En Holanda el consumo medio por habitante y día es de 135 litros, mientras que en Grecia, país más parecido a la Contraviesa por su climatología, es de 110 litros.
Con estos datos no se entiende entonces el que falte agua para consumo y se amenace con restricciones, ya que a esta dotación hay que añadir la entrada constante de agua a la balsa (que doblaría la capacidad) y los recursos propios -que alguno tendrán- con los que se han abastecido históricamente.

Volvemos a insistir, como decíamos hace años cuando se decidió la construcción de la balsa, que el problema está en no querer acostumbrarse a lo que uno tiene, y entre el riego de invernaderos y la proliferación de urbanizaciones, este verano se han «comido» el agua que supuestamente deberían disponer los habitantes para afrontar el otoño.

Lo de los invernaderos es sangrante, pues pagar el agua a 40 céntimos el metro cúbico es un negocio, ya que según estudios realizados en Almería, cada metro cúbico de agua utilizada en un invernadero produce casi 10 €, por lo que un consumo de 3500 m3 de agua en una hectárea de invernadero, con un gasto de 1400 €, puede producir unos beneficios de más de 30.000 €. Así no es de extrañar que a nadie le importe regar con el agua destinada a consumo humano, ya que es barata y da pingües beneficios.

Respecto al urbanismo desaforado debemos culpar a los responsables administrativos de todos los niveles,- autonómico, provincial y municipal- que están permitiendo que se construya a mansalva sin tener garantizado el suministro de agua potable. Vienen los turistas en verano, consumen toda el agua, algunos hacen su negocio y dejan las restricciones para la población residente, que es lo único que pilla de este «progreso» que le venden.

Por estas razones estamos en contra de que se construya una nueva balsa, porque para lo que va a servir es para que se instalen más invernaderos ilegales, se construyan nuevas urbanizaciones y dentro de cinco años estemos otra vez igual y pidiendo una nueva balsa.

Hay que saber dónde están nuestros límites y en la costa oriental granadina ya se han sobrepasado. Y ahora a ver quién pone remedio a esta situación.