Los II Encuentros internacionales se celebraron en Madrid el pasado junio.

Federico Ruiz, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 86.

Del 28 al 30 de junio tuvieron lugar en Madrid los II Encuentros internacionales de “Alternativas frente a los retos ecosociales”. Un año antes, en enero de 2014, se habían celebrado en Ginebra los primeros Encuentros, organizados por el colectivo ecosocialista suizo Solidarité. En ellos, y desde la constatación de su utilidad, se vio la conveniencia de realizarlos periódicamente dada la enormidad de la problemática ecológica, económica y política a que nos enfrentamos. La presencia y disponibilidad de varios militantes ecologistas y de otros colectivos transformadores del Estado español, más el gran interés que en Europa han suscitado el movimientos 15-M o la iniciativa política Podemos, llevaron a escoger Madrid como sede de este Encuentro, cuya organización ha corrido a cargo, básicamente, de Ecologistas en Acción y la revista Viento Sur.

El espíritu de los Encuentros, su vocación, es ahondar en la comprensión de las muy estrechas relaciones entre las dos grandes crisis que hostilizan a la humanidad, la económica y la ecológica; en una comprensión de que ambas son el producto de un sistema económico que no puede subsistir sin atacar a una fracción cada vez mayor de la población mundial y a la casi totalidad de los ecosistemas, puesto que su dinámica conduce, ya a corto plazo, a la depauperación de la mayoría y al colapso ecológico. Y, desde esa constatación, tender puentes entre quienes se enfrentan, exclusiva o preferentemente, a la crisis socioeconómica y quienes lo hacen a la destrucción ecológica; superar una división que a veces se ha manifestado en forma de desconfianza, cuando no de una percepción de estar defendiendo objetivos no ya solo independientes entre sí, sino incluso incompatibles.

Remar en la misma dirección

Las jornadas se estructuraron en dos formatos: plenarios y sesiones temáticas. En los plenarios se constituyeron mesas diversificadas, formadas por militantes políticos, sociales, sindicales y ecologistas de múltiples procedencias, donde debatir en torno a las cuestiones más generales –movimientos sociales ante la crisis ecosocial y alternativas políticas a la crisis ambiental en Europa–. El objetivo era exponer los diferentes enfoques y propuestas frente a unos mismos problemas, de modo que, sin pretender la utopía de llegar a acuerdos, al menos hubiera una intercomunicación de planteamientos y sensibilidades que propiciara una permeabilidad entre ellas, y que desvelara que, aunque no sea sencillo al principio, tenemos que remar juntos en la misma dirección y en el mismo sentido.

Las sesiones, que ocuparon casi toda la jornada del sábado, trataron de asuntos más específicos y desde una perspectiva más técnica, aunque en ningún caso académica o destinada a especialistas, sino siempre relacionándolos con los problemas generales y con sus implicaciones sociopolíticas. Las sesiones se desarrollaron siguiendo el esquema clásico de ponencias y posterior discusión, abierta o dinamizada por activistas que describieron sus experiencias reales, cotejándolas con la teoría y señalando los múltiples obstáculos de todo tipo a superar.

Por la mañana estas actividades se estructuraron en tres ejes simultáneos, con dos sesiones cada uno. El primer eje estuvo dedicado al cambio climático y a las perspectivas que abre la COP21 que tendrá lugar en París el próximo mes de diciembre (ver artículo en pág. 18). Aunque no se esperan de ella grandes compromisos institucionales, se pretende que sirva como caja de resonancia mediática de la toma de conciencia y compromiso de lucha contra el cambio climático de sectores cada vez más amplios de la población mundial.

El segundo eje versó en torno al modelo productivo, la energía y el empleo confrontados con la necesidad de decrecimiento del uso de recursos naturales, mientras que el tercero, bitemático, abordó por un lado las amenazas ecológicas y sociales que conllevan los tratados de libre comercio en esta época neoliberal, prestando especial atención al TTIP, y por el otro lado, la problemática ecológica y alimentaria de la agricultura.

Por la tarde, dos sesiones, también simultáneas, una de ellas sobre modelos de ciudad, los actuales y aquellos a que hay que tender, y la otra acerca de las necesarias transiciones ecosociales y las enormes dificultades culturales, jurídicas y políticas para llevarlas a cabo.

Quedan fuera del alcance de esta breve referencia compendiar las intervenciones, ni tan siquiera mencionar a los ponentes, a quienes se les podría aplicar el consabido tópico de que eran todos los que estaban aunque, obviamente, no estuvieran todos los que son. En cualquier caso, los títulos de las sesiones y plenos y los componentes de sus mesas pueden verse en www.alterecosoc.org, donde también se colgarán las propias intervenciones.

La concurrencia de público fue superior a las doscientas personas, una cifra que no está nada mal teniendo en cuenta que las fechas no eran las mejores y que la sobreoferta de actos y actividades en este año multielectoral y de continuos movimientos políticos dispersa su demanda y llega a producir un pequeño hastío. Quizá más significativo, y en parte preocupante, que el número en bruto es el hecho de que la gran mayoría de quienes asistieron al Encuentro eran personas comprometidas con las causas que les convocaban. Por una parte, circunstancia positiva en tanto que elevó el nivel de los debates y propició una amplia participación, a lo que hay que sumar la notable presencia e compañeros de otros países –básicamente, europeos, pero también algunos americanos del sur– que aportaban visiones y experiencias diferentes. La contrapartida pesimista a ese casi pleno de militantes –por cierto bastantes más del campo ecologista que del político– es que, de nuevo, se pone de manifiesto que asuntos que deberían, por su gravedad y por su urgencia, ser motivo de preocupación y de implicación preferente para los ciudadanos medios de cualquier país, continúan siendo dramáticamente minoritarios.

Ecologismo social y anticapitalismo

En lo que se refiere a la dialéctica ecología – política, las diferencias de prioridades también se hicieron patentes. Y ello pese a que dentro de la muy amplia variedad de sectores y familias ecologistas y políticas, en las jornadas predominaban las más cercanas: el ecologismo social, por un lado, y posiciones anticapitalistas, por otro. No hubo, pues, que gastar ni un minuto en discutir acerca de supuestas alternativas como la economía verde, esa expresión tramposa para extender los business as usual (negocios habituales) capitalistas con la coartada de salvar el planeta, o sobre la magia salvadora del desarrollo tecnocientífico. No hubo discrepancias de fondo en los análisis de las crisis paralelas, en los diagnósticos, en las soluciones, incluso en los procesos de transición. La voluntad de colaboración, el espíritu de camaradería fueron ejemplares.

Y, sin embargo, también se pudo apreciar con nitidez que los avances hacia lo concreto –la unificación de luchas y objetivos a corto y medio plazo– se presentan harto complicados. La brecha entre unos políticos, por revolucionarios que sean, que no pueden hacerse cargo de la impaciencia de los ecologistas (y, dicho sea de paso, compartida por los científicos) y de unos ecologistas poco empáticos con el insoslayable pragmatismo de militantes políticos que tienen que moverse en un marco de relaciones de fuerza dadas, es difícilmente suturable.

Los II Encuentros concluyeron la aprobación por los asistentes de un manifiesto, Movilicémonos por el clima, el ser humano y el planeta, en el que se plasmaban las ideas que había sido debatidas en los distintos foros y suscitado un amplio consenso. El texto del manifiesto resume los criterios y objetivos que deberían hacer posible el seguir avanzando en la confluencia de fuerzas, así como los principios comunes que han de cimentar esa unión en la diversidad y actuación conjunta sin pérdida de autonomía de todos aquellos que luchan contra la catástrofe humana global a que aboca el avance sin trabas de un capitalismo neoliberal genocida y ecocida. Se remarca, asimismo, la desconfianza hacia las instituciones oficiales, entre las que se halla las propias COP, mediatizadas por los gobiernos de los países poderosos y los poderes económicos que gobiernan, en última instancia, esos gobiernos, y al mismo tiempo la necesidad de presionarlas para que trabajen en pos de los objetivos que formalmente mantienen.

En la declaración final se incluye también un llamamiento a la movilización unitaria contra el cambio climático en general y, en particular, a la realización de manifestaciones en las semanas previas a la COP21 en todas las ciudades europeas. Serían los prolegómenos de una multitudinaria muestra de fuerza en París el 12 de diciembre que sirva de advertencia a los poderes oligárquicos allí reunidos de que la ciudadanía no está dispuesta a que jueguen con sus vidas –las de la inmensa mayoría– para mejorar los resultados de las empresas y los ingresos de una reducida minoría: la que forman ellos.

La valoración positiva de estos Encuentros Internacionales y la conciencia general de que deben de tener continuidad porque sus metas cobran vigencia día a día se ha concretado en el anuncio de unos Terceros Encuentros, a celebrar el próximo año en Euskal Herria.