Son incontables las veces que Guelaya-Ecologistas en Acción ha denunciado los vertidos de escombros y basura que se acumulan en la periferia de la ciudad, y nuestra frustración no puede ser mayor: desde la primera vez que denunciamos esta situación, los vertidos se han multiplicado por tres, y no hemos conseguido más que vagas promesas de las autoridades competentes de que en un futuro se tomarán medidas al respecto.

Especialmente grave es lo que está ocurriendo en el Camino de Carros, una pista que está llamada a ser el famoso Sendero Verde, uno de tantos proyectos de la consejería de medio ambiente de los que no hemos vuelto a tener noticias desde hace muchos meses. Los vertidos de escombros y todo tipo de desperdicios se suceden diariamente, a plena luz del día en muchos casos, y con total impunidad siempre. Muchos de estos vertidos se producen en el tramo que cruza por el espacio natural del barranco del Nano, que pertenece a la Red Natura 2000 de espacios naturales europeos; increíble. Otro punto vergonzante es el tramo de la pista que cruza el río de Oro, a escasos metros de la carretera de Farkhana, o el que discurre en paralelo al arroyo Alfonso XIII, cerca del jardín Valenciano.

A pesar de las numerosas denuncias públicas de nuestra asociación, ninguna de las instituciones que en teoría tiene jurisdicción sobre esta zona muestra el mínimo interés por remediar la situación. El hecho de que no se sepa muy bien si lo que ocurre en esta pista es competencia de la ciudad autónoma, del ejército o de la delegación del gobierno no debería servir de excusa para que este lugar presente tal estado de abandono y desidia, pero es así, y estamos hartos de oír cómo extraoficialmente estas instituciones se culpan unas a otras de la situación, y se pasan la bola de la responsabilidad de solucionarla.

Los melillenses no somos inocentes en este asunto; empezando por los que realizan estos vertidos con una falta absoluta de civismo y de ética, y pasando por los que piensan que tal acumulación de basura en nuestros espacios naturales no les afecta en nada, o por los que realizan una obra en casa y se desentienden del destino de los escombros resultantes de esa obra, los ciudadanos de Melilla somos responsables en un porcentaje muy alto de la actual situación. De hecho, cuando se le pregunta a un melillense sobre quién cree que son los que realizan estos vertidos, es muy habitual que culpe a un colectivo o a otro del desaguisado, tal como hacen nuestras autoridades. Por desgracia, esto no es así; en Melilla hace tiempo que el civismo brilla por su ausencia, y aquí no hay ricos ni pobres, todos ensuciamos. Quizás nos esté calando la desidia con la que la administración trata este tema, pero no hay institución ni colectivo que esté en posición de dar ejemplo en estos momentos. Sabemos de lo que hablamos, pues visitamos asiduamente los espacios naturales de Melilla, y somos testigos de actitudes nada cívicas de ciudadanos pertenecientes a colectivos como el ejército o el mundillo del deporte, colectivos que en cualquier lugar de la península gozan de merecida fama de civismo y ciudadanía.

¿Qué falla en Melilla? Es difícil hacer un diagnóstico definitivo, pero la situación ya hace tiempo que es intolerable. Para saber el efecto que esta suciedad produce en la gente que visita la ciudad, no hay más que preguntar a los que por motivos laborales pasan algún tiempo en Melilla: son muchos los que opinan que en estos momentos no es un lugar muy apropiado para vivir, y señalan la falta de limpieza como el principal motivo.

La acumulación de residuos en la periferia de la ciudad es, pues, sólo un síntoma de un problema mucho mayor, que es la falta de civismo de buena parte de los melillenses y la desidia de nuestras autoridades. El hecho de que algunas zonas de la ciudad aparenten estar medianamente limpias es porque a esas zonas se destinan más muchos más medios para limpiarla que al resto de la ciudad.

Propuestas de Guelaya-Ecologistas en Acción

Hemos propuesto ya en otras ocasiones que las actitudes incívicas relacionadas con los residuos sean sancionadas económicamente, como ya se hace en el resto de las ciudades del Estado, pero nuestra reclamación siempre cae en saco roto. Las sanciones económicas han supuesto un antes y un después para otras actitudes incívicas que se creían insalvables, tales como fumar dentro de los locales o no ponerse el cinturón de seguridad.

Asimismo hemos tenido que recordar ya varias veces a la consejería de medio ambiente que está obligada por la directiva europea de residuos a instalar los contenedores amarillos para envases, así como puntos limpios para depositar los electrodomésticos y el material electrónico de desecho. Las respuestas siempre han sido vagas y esquivas.

Desde Guelaya-Ecologistas en Acción avisamos también que los vertidos de escombros en la ciudad aumentaron de forma exponencial a partir de la entrada en funcionamiento de la planta de afinos. Este aumento de los vertidos está directamente relacionado con unos horarios de recepción de los escombros que no tienen en cuenta las horas a las que los pequeños contratistas pueden ir a tirarlos, y está relacionado también con el excesivo precio que se cobra por cada tonelada de escombros. Desde la consejería se nos aseguró en varias ocasiones que para evitar esto la planta de recepción de escombros tenía ordenado cobrar sólo a partir de la primera tonelada, pero esto nunca se ha cumplido; hemos tenido ocasión de comprobarlo.

Tenemos el convencimiento de que la aplicación de tales propuestas revertiría la situación en gran medida, pero ante el estado de paralización de la consejería de medio ambiente no albergamos ninguna esperanza de que se tomen medidas en la actual administración; habrá que esperar a la que salga de las elecciones de mayo para recordar esta cuestión a los nuevos responsables de la ciudad.

Mientras, la suciedad se acumula en los espacios verdes de Melilla, y empieza a adueñarse del resto de la ciudad.