La semana pasada varios medios de comunicación se hacían eco de unas manifestaciones del alcalde Guillermo Gross relativas al problema de los vertidos en nuestra localidad. La más destacable, sin duda, aquella que afirmaba que el número de vertidos incontrolados ha disminuido en Valdemoro gracias a la presencia de la Guardia Civil.

El abandono de residuos, y particularmente el de escombros domiciliarios, se ha convertido en un problema muy serio de los espacios urbanos y periurbanos. Además de su enorme impacto visual, estético, no debe subestimarse el potencial riesgo sanitario de algunos de los contaminantes que con relativa frecuencia forman parte de estos desechos. En el fondo de la cuestión subyace una alarmante falta de civismo que amenaza de modo permanente la calidad ambiental de nuestro entorno.

Retomando la rueda de prensa convocada por el alcalde, y los sentenciosos titulares que cabeceras tan notables como el ABC o La Vanguardia extrajeron de la misma, llamó nuestra atención la completa ausencia de datos contrastados que vinieran a avalar las “incontestables” aseveraciones del regidor. Y es que sin información palpable y pormenorizada que las soportaran, estas afirmaciones no pueden tomarse sino como mera y apresurada propaganda municipal.

Como asociación que lleva varios años trabajando esta grave problemática es incuestionable que desearíamos alcanzar la misma y feliz conclusión pregonada ante los micrófonos por el señor Gross. Por desgracia no es esa la valoración que podemos hacer quienes, de manera periódica y altruista recorremos campos y cunetas del término municipal. Si por un lado son identificados cada corto espacio de tiempo nuevos puntos de vertido (tres importantes solo en lo que llevamos de mes), por otro, buen número de los focos denunciados, de sobra conocidos, han pasado ya a formar parte habitual del paisaje gracias a la desidia de los responsables municipales.

Para refrescarle la memoria al alcalde traigamos a colación el caso del fibrocemento abandonado en el paraje “Los Yesares”. En febrero de este año el propio Guillermo Gross firmaba el Decreto 522/20016, que resolvía la ejecución inmediata -de forma subsidiaria por el Ayuntamiento- de la limpieza de varias parcelas contaminadas. Pues bien, casi 7 meses después los restos permanecen intactos, habiéndose por tanto incumplido el compromiso municipal para retirar, en el plazo máximo concedido de un mes desde dicha firma, este material potencialmente peligroso para la salud.

Tampoco la presencia ni el conocimiento del Seprona, alertado por las denuncias de Ecologistas en Acción, consiguió impedir, a finales del pasado año, el masivo e ilegal vertido de residuos de construcción y demolición (RCD) de Nivel II en una parcela, al sur del término, ocupada por una valiosa comunidad de tarays que fue literalmente sepultada viva.

Desde estas líneas invitamos a Guillermo Gross a compartir la información que permita justificar el inopinado tono triunfalista que empleó hace unos días. De igual modo, y ya que hizo directa alusión a la colaboración recibida de este colectivo, no estaría nada mal que comenzara a dar respuesta atrasada a las numerosas reclamaciones presentadas por Ecologistas en Acción sobre esta materia de compartida preocupación.