Otro año más, las presiones de las protectoras y de los grupos ecologistas no han frenado al Ayuntamiento de Tomelloso, quien sigue obcecado en incentivar la violencia contra los animales en el recinto ferial, como los carruseles de ponis.

Tristemente, los ponis han acabado por integrarse en el paisaje ferial. El gobierno local conoce perfectamente la opinión contraria de colectivos y particulares a que este tipo de atracciones sean bienvenidas en la localidad. A excepción de 2011 – en el que una ciberacción de Ecologistas en Acción apoyada masivamente por cientos de firmas conseguía que Festejos declinase conceder licencia al carrusel – los ponis no han faltado a ninguna cita desde hace más de una década.

La explotación y exhibición de animales para nuestro esparcimiento es del todo injustificable, inmoral, de un egoísmo insultante y antipedagógico. Los ponis son obligados a realizar maratonianas jornadas de trabajo, en las que suelen dar de media entre 1.500 y 2.000 vueltas. En muchos casos no son sustituidos para el descanso, sufriendo, además, elevados niveles de estrés a consecuencia del ruido o del impacto visual de los focos próximos (lo que les provoca ceguera). Soportan el peso constante de los jinetes, lo que junto con las sillas de montar, no acordes a su tamaño, terminan infringiéndoles fuertes dolores o desviaciones de columna. Estos caballitos son muy frágiles, no acostumbrándose nunca a un tipo de vida completamente antinatural y miserable.

Normalmente se trata de instalaciones que no ofrecen medidas de seguridad demasiado fiables al público infantil, su destinatario habitual. Los sistemas de sujeción de las sillas de montar no son consistentes, en el caso de que los haya. Si no se sigue una limpieza exhaustiva y constante de los orines y excrementos (algo difícil, si se tiene en cuenta que su actividad apenas se interrumpe durante las siete u ocho horas que duran las extenuantes jornadas) hay riesgo de contagio por contacto con la bacteria Escherichia coli, que en los casos más graves da lugar a intensas dolencias intestinales.

Por otra parte, nos encontramos con núcleos zoológicos raramente visitados por los servicios veterinarios para que comprueben si los propietarios llevan al día la cartilla sanitaria de los animales, su bienestar, las condiciones de alojamiento o las propias del transporte y descarga.

De nuevo, tenemos que recordar que los tiovivos de ponis fomentan valores de violencia y dominación en nuestra relación con los animales, desubicándolos del lugar que deben ocupar en la naturaleza y constriñéndolos a objetos de uso y explotación, desposeyéndolos de dignidad.

Ecologistas en Acción exige que el Ayuntamiento de Tomelloso redacte y apruebe una moción o bando por el que prohíba terminantemente la instalación en el municipio de carruseles de ponis y otras variantes de explotación y maltrato animal para ocio o diversión (como los circos).

Las autoridades municipales han afianzado la Feria en un marco propicio para el maltrato animal (no sólo los ponis sino las corridas de toros subvencionadas con dinero público), el consumo irresponsable de alcohol (Fiestas del Vino y los chiringuitos), la promoción de la mujer-florero (madrinas) y un programa pobre en variedad e interés cultural. Un hecho cada vez más constatable es la utilización partidista de las fiestas, ya sea en la invitación de pregoneros de dudosa reputación intelectual, afines a la peor derecha, o en el libro oficial de la Feria y Fiestas, convertido en un colorido y alucinante pasquín del Partido Popular.