Con motivo del Día Mundial del Urbanismo que se celebra cada 8 de noviembre, desde Ecologistas en Acción de Roquetas de Mar hemos querido conocer la opinión de Javier Cabello Piñar, profesor titular de la Universidad de Almería.

En una sociedad que ha sufrido y sufre las consecuencias económicas de la especulación urbanística, vemos la necesidad de plantear el tema del uso del suelo desde otra perspectiva: resaltando los beneficios de un buen planteamiento urbano en la salud y en la socialización de sus habitantes.

Queremos unos barrios amables con zonas verdes y bien comunicados para que la ciudadanía tenga una mejor vida. Queremos unos espacios naturales, integrados en el municipio, que sean respetados y aporten salud y equidad social. Tenemos que ser conscientes de ello y exigir a nuestro Ayuntamiento
que facilite y mejore nuestros espacios verdes de encuentro y nuestra movilidad urbana.

Cambios de uso del suelo.

El término Urbanismo se presta a diferentes interpretaciones. En primer lugar, la maldita burbuja inmobiliaria ha dejado a muchos ciudadanos con la mosca detrás de la oreja, y lo que antes se nos vendía antes como un motor
económico, a saber la construcción de viviendas para especular, ahora sabemos que era efectivamente era un motor, pero de los que se gripan. Por otro lado, no podemos obviar la realidad del crecimiento y urbanización de la
población mundial. En el siglo XXI más del 60% de los habitantes del planeta vivirán en ciudades, y particularmente en los países en desarrollo, lo hará unas pocas megaciudades de más de 20 millones de habitantes. Finalmente, el urbanismo representa una actividad profundamente transformadora de la superficie del planeta. No sólo por la ocupación física del territorio, sino también por la gran cantidad de recursos externos o “de servicios ambientales” que consumen. Cualquiera de estas tres interpretaciones, pero particularmente las dos últimas, plantean un reto a la Ecología, una rama del saber tan necesaria para mejorar nuestra calidad de vida en el siglo XXI, como la Biotecnología, la Medicina o la Ingeniería.

Actualmente hay dos formas en las que la ciencia de la ecología está respondiendo al urbanismo. 1) Estamos generando conocimiento y herramientas para comprender los efectos que tienen los llamados cambios en el uso y la cobertura del suelo (LULCC, por sus siglas en inglés), la principal amenaza para los ecosistemas del planeta en los
próximos 50 años. Mayor incluso que el cambio climático. Bajo este término, nos referimos a la transformaciones que tanto los ecosistemas naturales como los agrosistemas sufren. Cada vez que deforestamos o fragmentamos un área como la selva Amazónica, generamos una serie de impactos que no sólo afectan a las plantas y animales que allí dejan de vivir, sino que también provocamos cambios en el clima, lo que se manifiesta en muchas otras partes
del planeta. En realidad los cambios de uso y cobertura del suelo son el principal aliado del cambio climático, ya que perjudican a las plantas responsables de retirar CO2 de la atmósfera. 2) Desde hace apenas un lustro está surgiendo la llamada Ecología Urbana. Una disciplina emergente que pretende contribuir a hacer las ciudades más sostenibles y amigables. Es obvio que las ciudades crecerán, pero su crecimiento debe ser ahora más respetuosos que nunca con sus habitantes. A todos nos parecen unas ciudades más habitables que otras, y eso tiene mucho que
ver con las políticas de ordenación urbana que se han desarrollado en cada lugar. Junto a la movilidad, conviene recordar que los espacios verdes proporcionan enormes beneficios a los ciudadanos. Estudios hechos para toda la población de Gran Bretaña han mostrado cómo los espacios verdes no sólo mejoran la salud de los ciudadanos, sino que además son un elemento generador de equidad social desde el momento en que su aprovechamiento (mientras los ayuntamientos no lo mercantilicen) es gratuito, y por tanto, los beneficios en salud que proporcionan no están vinculado al nivel de ingresos. Es el momento de hacer frente al urbanismo y otros tipos de ordenación del territorio que sellan la superficie terrestre de una forma sostenible. La ocupación del suelo anula la capacidad del ecosistema de participar en procesos vitales tales como el intercambio gaseoso o incluso la generación de beneficios culturales.

No debemos olvidar que los efectos de los cambios de uso y cobertura del suelo no son ajenos a nosotros. Muy al contrario, se estima que su mayor impacto en las próximas décadas tendrá lugar en la Cuenca Mediterránea, dónde por cierto, no paramos de urbanizar el litoral.

Por Javier Cabello Piñar.