Llega enero, los buenos propósitos y un momento idóneo para reflexionar un poco. La crisis ambiental y social se hace cada día más evidente, así que es imprescindible comenzar el año con una serie de propósitos individuales y colectivos, que muestren que hay muchas formas de conseguir una sociedad más sostenible social y ambientalmente.

Desde Ecologistas en Acción proponemos algunas ideas sobre consumo que son sencillas de realizar y que supondrían una gran mejora si las llevásemos a la práctica tanto individual como colectivamente.

Lo primero de todo es hacernos el propósito de antes de comprar algo reflexionar si realmente lo necesitamos, y que a la hora de adquirir ese producto no olvidemos que hay que fijarse en cómo ha sido fabricado, y cómo repercute su utilización en el medio ambiente.

Es muy importante también ahorrar energía, por eso hay una serie de cosas fáciles de realizar que conviene no olvidar: es mejor conectar los aparatos a la red que usar pilas, hay que recordar desconectar los aparatos eléctricos cuando no estén funcionando, prescindir de electrodomésticos innecesarios, mantener la temperatura de la vivienda acorde con la época del año (no es necesario llevar un jersey en verano y manga corta en invierno) o usar bombillas de bajo consumo. Consumir productos locales es otra manera de ahorrar energía, toda aquella que se emplea en su traslado.
Muchas veces tenemos tan metida en la cabeza la idea de que todo lo que consumimos es de “usar y tirar” que tiramos cosas a la basura sin pensar si se pueden reparar, reutilizar o reciclar.

También es necesario pararnos a pensar en qué y cuántos residuos genera aquello que consumimos, por eso es importante evitar las latas, y rechazar los alimentos con muchos envases. Las fiambreras o los tarros de cristal son una alternativa mucho más saludable y ecológica de guardar los alimentos que tapándolos con plástico o aluminio.
Es importante evitar los aerosoles y utilizar productos de limpieza que se han venido utilizando tradicionalmente, como el jabón, el vinagre o el limón, que no perjudican tan seriamente el medio ambiente.

Es necesario recuperar la cocina tradicional, y cuidar la alimentación evitando la comida basura o precocinada. Muchas veces creemos no tener tiempo para cocinar, pero en realidad lo que ocurre es que empleamos ese tiempo en otras cosas (como ver la tele, a lo que se dedica en el Estado español una media de 3,5 horas diarias).

Además, sería interesante que en vez de dedicar tiempo a estar en interminables colas en centros comerciales, dedicásemos ese tiempo a pensar en unos regalos de reyes de una manera diferente. Y que seamos críticos con la publicidad y no creamos ciegamente los sueños que nos vende.
Proponemos, en definitiva, cambiar un sistema de valores en el que la búsqueda del máximo confort se legitima sin tener en cuenta las consecuencias que produce, en el que se valora el presente por delante del medio y largo plazo, en el que se tienen en cuenta las necesidades por encima de los recursos, en el que se asocia directamente la calidad de vida con los avances tecnológicos, y en el que, en definitiva, se valora lo económico por encima de casi todo.

Por último, hay que dotar de mayor valor a las cosas que duran más, la instantaneidad del usar y tirar se opone frontalmente a la duración y la perdurabilidad que caracterizarían a una sociedad ecológicamente sustentable. Preservar, restaurar y cuidar exige tiempo y esfuerzo, por eso pensamos que es necesario cambiar la sociedad de consumo por otra en la que tengan cabida adjetivos como lento y duradero.