La creencia de que una mayor dosis de un producto asegura una mayor efectividad está muy arraigada.

Dr Lavandero. Revista El Ecologista nº 79.

- ¡Para! – le dije yo, justo cuando se disponía a echar el detergente en la máquina.
- ¡Pero si estoy echando sólo medio cacito! – protestó ella, pensando, seguramente, que me estaba volviendo un tacaño.

La escena doméstica sucedió en mi casa hace algún tiempo. El dosificador del detergente (una jarrita de plástico que venía con el producto) tenía una capacidad de 250 ml, de forma que el “medio cacito” correspondía a 125 ml. Mirando la tabla impresa en el paquete comprobé que, en condiciones de “poca suciedad” y agua “blanda o media” (las circunstancias aplicables a este caso) el fabricante recomendaba 70 ml (poco más de la mitad de lo que mi hija adolescente estaba echando a ojo).

La solución para evitar este sobreenjabonado fue sencilla: poner una marca con un rotulador indeleble en el nivel recomendado por el fabricante. Pero el incidente me planteó algunos interrogantes: ¿Estamos echando demasiado detergente en nuestras lavadoras? ¿Cómo podríamos ajustar mejor nuestras dosis?

Hay, al menos, dos motivos por los cuales la gente tiende a poner una cantidad de detergente excesiva en la lavadora:
- Algunas personas creen firmemente que una dosis mayor de la recomendada por el fabricante asegura un mejor lavado.
- Otras calculan a ojo, sin medir la dosis, y utilizan una cantidad excesiva (aquí entra en juego el efecto “jarrita dosificadora engañosa”).

¿Más detergente = más limpieza?

La creencia de que una mayor dosis de un producto asegura una mayor efectividad está muy arraigada. Sin embargo, más detergente no significa más limpieza. De hecho dos efectos frecuentes de la sobredosificación son:

  • Ropa menos limpia: Un exceso de detergente puede crear una marea espumosa en el interior de la lavadora que eleva la suciedad y los restos sólidos sobre el nivel del agua, dificultando su eliminación en el proceso de aclarado. Por eso, cuando se pone demasiado detergente, es posible que la ropa salga con pelos y pelusas o, incluso, sucia.
  • Problemas para la lavadora: El exceso de espuma también puede dejar residuos en el cajetín o en los conductos de la lavadora que, a la larga, acaben dificultando su buen funcionamiento.

Cálculos a ojo

La referencia básica que utilizamos para echar el detergente “a ojo” es el dosificador que proporciona el fabricante. Y lo cierto es que muchos de esos dosificadores tienen un tamaño excesivo y unas escalas difíciles de leer (a menudo, aparecen impresas en relieve en el mismo color del plástico y no tienen marcas claras que señalicen las dosis estándar que se recomiendan en el paquete).

¿Soluciones?

Hay que reconocer que acertar con la dosis adecuada de detergente no es tan fácil. No sólo influye la dureza del agua (las aguas duras requieren mayor dosis que las blandas) o el grado de suciedad de la ropa; la cantidad de agua consumida por ciclo de lavado (que varía según el modelo de lavadora y el programa de lavado elegido) o el tipo de ropa también son aspectos a tener en cuenta. Conviene recordar que, en los últimos años, las lavadoras han reducido sustancialmente su consumo de agua por ciclo de lavado. Por ello se necesita menos producto para alcanzar la concentración óptima de detergente en el agua.

Algunas propuestas prácticas

  1. Experimenta con dosis decrecientes de producto hasta encontrar la cantidad de detergente más adecuada a tus circunstancias.
  2. Si tienes una lavadora eficiente, seguramente necesitarás dosis inferiores a las recomendadas por el fabricante.
  3. Haz una o varias marcas en el dosificador para aplicar la dosis que consideras idónea; evitarás poner a prueba continuamente tu agudeza visual.
  4. Si tienes una prenda con manchas, aplica sobre ellas un producto detergente con algo de agua y luego haz tu colada utilizando la dosis habitual.