Sin lugar a dudas lo hemos llevado al límite. Al oportuno grito de alarma del Pacto del Mar Menor, que ha refrescado los ecos de décadas de denuncias de científicos y ecologistas, se ha sumado la propia laguna, un Mar Menor verde-marrón, turbio y desequilibrado. Efectivamente, lo hemos llevado al límite. Ahora los responsables, por acción u omisión, corren en un aparente caos, entrechocándose, pues no parecen guardar una misma dirección, acusándose unos a otros. Todo es pura improvisación, con instrumentos de muchos millones de euros que ponen el carro, un mal carro, delante de los bueyes, como ocurre con el ITI y la Estrategia de Gestión Integrada. Haremos paseos marítimos para disfrutar del agua pútrida. Por favor un poco de seriedad, prioricemos. Nos jugamos demasiado para tanta incompetencia.

No se nos olvidan los señores Cerdá y Marqués, o los sucesivos responsables en medio ambiente y agricultura, aprendices adelantados del Rajoismo de los hilillos de plastilina, del dejar morir los temas, que enarbolaron la bandera de que una lechuga era más ecológica que cualquier pino. Un mensaje de dejación y subordinación ambiental frente a los sectores económicos. Seguro que ellos, negacionistas a ultranza, habrían apostado por un baño institucional en Punta Brava emulando al ínclito Manuel Fraga. ¿Por qué se paralizó el proyecto Camp de gestión integral de la laguna, tras ser concedido, o se derogó la Ley de Protección y Armonización de Usos del Mar Menor, o se encerraron en el cajón una y otra vez los planes de ordenación y gestión de los espacios del entorno lagunar, hasta hoy mismo? ¿Dónde están los resultados de las declaraciones europeas de Area Sensible y Zona Vulnerable? ¿Quién es el responsable de que cuando inventariamos por teledetección e imágenes de satélite los regadíos del campo de Cartagena, obtengamos de 55.000 a 60.000 hectáreas netas, unas 20.000 más de lo previsto legalmente? ¿Cómo es posible que estos incrementos ilegales de superficie regada o del número de desalobradoras pasen desapercibidos para las instituciones o no hagan nada al respecto? ¿Quiénes son los responsables del fracaso del anterior plan de recogida de los drenajes agrícolas, con toda la obra civil ociosa o inutilizada?

La degradación del Mar Menor es directamente proporcional a la dejación e incompetencia de nuestras instituciones. Unas administraciones locales parasitadas por la actividad constructora, y una administración central y, especialmente, regional sensible en extremo a los intereses agrarios. Durante décadas, científicos y ecologistas, una y otra vez señalábamos las causas últimas del problema del Mar Menor, y la administración nos miraba una y otra vez el dedo con el cual señalábamos. Se empeñaron en las medusas, el síntoma, y se olvidaron de las causas de la enfermedad, la actividad agraria y el crecimiento urbano-turismo desmedidos.

Y ¿ahora qué? Ya vemos no sólo las orejas, sino todo el lobo. Menudo verano nos espera. Seamos sensatos y reconduzcamos el problema. Consensuemos al menos el diagnóstico y las medidas más inmediatas. Yo ya me lance en su momento con una propuesta. La hoja de ruta la debemos acordar ya, entre todos, pero sin olvidar que Quién contamina Paga, que no es otra cosa que un principio general de responsabilidad ambiental y equidad social de obligado cumplimiento, y que determina que el causante costea las soluciones, con independencia de las responsabilidades penales, si las hubiere.

Por último, mi más sincero reconocimiento al Comisario de Aguas y al Sr Fiscal de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, por su actitud resolutiva. Si les puedo ser de útil, cuenten conmigo y con tantos otros compañeros y colegas que han luchado por un Mar Menor sano y de calidad singular, como espacio ecológico que sostiene un recurso económico de primera magnitud.

Actuemos sin dilación pero actuemos con eficacia.

Reflexiones de Miguel Angel Esteve Selma, profesor de Ecología y miembro de Ecologistas en Acción de la Región Murciana, sobre la situación límite que vive en estos momentos la valiosa laguna salada del Mar Menor.