En escasas ocasiones hemos expuesto nuestra opinión sobre los problemas de urbanismo y circulación de vehículos que padecemos. No cabe duda de que las calles, desde el origen de Priego hasta mitad del siglo XX, estaban con las dimensiones adecuadas a la población y a las actividades que en cada barrio se realizaban. Sin embargo, la realidad actual es bien distinta. Por un lado, la actividad industrial, así como el tráfico rodado, hacen necesario que las avenidas sean más amplias. Por otro, la contaminación y el aumento de la población obligan al control de los vertidos y a la dotación de zonas verdes. Es obvio que nada de esto se tiene en cuenta y la expansión urbanística tiene un único objetivo; la obtención de beneficios por los promotores inmobiliarios.

Nos encontramos con escasez de zonas verdes, calles estrechas con tráfico rodado, falta de aparcamientos y aceras ridículas cuando no inexistentes. Recientemente los ejemplos que corroboran esta tendencia son numerosos: urbanización La Joya, Los Almendros, prolongación de calle Sevilla, prolongación de Avenida de América o calle Gaspar de Montellanos. Todo esto afecta a la calidad de vida de los nuevos residentes y de los viandantes.

Las molestias y la contaminación atmosférica y acústica se están acrecentando. Si algunos aspiraban a que Priego fuese una ciudad media, donde se unieran los aspectos positivos de una ciudad con los de un pueblo, se han lucido, al convertirlo en un pueblo grande donde se unen los aspectos negativos de ambos. En este sentido queremos resaltar que en la calle Gaspar de Montellanos la actividad de las confecciones y talleres que hay enfrente de la nueva urbanización impide ya que el tráfico sea fluido, y cuando se vaya desplazando más población a la zona este problema se acrecentará. Esta situación es totalmente lamentable, pues todos los partidos políticos habían dicho en campaña electoral que es necesario y que se iba a hacer una avenida amplia que uniera Ramón y Cajal con el polideportivo municipal pasando por el cementerio.

Con esta y otras muchas actuaciones caóticas se hace imposible realizar esta vía que descongestionaría de tráfico la Avenida de España. También hay que mencionar algunos ejemplos de más fácil ejecución que no se están llevando a cabo, como la unión entre la Inmaculada y Avilés, entre Conde de Superunda y Palenque o entre Lozano Sidro y Ramón y Cajal.

Nuestro modelo urbanístico es bien diferente pues creemos que deben hacerse grandes avenidas junto a calles peatonales y los espacios verdes han de ser amplios y con poco hormigón. Esto convertiría a la zona en expansión de Priego en una ciudad moderna. En contraposición las zonas urbanizadas antes de la mitad del siglo XX deben ser conservadas y protegidas con máximo cuidado para que el turismo se desarrolle. El comercio del centro debe disponer de calles semipeatonales con zonas de carga y descarga y con aparcamientos públicos que permitan acercarse a los clientes. Creemos que es posible una ciudad donde se pueda pasear tanto por el casco histórico como por las zonas nuevas sin las molestias que ocasionan las aceras estrechas y el tráfico. Este cambio no sería posible realizarlo con un simple cambio de concejales o de signo político, pues el poder y los contactos de promotores y funcionarios municipales harían que todo siguiera igual. Sólo la presión ciudadana puede dar un giro a la tendencia actual. En esto como en otros tantos aspectos de la sociedad somos los ciudadanos los únicos que podemos forzar un cambio.