Recogiendo el llamamiento de la Vía Campesina, Ecologistas en Acción se suma a una semana de eventos en defensa de la soberanía alimentaria. Este llamamiento, que lleva repitiéndose desde hace casi veinte años, se vuelve más relevante a la luz de los acontecimientos recientes.

España continúa siendo el país de la Unión Europea en el que se cultiva una mayor superficie de transgénicos, en concreto el maíz MON810, que produce una toxina insecticida. Los estudios de seguimiento del Gobierno de Aragón han constatado que, en los últimos años, este maíz no ha resultado más productivo que sus equivalentes no transgénicos. Sin embargo, los problemas que ocasiona este tipo de cultivos insecticidas, como la aparición de plagas resistentes de muy difícil control, han hecho que la propia Agencia Medioambiental Estadounidense recomiende limitar su utilización.

La Comisión Europea está considerando actualmente la aprobación de 14 OMG nuevos, algunos de ellos resistentes a los herbicidas y otros con rasgos insecticidas, o con una combinación de ambos rasgos. Esta decisión abriría la puerta a la posibilidad de cultivar en Europa variedades que toleran la aplicación de herbicidas, con los consiguientes problemas de proliferación de malezas resistentes. En EEUU, la superficie de malas hierbas resistentes a glifosato asociadas a la expansión de los transgénicos ocupa ya una superficie equivalente a la mitad de España.

Esto resulta especialmente preocupante teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud ha clasificado el glifosato, cuya utilización se ha disparado a raíz de la introducción de los cultivos transgénicos, como “probable carcinógeno”. La respuesta a este grave problema agronómico y ambiental ha sido desarrollar variedades que toleran varios herbicidas; ello conduce a los agricultores a un círculo vicioso donde cada vez resulta más necesario utilizar un volumen creciente de agroquímicos cada vez más tóxicos, que pasan a los alimentos.

La utilización de organismos modificados genéticamente (OMG) en la agricultura ha acelerado la introducción de sustancias extrañas en nuestro entorno, cuyos impactos sólo podemos detectar una vez han pasado los años y los efectos perjudiciales comienzan a manifestarse. En el caso de los organismos modificados genéticamente, estos efectos podrían ser irreversiblesEn este contexto, los eventos que esta semana tendrán lugar por todas las regiones de España nos permiten recordar la urgencia de abandonar este modelo, y conocer otras formas de producir y consumir que nos proporcionen alimentos seguros y respetuosos con el clima y con las personas.