A veces no entendemos como se eligen algunos árboles para determinados lugares, como estos olivos que se plantaron hace ya unos años frente a la entrada del Palacio de Villapanés.

Con independencia de que ocultan la visión de su fachada, sus pequeños alcorques, rodeados de suelo «sellado», no son apropiados para esta noble especie. Sus frutos ensucian las aceras y, lo que es peor, pueden ocasionar resbalones a los viandantes en un lugar que se llena de turistas que acuden a ver el monumento a Lola Flores.

Como sus copas estorbaban la visión del palacio se terciaron de una manera brutal, y suponemos que cuando rebroten, otra vez volverán a eliminarse. ASÍ NO.

Como ejemplo opuesto, podemos mencionar el acierto de sembrar olivos en varias rotondas de la ciudad (junto al Puente de Cádiz y en Los villares, frente a bodegas Garvey) que embellecen el entorno y permiten un desarrollo armónico de los árboles. Lo mismo que, cuando por motivos de la expansión urbana, se respetan los olivos existentes en las antiguas fincas yy se integran en los nuevos parque, como en el caso del espacio verde de la calle Parque de Timanfaya, en la Ronda Este, frente a la Gasolinera. ASÍ SI.

Lo mejor que podría hacerse con los olivos de Villapanés sería transplantarlos… Y pensar mejor para otra vez que cada árbol tiene unas características muy peculiares que hay que tener en cuenta cuando se planifican las plantaciones.