ENRESA descarta el riesgo de impacto de aviones en el diseño del ATC [1], incumpliendo las recomendaciones del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) [2].

Ediles de varias corporaciones del entorno de Villar de Cañas, pertenecientes a la Plataforma Contra el Cementerio Nuclear, en la que participa Ecologistas en Acción, presentan alegaciones en el procedimiento de autorización previa. Todos los residuos, radiactivos de alta actividad, pasarían junto a viviendas de Villares del Saz y Villar de Cañas. Este procedimiento es el primero de una serie de largos trámites que durarán más de 2 años.

En las alegaciones presentadas, se exponen toda una serie de deficiencias en tres aspectos: falta de transparencia, diseño y terrenos.

La falta de transparencia de todo el procedimiento y la ausencia de espacios para la participación ha sido una constante en todo este procedimiento. En este caso se ha dispuesto de únicamente 8 días para preparar las alegaciones sobre una documentación con más de dos mil folios y mapas.

En cuanto al diseño, se descarta la integridad frente a un impacto de avión. A pesar de que «se ha comprobado que en la zona de estudio discurren 5 pasillos aéreos, 2 pares de espacio aéreo inferior y superior, y otro pasillo de navegación aérea de reactores militares» [1]. Además de no tener en cuenta las condiciones impuestas por el CSN, se aparta de las características del almacén considerado homólogo (el HABOG de Holanda), que sí es resistente al choque de aeronaves [3].

Además se ha dado a conocer que todos los residuos radiactivos de alta actividad (más de 4.000 contenedores en unos 1.300 convoyes) pasarán por los pueblos de Villares del Saz y Villar de Cañas, a muy pocos metros de las viviendas, con una dosis estimada de 0,012 mSv (milisieverts) por cada convoy, equivalentes a una radiografía de cráneo. Los vecinos de las viviendas más próximas podrían recibir anualmente dosis superiores a 0,15 mSv, sin consentimiento, sin beneficio alguno y de forma indiscriminada (a embarazadas y niños también). La dosis acumulada durante los 20 años en los que se prevé transporte puede ser preocupante, incluso excluyendo averías o paradas. No obstante hay daños por radiación que no dependen de la dosis (estocásticos), sino del azar o mala suerte.

Gracias a la información remitida por la Consejería de Fomento a los ayuntamientos, se ha podido conocer más datos sobre los terrenos. Que no hacen sino corroborar lo que la Plataforma y sus organizaciones llevan diciendo desde hace mucho tiempo: que los riesgos geológicos e hidrogeológicos son incompatibles con una instalación como el ATC. «En los pozos excavados la profundidad del agua está muy próxima a la superficie del terreno no sobrepasando, en general, los 2 ó 3 m» (pag. 256). Así mismo, se aportan datos de la vulnerabilidad de las bóvedas de almacenamiento al riesgo de migración de los radionucleidos, puesto que éstas se encontrarían por debajo del nivel del acuífero, que además tiene una rápida conexión con el río Záncara y una capacidad de movilización de hasta 10m/h.

La documentación ahora conocida, es la primera relevante sobre el ATC. Por ello y en aras de la transparencia la Plataforma pone a disposición de los ciudadanos la documentación íntegra (que el Ministerio de Industria se niega a facilitar) a través de un enlace de descarga: http://we.tl/lyPBamsjY7

Por su lado, el presidente de ENRESA se esfuerza en trasmitir la idea de que las obras del ATC se han iniciado, de modo que ha emprendido una ofensiva propagandística mostrando unas obras (el vivero de empresas y un laboratorio) que nada tienen que ver con el ATC.

Los científicos que ahora están en Cuenca en unas jornadas de I+D sobre gestión de residuos nucleares
[4], deberían recibir una explicación por parte de la dirección de ENRESA sobre los fines de estos edificios. ¿Por qué no destina esos fondos a I+D, que sí es un fin estatutario de ENRESA?. ¿Dónde han ido a parar los 135.790,00 Euros que la Fundación ENRESA entregó en 2012 al «Ayuntamiento de Villar de Cañas, con diversas asociaciones»? [5].

Notas

[1] Página 117 del Estudio de Caracterización de los Terrenos