Ecologistas en Acción considera que los objetivos de la UE para 2030 en materia de emisiones, anunciados hoy, son claramente insuficientes y alejados de las recomendaciones científicas. Además, establecer un objetivo de solo un 27% para las energías renovables, y no anunciar un nuevo objetivo obligatorio para la eficiencia energética, demuestra que la UE vive de espaldas a la urgente encrucijada climática en que nos encontramos. Las energías fósiles seguirán jugando un papel dominante con efectos muy negativos. Además, la Comisión renuncia a establecer un marco regulatorio vinculante para el fracking, anteponiendo los intereses de las empresas gasísticas a la protección de la salud y el medio ambiente

En el paquete de medidas, la UE establece un objetivo (que deberá ser ratificado por los jefes de Estado) del 40% de reducción de las emisiones para 2030 (con respecto a los niveles de 1990), aunque las presiones de algunos países podrían hacer que ese objetivo se redujera hasta el 35% o incluso menos. Porcentajes muy por debajo del 50-60% de reducción que se tendría que alcanzar hasta 2030, según los cálculos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Los científicos advierten de que las emisiones deben alcanzar su máximo en el 2020 para evitar un calentamiento superior a 2 grados, más allá del cual los efectos del cambio climático se volverán catastróficos e irreversibles. Con medidas timoratas e irrisorias como las anunciadas hoy por la Comisión este reto se hace inalcanzable.

Además en el anuncio de hoy no se establecen objetivos por Estados en la implantación de energías renovables o de eficiencia energética. La Unión Europea consume demasiada energía, la mayor parte de origen fósil (el 75%), e importada (más del 50%), una situación que la hace fuertemente dependiente de los precios internacionales de las materias primas, que no paran de crecer. Reducir el consumo de energía, fundamentalmente de fuentes fósiles, es un imperativo, no sólo en la lucha contra el cambio climático, si no además para lograr una economía independiente y sostenible.

Son ya muchos los estudios que muestran los beneficios económicos y sobre la salud de la población y del medio ambiente de apostar por una economía baja en carbono, pero los intereses de una industria que se resiste al cambio están pesando en las decisiones políticas que deben tomarse para lograr objetivos ambiciosos en este ámbito.

Con su renuncia a regular el fracking, la Comisión abre las puertas a una técnica extractiva que implica graves riesgos y se enfrenta a la oposición social. Permite que se inviertan recursos que deberían destinarse a medidas de ahorro, eficiencia y renovables, las únicas herramientas válidas para la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad.

El mercado de carbono -es decir, la compra venta de derechos de emisiones- es otra de las herramientas que se han mostrado ineficaces en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, la UE insiste en su desarrollo, junto con el del mercado interior de la energía, pese a que el libre mercado es incapaz de lograr un desarrollo sostenible, justo y equitativo, con objetivos a largo plazo.