Todos los parámetros indican que el número de víctimas superarán con mucho las previsiones de la ONU, aunque éste no se podrá conocer de forma exacta. No sólo hay que tener en cuenta a los afectados directamente en las proximidades de la central de Chernobil y los liquidadores, sino el aumento de enfermedades de todo tipo entre los millones de personas que han sufrido un aumento a la dosis radiactiva a la que están expuestos. Es imprescindible realizar estudios epidemiológicos en toda Bielorusia, y en las zonas afectadas de Rusia y Ucrania, incluido Kiev.

Ecologistas en Acción asiste atónita a la publicación del nuevo informe de la ONU sobre los efectos de Chernobil. Junto a la excelente noticia de que la multiplicación de cánceres infantiles de tiroides no supondrá un aumento espectacular de mortalidad, porque el 99% se consiguen curar, aparece una escandalosa rebaja en la evaluación de los efectos directos, tanto sobre los liquidadores, como sobre las víctimas infantiles y las poblaciones que han sufrido la exposición a las nubes radiactivas o el aumento de radiactividad en el agua que consumen, incluida la población de la ciudad de Kiev, con 4,5 millones de habitantes.

Las cifras aproximadas barajadas por los expertos de muchos países hablan de decenas de miles de muertos entre los liquidadores, a lo que hay que sumar los afectados, sobre todo en Bielorrusia. El número de malformaciones congénitas aumento espectacularmente en los años siguientes al accidente, lo que superaría con creces las cifras dadas por la ONU.

Existe una gran acumulación de evidencias que muestran que las cifras del informe son estimaciones claramente a la baja: La superficie total contaminada por el cesio-137 con un nivel superior a 37.000 Bq/m2 es de unos 144.000 km2; el 2% de Bielorrusia (unos 4.000 km2) está contaminado con niveles de plutonio que superan 0,37 kBk/m2. Los peces del lago Kojanovskoe, en Rusia, alcanzaron niveles de radiactividad 60 veces superiores a los límites de seguridad de la Unión Europea, llegando a alcanzar los 40.000 bequerelios de cesio-137 por kilogramo. El profesor Alexander Ivanovich Avramenko, jefe del Departamento de Protección de la Salud de Kiev, declaró en 1995 que “la morbilidad general ha aumentado un 30%, la hipertensión se ha triplicado, la isquemia cardiaca se ha incrementado un 103%, las úlceras un 65,6%, la diabetes un 61%, y los ataques cardíacos un 75%. Los patrones clínicos están cambiando para muchas enfermedades debido a la depresión del sistema inmunitario”.

La única forma de conocer los efectos reales del accidente es realizar estudios epidemiológicos en las zonas afectadas y comparar sus niveles de mortalidad y morbilidad actuales con los que se daban antes del accidente. Por ejemplo, los científicos suecos han encontrado una clara correlación entre el aumento de todo tipo de cánceres (unos 800 en total) y la radiación de Chernobil (véase http://www.sweden.se y http://news.bbc.co.uk).

La publicación de este informe para Ecologistas en Acción es irresponsable por la sensación que se genera de que el accidente nuclear más grave de todos los tiempos, que expelió una cantidad de radiactividad muy superior a las bombas de Hiroshima y Nagasaki, es un suceso perfectamente asumible, pero también por el desprecio a las víctimas y a sus familiares, puesto que viene a despreciar su sufrimiento. La edición de este informe sólo se puede explicar por la presiones de la industria nuclear de todo el mundo para cambiar un panorama que hoy les es totalmente desfavorable. Elementos claves de esta presión son la OIEA, agencia dependiente de la ONU que tiene como uno de sus fines declarados la expansión del uso de la energía nuclear para la paz, o los gobiernos ruso y ucranio interesados en el desarrollo nuclear en sus países que no han tenido problemas en falsear las cifras del accidente y en ocultar sus verdaderos efectos, lo que, por otra parte, les eximiría de posibles responsabilidades económicas futuras. La ONU puede sufrir un gran desprestigio en su papel de árbitro internacional si se sigue plegando a presiones de agentes económicos o políticos particulares.