Para Ecologistas en Acción de Córdoba, y según lo contado por la alcaldesa el pasado 21 de junio, lo que va a ser el futuro parque zoológico de Córdoba no es más que un “lavado de cara”, a nivel de infraestructuras, de más de 500 millones de las antiguas pesetas de coste, donde la filosofía de funcionamiento es prácticamente la misma arcaica, subdesarrollada y cruel idea de encarcelar especies, muchas de ellas, aunque parezca increíble en pleno siglo XXI, exóticas, para que la raza humana siga deleitándose del dominio que se ejercen sobre ellas exponiéndolas al público y hacer negocio con ello (más de 200.000 millones de dólares anuales “se mueven” en el comercio de especies exóticas), alegando que se sensibiliza y educa a la población en el “respeto” por la naturaleza y los animales. ¿Qué tipo de respeto puede ser el cautivar especies?

Parece surrealista que la señora alcaldesa definiese el pasado 21 de junio a este nuevo zoo como “un espacio extraordinario en el que poder querer y amar a los animales”. Esta afirmación es inaceptable, y denota el populismo simplón al que nos somete constantemente nuestra edil, con incoherencias tan evidentes como ésta. Ya está bien de dar tanto valor a la construcción de infraestructuras (en este caso las del zoológico), y enmascarar con este tipo de frases la injusta esclavitud a la que se ven sometidas algunas especies. ¿Y se supone que esto es hacer política verde?

Hace algunos meses la Concejal de Medio Ambiente, la señora Rosa Candelario, en una reunión que mantuvo con Ecologistas en Acción, nos aseguró que el nuevo proyecto de zoo iba a tener un corte más parecido a un centro de interpretación de la naturaleza, pero visto lo visto se ve que, como siempre, del dicho al hecho… “mentira que te echo”.

La construcción de un zoológico no es la mejor forma de conocer animales salvajes. Estos se encuentran en jaulas y no pueden llevar a cabo ningún comportamiento natural. Sólo duermen y se pasean cien veces al día por el mismo recorrido, que tan sólo consta de algunos metros, además de soportar un clima y cuidados inadecuados en muchos momentos, y continuos flujos de gente que los visita y molesta. El mejor y más respetuoso modo de conocer animales “en vivo” es en su propio hábitat en libertad.