La gran gasolinera del Atlántico amenaza gravemente los recursos de las islas y pone en riesgo permanente a la población canaria.

Un desastre que nos afecta a todos.

Se cumplen quince días desde el incendio del pesquero ruso Oleg Naydenov. El barco sigue expulsando fuel pesado altamente contaminante al mar desde los 2.700 metros de profundidad, y las manchas se esparcen a merced de las corrientes marinas y el oleaje. Lamentablemente se ha cumplido el peor de los pronósticos. Lo que no tenía que pasar, pasó, y nuestra gente ya está sufriendo las consecuencias de este desastre; nuestro recurso más preciado y frágil ha sido dañado de forma grave y desconsiderada.

Este apego a nuestro mar y a nuestra costa está haciendo que muchas canarias y canarios voluntariamente salgan a recoger piche y animales petroleados en un ejercicio de civismo, generosidad y solidaridad. Animamos pues a la gente que se quiera sumar al voluntariado que lo haga. No obstante, exigimos a todas y cada una de las Administraciones responsables que bajo ningún concepto instrumentalicen la labor voluntaria de la ciudadanía, y que pongan todos los medios materiales y humanos necesarios para paliar de manera efectiva los efectos del vertido.

Aún no hay versión oficial dentro de un oscurantismo informativo.

A quince días del accidente todo son especulaciones: nadie sabe a ciencia cierta que ha ocurrido realmente para que, de un incendio en un barco pesquero atracado en el dique exterior de un puerto de interés general, se haya pasado a derramar casi 1.400 toneladas de fuel pesado en aguas cercanas a la costa sur de Gran Canaria poniendo en riesgo a toda la población de esta Isla. Lo que sí sabemos es que la información facilitada ha sido hábilmente administrada ofreciendo a la opinión pública una visión controlada y ausente de riesgo. Y también sabemos que se ha prescindido de mucha información y recursos ofrecidos por nuestra comunidad técnica-científica, indispensable para una adecuada toma de decisiones. La realidad ineludible es que a quince días del accidente, ninguna de las Administraciones responsables ha sido capaz de ofrecer una versión oficial y coherente de los hechos.

Responsabilidad compartida.

La Ministra de Fomento Ana Pastor exponía hace pocos días que no podía hacer una valoración sobre las decisiones técnicas tomadas. No obstante, nos gustaría recordar que esas decisiones técnicas se tomaron en el seno de un consorcio donde representantes políticos de todas y cada una de la Administraciones responsables operan al unísono fuera del control democrático de los ciudadanos y ciudadanas canarias. Por ello, exigimos que se depuren todas y cada una de las responsabilidades, las penales y las políticas, para que se cumpla, por una vez al menos, la premisa de que «quién contamina, paga».

Un negocio para pocos, un peligro para todos.

Este mismo consorcio político-empresarial, véase la Autoridad Portuaria de Las Palmas, viene proyectando desde hace tiempo un modelo de Puerto que quiere convertirse en la «Gran Gasolinera del Atlántico». Estación de servicio especializada en logística y avituallamiento de hidrocarburos para grandes empresas que están esquilmando los recursos naturales de nuestro continente hermano. Grandes petroleras y arrastreros piratas parecen ser el objetivo de un negocio portuario manchado por la absoluta falta de ética y donde desgraciadamente prima el cuánto, y no el cómo ni el qué.

En el Puerto de Las Palmas se suministran al día tres veces más hidrocarburos de los que llevaba el Oleg Naydenov, y cuenta con una capacidad de almacenamiento de combustibles equivalente a más de 120 piscinas olímpicas. Además, está catalogado como un «punto negro» por la International Tanker Owners Poluttion Federation (ITOF), referencia mundial sobre contaminación marítima, por tres factores de riesgo claro: la ausencia de un plan específico para contingencias de alto riesgo, un tráfico entre las islas que oscila entre los 5.000 y 6.000 buques anuales y la posibilidad de un conflicto internacional, dada que la frontera con Marruecos no está delimitada. Por todo esto afirmamos que la «Gran Gasolinera del Atlántico» pone en riesgo permanente a toda la población, el agua del que se abastece y los recursos naturales y económicos de las islas.

Un desastre no sólo en la costa.

A pesar de todos los medios desplegados, el vertido ni desaparece ni se aleja de la costa, al contrario de lo que permanente ha sido expresado por las Autoridades responsables en un ejercicio de irresponsabilidad y falta de ética. La afección al medio marino no la veremos, puesto que según las estimaciones de los científicos apenas el 10 % de la fauna afectada por los vertidos llegará a costa, la contaminación persistirá en los ecosistema durante años afectando a todos los eslabones de la cadena trófica, desde el plancton hasta cetáceos y aves marinas, pasando por los recursos pesqueros. Nuestros espacios marinos protegidos, algunos de reciente creación, han sido afectados. En definitiva, denunciamos que el buen estado ambiental del medio marino que debemos preservar para alcanzar los objetivos de la Estrategia Marina, Directiva Europea de obligado cumplimiento, se ve seriamente amenazado por el proyecto de la «Gran Gasolinera del Atlántico».

Cadena humana el 10 de mayo en el Faro de Maspalomas a las 12 horas.

Por todo esto, Ben Magec-Ecologistas en Acción insta a la Fiscalía a continuar la investigación para esclarecer los hechos y depurar todas y cada una de las responsabilidades en este atentado medioambiental; y llamamos a la población canaria a que se una a la movilización convocada por distintos colectivos sociales y ecologistas el próximo 10 de mayo, a las 12 horas en Maspalomas.