Una multinacional australiana quiere abrir una mina de litio a cielo abierto a dos kilómetros de Cáceres, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Los impactos de esa explotación serían graves para el medio ambiente y la salud de las personas.

Carmen Sánchez, Ecologistas en Acción de Cáceres y Redacción. Revista Ecologista nº 94.

A solo 2 kilómetros en línea recta de Cáceres, en la Sierra de la Mosca, se quiere abrir una mina a cielo abierto de litio. La zona conocida como La Montaña, pulmón verde de la ciudad, está amenazada por un proyecto extractivo que va a afectar a casi 100.000 personas que viven en esta urbe extremeña, Patrimonio de la Humanidad.

Fue a través de los medios de comunicación como la ciudadanía cacereña y los colectivos ecologistas tuvieron noticia de los planes de una minera australiana, la empresa Plymouth Minerals Limited.

El proyecto de mina a cielo abierto contempla construir un gran cráter, de unos 300 metros de profundidad y un kilómetro y medio de diámetro. Esto supondrá la voladura de millones de toneladas de tierra y rocas, generando graves impactos para el entorno y la salud de las personas.

Cáceres. Foto: Pedro Nuno Caetano.

Hasta ahora, en la Sierra de la Mosca se sucedían los ciclos propios de la naturaleza y la biodiversidad. Pero el boom minero que amenaza a otras regiones del Estado español también ha llegado a Extremadura. La minera australiana quiere poner en marcha una antigua mina de San José, de estaño, litio y turquesa, cerrada en los 80 en el paraje conocido como Valdeflores, pero esta vez a cielo abierto.

No a la mina de Valdeflores

Nada más conocer las intenciones de esta multinacional, las organizaciones conservacionistas de Extremadura se han unido para defender el territorio: Ecologistas en Acción, Ecologistas Extremadura, SEO/BirdLife, Adenex, Sociedad Extremeña de Zoología, AMUS, GRUS, DEMA y la Fundación Global Nature.

Denuncian que el impacto de la mina no sólo tendrá consecuencias sobre el medio ambiente, también sobre las personas que residen en la ciudad y el municipio de Fuentes, cercano a la mina. Todas las organizaciones califican este proyecto de “catástrofe ambiental”.

Desde agosto pasado, la tarea de la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres no ha cesado. Se han llevado a cabo todo tipo de actos informativos a colectivos sociales y vecinales, charlas en barrios y urbanizaciones, colegios, etc., debates en medios, rutas senderistas, manifestaciones artísticas, mesas informativas y una campaña de recogida de firmas en change.org [1],en la que ya se han superado los 5.000 apoyos contra la mina de litio.

El biólogo y profesor extremeño Fernando Durán ha declarado a Ecologista que “esto es sencillamente una quimera” y se pregunta: “Cómo es posible que se pueda instalar una mina a cielo abierto de estas características a las puertas de Cáceres, ciudad Patrimonio de la Humanidad”. “Nadie lo entiende”, confiesa. Y recuerda que la explotación estaría, además, “pegada a un centro de investigación médica puntero, en una zona que es el gran espacio verde de la ciudad”.

Grupo de activistas de la Plataforma No a la Mina.

La minera australiana Plymouth Minerals, con presencia en la Bolsa de ese país, se asoció con Sacyr Vallehermoso y de ahí surgió la sociedad Tecnología Extremeña del Litio S.L.U., que cuenta con los permisos de investigación de la mina de Valdeflores. Tecnología Extremeña del Litio S.L.U, registrada en Madrid enoctubre de 2016, con un capital social de 3.500 euros y sede en el Paseo de la Castellana [2], ya ha presentado 10 solicitudes de explotación. Por su parte, Sacyr, promueve otras minas en esta comunidad y a través de su filial Valoriza Minería S.L., ha adquirido la empresa canadiense Lundin Mining de la zona geológica Ossa-Morena en Extremadura, incluidos los derechos de la mina Aguablanca (niquel y cobre), en el pueblo de Monesterio, en Badajoz.

El boom minero

La fiebre por la minería se ha desatado en Europa y se extiende a España. En Portugal se han recibido ya hasta 36 solicitudes para explotaciones mineras de litio durante este año.

El litio se emplea para las baterías de los coches eléctricos, en los ordenadores portátiles, móviles, cámaras o tabletas. Es uno de los minerales del futuro y su precio se ha disparado en los últimos años. A día de hoy, se calcula que casi la mitad de las reservas de litio están en el Salar de Uyuni, en Bolivia, lo que pone en riesgo ese paraíso ambiental. Mientras, las multinacionales buscan nuevos hallazgos y legislaciones laxas como la española, una normativa preconstitucional como la Ley de Minas de 1973, que antepone los intereses de las empresas a los de la ciudadanía y el medio ambiente.

El impacto de la minería a cielo abierto es muy elevado. El proceso consiste en arrancar todo el terreno, toneladas de tierra del lugar y horadar el territorio para extraer los materiales y triturarlos y después seleccionarlas. El impacto paisajístico es también grave, con un gran cráter y un diámetro de centenares de metros.

La mina pondrá patas arriba el bosque conocido como la Montaña. Según Durán, “este es un lugar conocido como el pequeño Monfragüe”. Asegura que los valores de La Montaña son los de “un bosque mediterráneo que cuenta con gran variedad de flora y fauna”.

Además, la mina también generará contaminación por filtraciones o derrames en los acuíferos. La separación de los minerales se lleva a cabo con productos muy tóxicos que podrían contaminar todo el entorno. Además la mina necesita millones de litros de agua, como reconoce la propia minera, y esto dejaría sin agua a la ciudad, ya afectada por la sequía, que se abastece de un pequeño embalse, el Guadiloba cuyo caudal está afectado por la sequía, y que precisa de los aportes del río Almonte de forma casi continua, afluente del Tajo. Todo esto sumado al gasto de energía por el gran volumen y masa de los materiales que se mueven [3] [4].

“Parar esta barbarie”

Para la actriz cacereña Maruchi León: “Si se abre la mina, lo que es una ciudad amable, habitable, limpia, respirable y culturalmente rica, se convertirá en una ciudad muerta”, declara a esta revista. Sostiene que “hasta ahora Cáceres ha sabido conservar su riqueza monumental y natural. Es necesario parar esta barbarie”, afirma.

Simulación

El proyecto minero tampoco tiene en cuenta los valores culturales y ambientales de Cáceres, catalogada como Patrimonio de la Humanidad y una de las pocas ciudades con una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) dentro de su casco urbano.

El lugar donde se ubicaría la mina es Zona de Interés Regional (ZIR), Zona de especial protección de aves (ZEPA) desde 1989 y Espacio Natural Protegido.
En la Sierra de la Mosca se encuentran también lugares destinados a poner en valor la naturaleza como el Centro Medioambiental de los Hornos, cuya ubicación se eligió por la buena conservación del entorno para la recuperación de las aves; el laboratorio Agroalimentario de la Consejería de Agricultura y el Observatorio Meteorológico de la Estación de Potabilización de Agua que abastece a Cáceres y a Sierra de Fuentes. Incluso la mina se situaría frente al Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón, lugar de investigación científico-médica y donde ya se está construyendo el Hospital de Cáceres, además del campus universitario cercano a este complejo.

La mina generará lodos y aguas fuertemente contaminadas que deben depositarse en enormes piscinas o depósitos de decantación, como el de Aznalcóllar, que en 1998 sufrió la rotura de su dique de contención causando un desastre ambiental” [3].

El aire estaría impregnado por las sustancias tóxicas que se desprenderían del proceso de calcinación de las menas de mineral para la obtención de carbonato de litio como producto final. Para colmo, desde el Ejecutivo de Extremadura han declarado en los medios que “no debemos eliminar la posibilidad minera en Extremadura”. Este es el mismo gobierno que habla de “economía verde y circular”, que dice impulsar la reducción de residuos y promociona una “Extremadura verde”.

Las organizaciones ecologistas recuerdan que “en Extremadura ya se evitó la instalación de una segunda central nuclear, Valdecaballeros; la instalación de una refinería en Tierra de Barros”. Explican con indignación que “ahora toca luchar contra un proyecto minero que supondría un desastre ambiental sin precedentes”.

Fernando Durán resume así la pretensión de la multinacional que quiere abrir la mina en Cáceres: “Igual que antes iban buscando el oro, el dorado, ahora vienen buscando el litio aquí. Una quimera” concluye.

Las minas de Extremadura
La fiebre de las minas se ha extendido también a Extremadura. En la actualidad existen más permisos de investigación para nuevas explotaciones y en los medios de comunicación de esta comunidad son frecuentes las noticias sobre minería. Se justifica la apertura de nuevos proyectos para aprovechar “la riqueza con la que cuenta Extremadura”. Las solicitudes de licencias están ligadas a multinacionales canadienses, australianas e inglesas que pretenden poner en marcha antiguos yacimientos. Una de esas minas, en la actualidad parada, es la de Aguablanca, de níquel y cobre, en Monesterio, Badajoz, próxima a las provincias de Sevilla y Huelva. La empresa promotora, Río Narcea Recursos, perteneciente a minera Lundin Mining, canadiense, ha cobrado importantes subvenciones. La mina permanece cerrada aunque la Junta señala que no renuncia a su reapertura. Este es un ejemplo de un modelo de desarrollo insostenible y depredador del medio ambiente.

-NOTAS-