El Plan Nacional de Asignación que el Gobierno acaba de presentar a Bruselas apoya una parte del cumplimiento del Protocolo de Kioto en las absorciones de CO2 por bosques, pastos y cultivos, denominados “sumideros” en la jerga climática. Entre 2008 y 2012, cuando hay que mostrar obligatoriamente las reducciones de emisiones, el Estado español quiere presentar una absorción por los “sumideros” de 29 millones de toneladas de ese gas. Pero cada vez que un bosque arde, en lugar de absorber devuelve a la atmósfera el CO2 almacenado durante años de crecimiento. Así pues no está ni mucho menos claro que pueda obtenerse ese saldo con el que cuenta el Plan de Asignación.

Ecologistas en Acción siempre ha coincidido en este tema con la opinión de los científicos, que advierten que la absorción de CO2 por las masas forestales no es un sistema equivalente a evitar emisiones, ya que tienen una incertidumbre mucho mayor, puede ser reversible y lo que en principio fuesen sumideros convertirse en fuentes, como es el caso de los incendios. Además los propios efectos del cambio climático pueden limitar la función de fijación de las formaciones vegetales. Esto se está ya evidenciando en estudios realizados en la Península Ibérica.

El avance del cambio climático en nuestro país es constatable con evidencias estadísticas, como ha mostrado el investigador Francisco J. Ayala-Carcedo en su análisis de los datos de 38 observatorios meteorológicos de la red principal distribuidos por toda la España Peninsular: la Temperatura media anual en el periodo 1971-2000 ha aumentado 1,53ºC. La temperatura ha subido en 36 de los 38 observatorios analizados.

De los datos del Instituto Nacional de Meteorología para la media de precipitación en España en el periodo 1947-1999 se concluye que la tendencia de la precipitación estacional en invierno, principal fuente de generación de recursos hídricos, es claramente decreciente.

Por otra parte, según Ecologistas en Acción, es difícil contabilizar con rigor la cantidad de CO2 fijado por los sumideros vegetales, ya que la contabilidad debe hacerse por el balance de carbono en toda el área forestal, considerando la materia orgánica viva o muerta, la biomasa sobre y bajo el suelo, el carbono del suelo etc. Y los datos de que dispone la Administración española tan solo son de biomasa aérea.

Como advierte la propia “Estrategia Española sobre Cambio Climático”: el problema de los incendios forestales se agravará con las condiciones del cambio climático. Si la temperatura de la superficie es más alta, la humedad del suelo es más baja, y se intensifican los vientos, tormentas y olas de calor, el resultado es que aumentarán de forma drástica las condiciones favorables para que se produzcan.

Para Ecologistas en Acción la situación es bastante clara, hay que proteger los bosques pero no debemos esperar confiadamente que nos sirvan para cumplir el Protocolo de Kioto, el esfuerzo debe dirigirse, con más determinación de la mostrada por el momento, a reducir sustancialmente las emisiones de la generación de electricidad, transporte y demás actividades de nuestra sociedad.