Una experiencia de okupación se ha convertido en una realidad y en un proyecto comunitario tras cuatro años de vida. A pesar de las amenazas de desalojo, la autogestión forma parte ya de la capital alavesa.

A. Flores. Revista Ecologista nº 93.

Sábado, 3 de junio. Más de 10.000 personas avanzan bajo la lluvia en una de las manifestaciones más concurridas que Vitoria-Gazteiz recuerda. Entre las naves industriales de Uritiasolo y los campos que rodean la ciudad asoma una antigua barriada fruto del desarrollismo franquista de finales de los 50 y construida para alojar a los miles de jornaleros que emigraron a la capital vasca.

Tras más de cuatro horas la manifestación entra en Errekaleor (río seco en euskera). Diez personas encaramadas a los tejados encienden, una a una, bengalas rojas. “Bienvenidas y gracias” parecen decir… El silencio de la manifestación se rompe al grito de ”Errekaleor, bizirik!” (Errekaleor, vivo, vive).

Fachada de Errekaleor, barrio okupado de Vitoria-Gasteiz.

Definida en la Wikipedia como la experiencia de autogestión más grande del Estado español, Errekaleor se ha convertido en el talón de Aquiles del consistorio vasco. En especial de Gorka Urtaran, el ahora alcalde de Gasteiz y miembro del Partido Nacionalista Vasco, que amenaza cada vez con más insistencia con desalojar el barrio. Y es que, sin renunciar ni vaciar de contenido su discurso autogestionario, anticapitalista y feminista, Errekaleor ha generado en sus cuatro años de vida una ola de apoyo por parte de personalidades y colectivos de todo tipo, dentro y fuera del País Vasco.

Lo que comenzó como solución habitacional se ha consolidado como proyecto político y comunitario. Actualmente da cobijo a más de 150 personas y cuenta con infraestructuras como el Gaztetxe (local para los jóvenes), cine, frontón, imprenta o biblioteca, abiertas a todas las vecinas de la ciudad. Muestra de ello fue la exposición organizada en enero en el Gaztetxe que acogió la obra de 25 creadores de Gazteiz bajo el nombre: ¿What is revolution?

La experiencia comunitaria de Errekaleor no es nueva. Sin embargo, y frente a comunidades asentadas en zonas rurales, Errekaleor se ubica en el perímetro urbano de Vitoria-Gasteiz. Los planes urbanísticos, intereses inmobiliarios y estrategias políticas de una ciudad de más de 244.000 habitantes sacuden constantemente la barriada. Sin embago, la cercanía con la ciudad y las sinergias generadas con esta han convertido a este barrio en un agente más del movimiento popular. «Errekaleor vive de Vitoria y Vitoria vive de Errekaleor» dice Unai, vecino de esta barriada

Autogestión

El corte definitivo de luz que Iberdrola llevó a cabo el pasado 18 de mayo generó una ventana de oportunidad para la asamblea barrial. «La idea de la autogestión en todos los aspectos de nuestra vida siempre estuvo ahí», comenta Unai. Y explica que “es a raíz del corte de luz cuando nos hemos visto obligadas a ser autosuficientes energéticamente».

El pasado 22 de julio finalizó la campaña de crowdfunding que se inició para financiar la construcción del proyecto de suministro de energía renovable. Consiguieron 108.821 euros, más del 100 % de lo que solicitaban.

«La jugada de desgaste de Iberdrola, en connivencia con el gobierno municipal, ha generado un doble efecto que no esperaban», apunta Isone, vecina del barrio. ”El corte de luz ha fomentado dinámicas comunitarias, como las comidas y cenas que se organizan en la plaza del pueblo”, dice la activista. Además sostiene que “se han reforzado las redes de apoyo y solidaridad con las vecinas de la ciudad, de Euskadi y del resto del Estado”.

Impulsado por el corte de luz, el grupo de trabajo ErrekaEnergy ha finalizado el plan de autoabastecimiento energético en el que llevan trabajando varios meses. La implantación de las 550 placas solares proveerá a las viviendas y zonas comunes de 50 kilovatios de potencia, con lo que Errekaleor se convertirá en la instalación eléctrica renovable aislada más grande de la Península.

Fieles a una idea integral de ecologismo, la estrategia para alcanzar la soberanía energética no define únicamente el cómo del suministro, sino que plantea cambios en los paradigmas de consumo. Con la nueva infraestructura, el barrio pretende consolidar la vida en colectivo. ”Vamos a dar un paso más y a prescindir de ciertos servicios en las viviendas como cocinas eléctricas, lavadoras, frigoríficos…, para tenerlos en zonas comunes”, explica Estitxu Vilamor, otra vecina de Errekaleor. Aclara que así el consumo eléctrico por persona “será mucho más eficiente y menor que el que se da en la actual sociedad”. Por su parte Unai añade: “Tenemos tan integrados y asumidos ciertos valores capitalistas que no nos damos cuenta del absurdo que supone tener una lavadora en cada casa”.

Entre todas las infraestructuras productivas destaca la panadería, con una amasadora industrial y un horno, donde se elabora y hornea pan tres veces por semana. Una parte se queda para autoconsumo del barrio, la otra se vende a dos bares del centro de la ciudad.

Y es que el autoabastecimiento alimentario es desde el principio una de las señas de identidad del colectivo que produce todo lo que puede dentro, de forma autónoma. El huerto fue el primer movimiento y ya ocupa un terreno de tres hectáreas con el que se abastece a todo el barrio. El círculo se cierra con la apuesta por el reciclaje: “Tenemos muy buena relación con varios comerciantes y hortelanos de la ciudad, que nos ayudan al reciclaje de comida que, de otra manera, acabaría en la basura”, dice Isone, residente también en Errekaleor. Además asegura que “estas dinámicas fortalecen las relaciones más allá de las fronteras del barrio».

Valores feministas

“Construir en Errekaleor unas relaciones basadas en valores feministas es la mejor aportación que podemos hacer a la sociedad vasca”. Así se manifestaba el colectivo en su página de Facebook a raíz de las agresiones sexistas en las fiestas patronales de Vitoria-Gasteiz de 2015. Y concluían: “Hacemos una apuesta firme por una sociedad feminista”.

Con este propósito nació Rkmeak, grupo feminista no mixto. “Se creó por una necesidad básica de encuentro entre mujeres, como espacio para compartir el barrio, ya que al principio las mujeres eran muy pocas”, analiza Estitxu. La activista señala que enseguida “se detectó que aunque se supone, o se espera, que Errekaleor es un barrio feminista, todavía formamos parte de este sistema heteropatriarcal y tampoco aquí nos libramos de reproducir ciertos roles” analiza Estitxu.

A medida que el proyecto crecía, las mujeres del barrio vieron la necesidad de iniciar un proceso feminista que aborde la cuestión de manera mucho más profunda y transversal. En medio de todo esto, el barrio se vio sacudido por una agresión sexista que puso en evidencia que este proceso es necesario. “Cosas que en teoría son muy básicas, como no poner en duda la palabra de las agredidas o el hecho de socializar la agresión, no han sido tan simples” afirma Estitxu.

Y concluye que al final ese camino ha dado sus frutos y se ha marcado un precedente en el barrio y en la ciudad”. Mientras, a pesar de las continuas amenazas de desalojo, la vida en Errekaleor se impone.