En un mes decisivo para la adjudicación de obra del cementerio nuclear y después de una cadena de ceses sospechosos en Enresa, dimite el presidente de la empresa pública Francisco Gil-Ortega. Las razones personales que aduce para la retirada, no pueden esconder el malestar ante unas maniobras más que cuestionables del hombre fuerte de María Dolores de Cospedal. Para Ecologistas en Acción, la dimisión presenta la oportunidad de enterrar definitivamente el cementerio en Villar de Cañas (Cuenca), un proyecto peligroso, innecesario y politizado.

El nombramiento de Gil-Ortega como presidente de Enresa tuvo clara motivación política y su dimisión parece estar relacionada con la debilidad política. Mientras se pisaba el acelerador para adjudicar la obra del Almacén Temporal Centralizado antes de las elecciones, el pasado viernes el Ministerio de Industria aseguraba que necesitaba más garantías para adjudicar la obra principal del proyecto. Los enfrentamientos políticos dentro del PP parecen haber dejado a Gil Ortega sin sus apoyos.

Desde un principio, el emplazamiento de Villar de Cañas (Cuenca) fue cuestionado por los enormes inconvenientes desde el punto de vista técnico. Recientemente la consultora URS consideró el emplazamiento como “inadecuado” para una obra como el Almacén Temporal Centralizado (ATC) por no contar con las garantías necesarias para una cimentación segura. Existe un acuífero muy superficial que a menudo aflora a la superficie y la zona es propia para que se produzcan grandes oquedades, características que harían imposible una cimentación con garantías del ATC. A esto hay que añadir: el riesgo no despreciable de migración hacia el acuífero de radionucleidos en caso de fuga; así como la expansividad de las arcillas presentes en los terrenos que podrían dar lugar a grietas en las estructura del almacen, incompatibles con la estanqueidad requerida en un almacén nuclear.

A la vista de todos esos inconvenientes, el Consejo de Seguridad Nuclear estaba pendiente de conceder el permiso de construcción. Y, aun así, continuaban los movimientos en Enresa para adjudicar la obra este mismo mes de febrero. Presiones del sector nuclear, intereses de empresas particulares, enfrentamientos internos del Partido Popular han resultado en un cóctel que propicia la salid de Gil-Ortega. Pero además, las prisas de Gil Ortega se deben a que se enfrentan a un año con varias citas electorales que podrían dar al traste con el proyecto si triunfa alguna opción política que se oponga a él. Ya en mayo hay elecciones autonómicas y locales, que podrían cambiar el color de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Y en noviembre, las elecciones generales podrían marcar un cambio de rumbo decisivo en el proyecto. Esto motivaba las prisas de Gil Ortega para ir avanzando con el proyecto y tenerlo licitado antes de estas citas electorales.

Ecologistas en Acción, que anunció acciones legales en caso de que se adjudicase la obra del ATC, cree que es un momento perfecto para enterrar la idea del cementerio. Villar de Cañas no es el lugar indicado, y este no es el momento adecuado para construir un cementerio, ahora que la mayoría de las centrales han construído o proyectan almacenes individualizados. Se debe abrir un debate plural sobre el emplazamiento de los residuos nucleares, en el que primen criterios técnicos y no políticos. Y sobre todo es imprescindible reducir a mínimos esta basura radiactiva, abandonando la energía nuclear