El 17 de enero se celebra la festividad de San Antón, el patrón de los animales y las plantas. Este año, la Junta Municipal del Distrito de Centro del Ayuntamiento de Madrid, ha encargado la lectura del pregón de las fiestas a Ecologistas en Acción. Un encargo muy especial porque en 2018, se celebra el 20 aniversario de la organización ecologista.

Las fiestas, que se celebran del 13 al 17 de enero, están dedicadas a la adopción y tenencia responsable de mascotas y cuidado de la fauna urbana que habita Madrid.

Un eje importante de esta celebración es la renaturalización del río Manzanares, un proyecto impulsado por Ecologistas en Acción y ejecutado por el Ayuntamiento que está devolviendo la vida al río. Especies de aves que nunca se habían visto o, habían dejado de estar hace muchos años, ahora, se pueden contemplar en el Manzanares. Al igual que la vegetación que está colonizando nuevamnete su cauce.

La lectura del pregón ha corrido a cargo de Santiago Martín Barajas que ha expuesto cómo la renaturalización del río ha servido para mejorar la ciudad y la vida de sus ciudadanas y ciudadanos.

Mª Ángeles Nieto Mazarrón, en una segunda parte, ha reclamado responsabilidad en la tenencia y cuidado de los animales y ha animado al Ayuntamiento de Madrid a ser ambicioso y seguir renaturalizando la ciudad por el norte (en los terrenos de la Operación Chamartín), el sur (los grandes desarrollos del sureste) y el suroeste (el corredor ecológico).

Agradecemos al Ayuntamiento de Madrid de Madrid que nos haya dado esta oportunidad.

Pregón parte 1

Buenas tardes a todos y todas.

Estas fiestas están dedicadas mayormente a nuestros queridos animales de compañía, especialmente a los perros y los gatos, fieles compañeros de viaje, que acompañan al ser humano desde los albores de los tiempos. Nuestros perros y gatos, y los que convivimos en nuestras casas con ellos lo sabemos muy bien, nos dan cariño y compañía, en muchos casos nos rescatan de la soledad, y nos arrancan una sonrisa. Nos dan mucho más de lo que nosotros y nosotras les damos a ellos. Siempre se merecerán nuestro reconocimiento y nuestra gratitud.

Su sola presencia nos recuerda que, además del ser humano, hay muchísimos más seres vivos en el planeta. Sin embargo, en una gran ciudad como la nuestra, esto no es suficiente.

Las grandes ciudades tienen muchas ventajas, pero a la vez importantes inconvenientes. Uno de ellos es que nos alejan a las personas de la naturaleza. Nos distancian de los otros seres vivos, plantas y animales, que pueblan nuestro planeta.

En muchos casos, en algunos barrios de nuestras ciudades, el canto de un mirlo hace casi el papel de la avecilla para el cautivo del Romance del Prisionero, siendo ese mirlo uno de los pocos nexos que nos conectan con un medio natural, que cada vez está más lejos de la ciudad. Porque lo cierto es que las grandes urbes son cada vez son más innaturales. Ya casi ni siquiera los propios gorriones pueden vivir en ellas. Efectivamente, hasta los gorriones ha visto reducidas de manera importante sus poblaciones en las grandes ciudades europeas en los últimos años, incluyendo por supuesto a la ciudad de Madrid, al ser las urbes cada vez más inhóspitas para unas aves que, hasta ahora, parecía que lo aguantaban todo.

Estoy convencido que este alejamiento de la naturaleza, en el fondo a todos y todas nos desnaturaliza, y a la vez también nos hace algo infelices.

Por ello, es necesario traer la naturaleza a las ciudades.

Tenemos que naturalizar Madrid.

Hace aproximadamente dos años, el Ayuntamiento de Madrid y, por qué no decirlo, con la colaboración de Ecologistas en Acción, con nuestra colaboración, dio un paso importante hacia la naturalización de nuestra ciudad, iniciando el proyecto de renaturalización del tramo urbano del río Manzanares, consistente en reducir la presión y el encorsetamiento al que se le tenía sometido desde hace décadas, para que regenerara de forma natural y, en aquellos tramos en que ésta no se produjera, llevar a cabo las obras y actuaciones necesarias para alcanzar nuestro objetivo: disponer de un río lo más natural posible para el disfrute de los madrileños y madrileñas. Lo que realmente es y debe ser un río.

Después de tan sólo dos años, podemos afirmar que el proyecto está siendo un éxito, gracias al Ayuntamiento de Madrid y a Ecologistas en Acción, pero sobre todo lo ha sido gracias a la propia naturaleza, que ha reaccionado de una forma espectacular. Hasta hace dos años, el río Manzanares podía definirse como una sucesión de piscinas de aguas oscuras y estancadas y en verano incluso malolientes, junto al que la gente pasaba a su lado, pero sin mirarlo, simplemente porque no había nada que mirar.

Actualmente el río corre libre, se le oye correr. El agua está transparente y se ve el fondo arenoso. La vegetación ha nacido y crecido formando islas con arbustos y árboles. Todo ha crecido de forma natural. Hemos contabilizado ya más de 2.000 árboles nacidos, algunos de los cuales superan ya los siete metros de altura. Y eso en tan sólo dos años.

Con esta nueva situación, los peces han criado masivamente, especialmente los autóctonos, sobre todo los barbos. Después de décadas sin hacerlo, los barbos han vuelto a remontar el Manzanares.

A la vez, el río se ha poblado de multitud de aves: ánades, gallinetas, garzas, martinetes, andarríos, chorlitejos, agachadizas, y un gran número de especies de pajarillos, incluidos por supuesto nuestros queridos gorriones. Todos ellos viven ahora en nuestro renaturalizado río Manzanares.

Ello nos demuestra como cuando se reduce algo la presión que ejercemos sobre la naturaleza, ésta es muy agradecida y regenera rápidamente. Un ejemplo claro de cómo la vida se abre camino.

A consecuencia de ello, ahora los viandantes miran al río, se paran a observarlo, pueden ver y oír al agua correr. Pueden ver las plantas, los peces, las aves,… Es muy bonito ver a las familias con niños y niñas echando pan a los patos y gallinetas, y observando asombrados a las garzas, garcetas y martinetes pescando.

La naturalización de cualquier río es importante a nivel medioambiental, pero la renaturalización del Manzanares tiene también un enorme interés social añadido. No hay que olvidar que se trata del río que ven miles de personas a diario durante una buena parte de su vida. Una pequeña contribución a mejorar la calidad de vida de las personas que pasan a su lado.

Por eso es muy importante que naturalicemos Madrid. Después del río Manzanares hay que seguir con el resto de la ciudad. Hay que incrementar la biodiversidad de nuestra urbe, favoreciendo el establecimiento de nuevas especies animales propias de nuestros campos. Para ello, es necesario crear más parques, con fuentes, con tierra, con arbustos y árboles. Hay que plantar muchos árboles por toda la ciudad. Los necesitamos.

Hay que favorecer y potenciar las poblaciones de murciélagos que, junto con los vencejos, aviones y golondrinas, mantienen a raya a los mosquitos. Hay que conseguir que pueblen nuestra ciudad gran número de especies de pajarillos, y que compitan con sus trinos con el desagradable ruido del tráfico. Hay que hacer lo posible para que las cigüeñas vuelvan a criar por todo Madrid. Tenemos que conseguir que búhos y mochuelos vuelvan a nuestra ciudad y nos amenicen las noches con sus cantos y ululares. Pienso que todos y todas nos sentiremos un poco más acompañados e incluso algo más felices.

En definitiva, tenemos que traer la naturaleza a la ciudad, y así conseguiremos que nuestro querido Madrid sea un poco más habitable.

Muchas gracias y felices fiestas de San Antón.

Santiago Martín Barajas

Pregón parte 2

Buenas tardes vecinas, amigos y amigas. Tengo el orgullo de dirigirme a vosotras como copregonera de las Fiestas de San Antón. Agradecemos al Ayuntamiento de Madrid y, especialmente a Jorge, concejal de Centro y a Manuela, la alcaldesa que nos hayan dado esta oportunidad en un año muy especial, cuando celebramos el 20 aniversario de Ecologistas en Acción.

Cuentan los texto antiguos que Pablo de Tebas, considerado por la tradición cristiana como el primer ermitaño que existió, en su vida anacoreta, se alimentaba del medio pan que le traía, a diario, un cuervo. San Antón visitó al eremita y el cuervo le recibió con una hogaza entera para que se repartieran el pan entre los dos santos. De ahí viene la tradición de los panecillos de San Antón que se pueden comprar en la parroquia del mismo nombre y colaborar, así, con las múltiples actividades que desarrolla el padre Ángel.

A la muerte del anciano eremita, San Antón, le enterró con la ayuda de dos leones y otros animales. Se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos -que estaban ciegos- en actitud de súplica. San Antón curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de otros animales.

Así, San Antón descubrió la sabiduría a base de observar a los animales y el amor divino, a través de la naturaleza. De esta forma se convirtió en el patrón de los animales y plantas y de ahí arranca la tradición de la bendición de estas fiestas.

Estos hermosos relatos, con elementos históricos y otros de carácter legendario, nos muestran la estrecha relación que existe entre personas, plantas y animales domésticos y silvestres. Entre animales humanos y no humanos.

En la Comunidad de Madrid, se abandonan al año, entre 6.000-10.000 animales. Animales que sufren y sienten y a quienes infringimos un inmenso dolor cruelmente. Un día como hoy, debe servir como llamada de atención, como exigencia, como exclamación, para sensibilizarnos y ponernos en alerta ante la situación de abandono, maltrato y abuso a la que se ven sometidos diariamente los animales en nuestras ciudades y pueblos.

El ego, la soberbia y la prepotencia humana nos empujan a pensar que el resto de animales son inferiores porque no hablan nuestro lenguaje, porque no tienen manos y pies e, incluso porque no votan. Así, muchas personas justifican el maltrato.

Pero quienes convivimos con ellos y respetamos al resto de especies, sabemos que eso no es cierto. El naturalista David Attenborough, explicó muy bien este sentimiento, cuando relataba su experiencia al encontrarse en mitad de la selva de Ruanda con un gorila de las montañas, un enorme espalda plateada. Se miraron a los ojos y se reconocieron por encima del abismo de las especies. En esa mirada cabía el Universo.

Hay quienes confrontan el amor a los otros animales con el amor a las personas. No entienden que se dedique tiempo y esfuerzo a sensibilizar sobre el respeto hacia otras especies, cuando existe tanto sufrimiento en la especie humana. Pero difícilmente podrá existir el uno sin el otro.

«Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida», decía el Premio Nobel Anatole France.

Esto no quiere decir, que por el mero hecho de convivir con un animal, las personas nos convirtamos en seres maravillosos. Convivir con un animal supone responsabilidad hasta el fin de sus días, no son juguetes u objetos de usar y tirar. Tampoco podemos acoger, en nuestros hogares, cualquier especie animal, las especies silvestres deben vivir libres en la naturaleza, en sus lugares de origen. Quererlas domesticar es una forma de maltrato que, en ocasiones, termina con su abandono en el medio natural, causando graves desequilibrios en los ecosistemas. Seamos responsables, cuidemos a nuestros animales no humanos, adoptemos y nunca adquiramos especies silvestres.

Pero este año, las Fiestas de San Antón también están dedicadas a la fauna urbana que habita Madrid. La renaturalización del río Manzanares está siendo una magnífica experiencia para meter la naturaleza en la ciudad.

Madrid tiene estupendos parques urbanos: la Casa de Campo, El Retiro, Quinta Los Molinos, El Capricho, Enrique Tierno Galván, etc; donde habita una fauna muy diversa (ardillas, carboneros, herrerillos, verdecillos, mirlos, urracas, etc). Pero, en su mayoría son islas dentro de la trama urbana.

Además de estos parques urbanos, en el norte de la ciudad y fuera de la mole de ladrillo y asfalto, tenemos valiosos espacios naturales como el monte de El Pardo, el monte de Viñuelas o el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. En ellos, habitan las especies más emblemáticas de la fauna ibérica: águila imperial, águila real, buitres negros y leonados, corzos, jabalíes, etc.

¿Por qué no ser ambiciosas? y conectar nuestros “parques isla” urbanos con los grandes espacios naturales. ¿Por qué no seguir metiendo la naturaleza en la ciudad?, como hemos hechos con el río Manzanares. ¿Por qué no conectar el norte de la ciudad con nuestra naturaleza mas icónica?. ¿Por qué no utilizar los polémicos terrenos de la Operación Chamartín para que se conviertan en ese nexo?. ¿Por qué seguir expandiendo la ciudad con torres y torres desnaturalizándola más y más?. ¿Por qué no crear nuevos espacios libres para personas, animales de compañía y silvestres?

Y por qué no seguir por el sur, sustituyendo los grandes desarrollos del sureste por espacios naturales que transformen una zona muy degradada de la ciudad, en la antesala del Parque Regional entorno a los ejes de los ríos Manzanares y Jarama, con la explosión de vida que eso supondría.

Y como estamos en fiestas y soñar es gratis, al menos hasta que el Ministro Cristóbal Montoro nos diga que las madrileñas no podemos soñar, unamos el río Manzanares con el río Guadarrama, a través de la Casa de Campo y el corredor ecológico del suroeste, por la Cañada Real de Madrid y, así, cuando llegue el rebaño de ovejas, a Madrid, en los próximos otoños, ni pastores, ni ovejas, ni mastines, ni perros de careo querrán irse nunca más de la ciudad.

Jorge, Manuela, aquí queda la propuesta, con todo nuestro agradecimiento y cariño.

Felices fiestas de San Antón
Felicidades Madrid.

Mª Ángeles Nieto Mazarrón