Pese a que Madrid registra desde hace cerca de un mes altos niveles de contaminación, pese a que, en solo una semana del año, dos estaciones de medición han superado ya los límites legales de dióxido de nitrógeno permitidos para todo 2015, pese a la grave afección que esto supone en la salud de la población, el Gobierno municipal sigue sin hacer nada efectivo para evitarlo y ni siquiera informa a la población.

Ecologistas en Acción califica de inmoral, además de ilegal, la falta de actuación del equipo de Ana Botella, contra la que pesa una denuncia por su gestión ante la contaminación del aire y advertencias de la Comisión Europea.

El anticiclón continúa, y con él los altos niveles de dióxido de nitrógeno, NO2, que siguen superando máximos legales a toda velocidad. Ayer, 7 de enero, la estación de Sanchinarro, con 18 superaciones, alcanzó el máximo que permite la ley para todo el año del Valor Límite Horario para dióxido de nitrógeno (200 microgramos de contaminante por metro cúbico de aire, valor que no debe rebasarse más de 18 horas a lo largo del año). Por su parte, la estación de Barrio del Pilar ya acumula nada menos que 27 superaciones en los pocos días de 2015. No son las únicas. Se trata de una situación generalizada en todo Madrid. En total, se han registrado 119 superaciones del valor límite en lo que llevamos de enero, en 13 estaciones de las 24 que componen la red. Del mismo modo, también ha habido superaciones en estaciones de la red que gestiona la Comunidad de Madrid, como Alcalá de Henares, Alcobendas o Colmenar Viejo.

Como denuncia Ecologistas en Acción, se trata de una situación tan grave como previsible. Madrid ha incumplido la legislación de calidad del aire relativa al dióxido de nitrógeno todos los años desde 2010, cuando entró en vigor, certificando el fracaso del Plan de Calidad del Aire de la Ciudad de Madrid 2011-2015.

Este Plan fue utilizado para solicitar ante la Comisión Europea una prórroga de los plazos de cumplimiento de los valores límite de NO2 en Madrid. Pero la prórroga no fue admitida por la Comisión porque, según argumentaron, resultaba “necesario incluir medidas de reducción de la contaminación más estrictas en los planes de calidad del aire”. Sorprendentemente, a pesar de esta reprimenda, el Gobierno municipal ha mantenido inalterado el Plan. Y día a día la realidad muestra lo que señalaron desde Ecologistas en Acción y la propia Comisión Europea: que el Plan no iba a reducir la contaminación a límites tolerables.

Muchas ciudades europeas se han enfrentado a situaciones similares dando prioridad a la salud de la población y adoptando medidas audaces para mejorar la calidad del aire, lo que siempre pasa por limitaciones al tráfico de automóviles y fomento del transporte público y otros medios. Ahí está la propuesta de París de ser una ciudad sin vehículos diésel (el principal generador de dióxido de nitrógeno y partículas) en 2020; los peajes de acceso al centro de Estocolmo (que aunque inicialmente impopulares, fueron aprobados por referéndum ciudadano tras comprobar sus ventajas); las restricciones al uso del coche en el centro histórico de Cambridge, en Reino Unido; o el caso de Hamburgo, la segunda ciudad más grande de Alemania, que va camino de prohibir todos los coches en su centro y convertir a miles de viajeros en ciclistas; y por terminar con un ejemplo más cercano, la limitación a 30 km/h en Pontevedra, junto a pacificación del tráfico en todo su centro histórico. Existen fórmulas efectivas para proteger la salud de la ciudadanía frente a la contaminación, por mucho que el Ayuntamiento de Madrid haga creer que la contaminación es inevitable.