A principios de este mes, la central nuclear de Cofrentes inicio su puesta en marcha, después de una parada para recarga de combustible y mantenimiento de 35 dias, pero abortó su operación a plena potencia al detectar un desequilibrio en los caudales de las dos grandes tuberias, de medio metro de diametro, que introducen el agua en la vasija del reactor.

Dias más tarde se confirmó que este desequilibrio era debido a la averia de una valvula motorizada que regula el flujo de este agua en el lazo A, y que, de hecho, la clapeta de la valvula, el disco metalico que obtura la luz de la tuberia, se habia fragmentado y que algunos de estos fragmentos habian llegado a la vasija del reactor, aunque no se sabe donde exactamente.

Esto supone que no se puede volver a poner en marcha la central hasta que estos fragmentos se hayan recuperado, porque sino las fuertes corrientes de agua que se producen en la vasija cuando la central esta en funcionamiento arrastrarian estos fragmentos y golpearían las barras de combustibles y otros elementos del núcleo del reactor, deteriorándolos.

Este accidente es grave por varias razones. En primer lugar implica a algunas de las piezas más cruciales para el funcionamiento de una central nuclear, las válvulas motorizadas, de las que hay unas 80 en una central típica, que regulan todo el flujo de caudales de agua y evitan que el calor se acumule en el núcleo del reactor hasta que este se derrita, como pasó en las catastrofes de Chernóbil, Fukushima y Three Miles Island. Este último accidente, fue precisamente desencadenado, entre otras causas, por el mal funcionamiento de válvulas como la averiada en Cofrentes y que llevó a la fusión parcial del combustible nuclear y a la formación de una enorme burbuja de hidrógeno que podría haber estallado, como si ocurrió en la catástrofe de Fukushima.

Las averías de válvulas tampoco son precisamente acontecimentos aislados en la industria nuclear; sólo en los últimos 12 meses varios reactores nucleares de tipo BWR, como el de Cofrentes, han sufrido averias de valvulas que les han oblidado a parar, como LaSalle-2 (Illinois), Pilgrim (Massachussets) o Oyster Creek (New Jersey).

Además, en el caso de Cofrentes esta válvula se encuentra en el circuito primario de la central, lo que significa que por ella circula agua que esta en contacto con las barras de de uranio en el núcleo del reactor, y que por tanto es altamente radioactiva, lo que multiplica el peligro de este accidente y, asimismo, la dosis colectiva de radiación que van a recibir los trabajadores de la central en sus trabajos de localización y extracción de estos fragmentos.

Es particularmente alarmante, y significativo, que no se detectara el mal estado de la válvula después de 35 dias de parada, justamente, para revisar la maquinaria y hacer las tareas de mantenimento y puesta a punto de esta instalación. La única explicación posible es la incompetencia y la falta de una cultura de seguridad adecuada por parte de la dirección de la central, lo que ha merecido el reproche, altamente inusual, del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

Esta averia es también ilustrativa del estado de deterioro de una central que ha sobrepasado, con creces, el periodo de funcionamiento para la que fue diseñada, lo que multiplica exponencialmente el riesgo de un accidente grave.

Dado que la central agota su actual licencia de funcionamiento en 2021, la plataforma Tanquem Cofrents, en la que participa Ecologistes en Acción, exige que no se pongan los beneficios económicos de una empresa por encima de la seguridad de la ciudadania, y por tanto, no se renueve esta licencia, y se cierre la central definitivamente.

Lo más conveniente sería que la central de Cofrentes no volviera a ponerse en marcha ya que en 2019, es el año en que se saturan sus piscinas de residuos de combustible gastado, lo que ahorraria la necesidad de construir un vertedero radiactivo provisional, en los mismos terrenos de la central. Si se construye, este vertedero tendría un coste multimillonario a cargo de la empresa pública ENRESA, es decir, sería pagado con el dinero de los impuestos de todos los ciudadanos.

También vale la pena señalar el hecho de que la central lleva ya dos meses parada, y ello no haya supuesto ningún problema de suministro eléctrico, esto demuestra, una vez más, que Cofrentes y el resto de las centrales nucleares son innecesarias. De hecho, el sistema eléctrico español esta altamente sobredimensionado, y en varias ocasiones durante los últimos años, la mitad del parque nuclear español ha estado parado por averias y recargas sin ningún problema de apagones.

Tampoco es verdad, a pesar de propagandas ampliamente difundidas, que el hecho de que Cofrentes este parada sea la causa de los últimos aumentos en el precio de la electricidad que pagamos en nuestras casas, porque a Cofrentes, como al resto de las centrales, se le paga la electricidad al precio de las centrales térmicas de gas, que suelen ser la última oferta recogida en la subastas que determinan el precio de la electricidad cada hora.