Con la última ola de calor a las puertas del verano, el intenso tráfico motorizado de las ciudades y autovías de Castilla y León, las emisiones de las centrales térmicas de Anllares, Compostilla, La Robla y Guardo y la contaminación desplazada desde la ciudad de Madrid han provocado que se disparen los niveles de ozono en el centro y sur de la Comunidad.

Los niveles más elevados se han registrado en Zamora, donde el domingo y ayer lunes se alcanzó una media horaria de más de 150 microgramos de ozono por metro cúbico de aire, acercándose al umbral que obliga a informar a la población de que tome medidas de autoprotección, umbral establecido por la normativa en 180 microgramos por metro cúbico.

En el abulense Valle del Tiétar y en la provincia de Soria se han alcanzado 150 microgramos de ozono por metro cúbico de aire, mientras Aranda de Duero, Miranda de Ebro, León, La Robla, Palencia, El Maíllo (Salamanca), Medina del Campo, Valladolid y Zamora superaron los 130 microgramos por metro cúbico. Los datos de la estación de la ciudad de Palencia, que alcanzó 176 microgramos por metro cúbico el jueves por la noche, han sido eliminados entre ese día y el domingo de la página web de la Junta de Castilla y León.

En todo el centro y sur de Castilla y León, incluyendo el sur de Ávila y Burgos, León y las provincias de Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora llevamos una semana por encima del objetivo establecido por la normativa y/o de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para proteger la salud, lo que no ha motivado ninguna actuación informativa ni preventiva por parte de las autoridades regionales ni locales.

Es un esperpento que el único responsable público que haya hablado en estos días sobre la calidad del aire haya sido el exalcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, para en su carta de despedida vanagloriarse de dejar una ciudad “con una contaminación atmosférica ejemplar”, el mismo día en que el ozono se disparaba en las estaciones de Fuente Berrocal y Santa Ana a 135 microgramos por metro cúbico. Lamentable epílogo a cinco legislaturas dedicadas a esconder este grave problema sanitario, con la supresión de las estaciones de medición conflictivas, la manipulación de los datos o la ocultación de las alertas producidas.

Afortunadamente, el descenso de las temperaturas y las tormentas previstas para hoy y los próximos días van a aliviar la situación, lo que no es excusa para que la Junta de Castilla y León hubiera actuado advirtiendo a la población, en particular a aquellos grupos más sensibles (niños, ancianos, mujeres gestantes y enfermos respiratorios y cardiovasculares crónicos), para que se protegiera de los efectos del ozono en las horas centrales del día.

Ecologistas en Acción espera que las nuevas autoridades locales y autonómicas salidas de la última convocatoria electoral se tomen en serio el problema de la contaminación atmosférica, que afecta gravemente a la práctica totalidad de Castilla y León, con transparencia y respeto por los derechos constitucionales a la salud y al medio ambiente.

El ozono troposférico, también conocido como ozono “malo” por contraposición al de la estratosfera, es un contaminante secundario producido por la reacción entre la luz solar y el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos emitidos por los automóviles y algunas industrias. Por inhalación, provoca un incremento de los riesgos de enfermedades respiratorias agudas y reducción de la función pulmonar, así como el agravamiento de patologías cardiovasculares. La OMS estima en más de 2.000 los fallecimientos prematuros anuales en España producidos como consecuencia de la exposición a niveles de ozono como los registrados estos días en Castilla y León. El ozono, además de para las personas, es también tóxico para la vegetación, dañando los bosques y reduciendo la productividad de los cultivos