La ola de calor que está afectando a toda España y centro de Europa –y que

ya ha provocado 700 fallecimientos asociados a la misma en Francia- es una

muestra de cuales serán las condiciones climáticas con las que tendrá que

enfrentarse el planeta y en particular nuestra ciudad en un corto plazo de

tiempo si los poderes públicos y las instituciones internacionales no son

capaces de acordar medidas de control de las emisiones de gases de efecto

invernadero responsables del calentamiento global del planeta.

La situación que estamos atravesando este año 2015 es un anticipo de las
condiciones que pronto caracterizarán los veranos en la ciudad. Aunque
según la estadística a nivel estatal los meses de enero y frebrero han
sido un poco más frescos que la media histórica, los meses de marzo,
abril, mayo y junio han sido sustancialmente más cálidos (marzo +0,3º,
abril +1,7º, mayo +2,4º y junio +1,4º) con episodios extraordinarios en
Córdoba como el máximo de temperatura alcanzado el día 13 de mayo, en el
que el termómetro alcanzó la máxima histórica de 41,3º y las 19 jornadas
vividas a partir del 26 de junio en las que en 19 días consecutivos la
media de las máximas ha sido de 40,53º.

Este fenómeno se corresponde con el aumento de la temperatura a escala
planetaria de 0,85º desde la era preindustrial, incremento que para la
península ha sido de 1,50º y algo más en nuestra comunidad autónoma. Pero
es que, además, el ritmo de incremento de la temperatura crecerá en los
próximos años pudiendo suponer para finales de este siglo un incremento de
la media anual en Córdoba de 3,5º según datos de Naciones Unidas
proyectados a la comunidad autónoma por la Junta de Andalucía, que
supondría un incremento de la temperatura media en verano en nuestra
ciudad de entre 5º y 7º, lo cual la convertiría en un desierto
inhabitable.

Obviamente la solución a los problemas de incremento de la temperatura no
está en manos de una comunidad, en este caso de nuestra ciudad. Las
políticas que desarrolle la ciudad de Córdoba para mitigar el aumento de
temperaturas no son condición suficiente para parar el cambio climático,
pues para ello es necesario un esfuerzo a nivel internacional, sobre todo
de los países industrializados, prinicipales responsables de las emisiones
de gases de efecto invernadero cuyas consecuencias empezamos a sufrir
ahora.

Pero independientemente de las medidas que solidariamente con el resto de
los pueblos y ciudades sea necesario adoptar, esta ciudad tiene que
empezar ahora a implementar medidas de adaptación para poder garantizar
unas temperaturas mínimamente confortables, para asegurar una ciudad
habitable en las tórridas jornadas veraniegas que se avecinan. Las medidas
de adaptación deben buscar que la ciudad genere un microclima
incrementando las superficies arboladas, incrementando las zonas verdes,
sustituyendo superficies pavimentadas por superficies permeables
(sustitución del granito y el asfalto por zonas terrizas o praderas),
fomentando la construcción y rehabilitación bioclimática de viviendas,
diseñando las calles y plazas con criterios climáticos (arbolado, toldos,
elementos que proyecten sombras, instalación de sistemas de humidificación
del aire…), preparando equ¡pamientos públicos que permitan albergar a la
población vulnerable (enfermxs, niñxs y personas mayores especialmente)
durante los días con mayores temperaturas, algo así como centros de
estancia ciudadana durante las olas de calor.

En todo caso, este tipo de medidas hay que empezar a aplicarlas cuanto
antes, pues sus efectos no serán inmediatos (ritmo de crecimiento del
nuevo arbolado, secuenciación de las inversiones, investigación y
evaluación de las medidas adoptadas…).

Para Ecologistas en Acción es necesario actuar ya definiendo estrategias y
objetivos que contemplen medidas como las anteriormente detalladas.