiar los coches actuales por coches eléctricos, que últimamente es una de las propuestas estrella de cualquier gestor municipal de nuestro país. Así simplemente se traslada el problema de las emisiones a la central de producción de electricidad, que en nuestro caso está en Arrúbal; y no resuelve el problema de los accidentes, la congestión o la falta de espacio.

No pedimos la peatonalización total de la ciudad, puesto que reconocemos que la circulación de vehículos a motor es necesaria para el funcionamiento cotidiano de la ciudad: reparto de mercancías, emergencias, personas de movilidad reducida, etc. Pero defendemos que la prioridad en la movilidad sea total y definitivamente para peatones, ciclistas, autobuses y aquellos vehículos indispensables (taxis, repartidores, emergencias, residentes, etc.), limitando significativamente el tráfico en el centro de la ciudad al resto de vehículos. Sólo políticas y actuaciones decididas pueden reducir el consumo de energía y la contaminación, aunque ello suponga mayores incomodidades para los conductores. Merece la pena dedicar 30 minutos más cada día a caminar o pedalear, si a cambio mejora el aire, hay menos accidentes, disfrutamos de más espacio libre, ahorramos energía y dinero, y disfrutamos de una ciudad más amable. Por no hablar de lo beneficioso para la salud que es… cuando no hay coches cerca.

En definitiva, el PMUS puede servir para lograr la subvención para el transporte público que desea el Ayuntamiento, pero es escasamente eficaz en la reducción de la insostenibilidad. Por el contrario, continúa la actuación habitual de las sucesivas corporaciones, apoyando incondicionalmente la movilidad motorizada, que no deja de aumentar, y dando bandazos sin sentido con respecto al resto de ciudadanos: absurdos carriles bici a costa de las aceras; peatonalización total de calles con discutibles resultados; alteración continuada del sistema de transporte público; etc. Una vez más, se impone una minoría conductora con gran poder de decisión a una mayoría silenciosa de ciudadanos peatones que sufrimos las consecuencias.