Ángela Merkel ha irrumpido en el debate que estos días se desarrolla en Bruselas sobre la posibilidad de imponer un límite de emisiones CO2 a la nueva flota de vehículos de pasajeros de la Unión Europea. Y lo ha hecho alineándose con la potente industria del automóvil, que cuenta en el país germano con uno de sus más potentes bastiones. La canciller alemana ha hecho saber a la Comisión Europea que se opondrá a cualquier intento de “imponer una reducción de emisiones general al sector del automóvil”, asegurándose así de que la industria de su país, especializada en la producción de vehículos de gran tamaño y potencia-y por tanto de mayores emisiones-, no se vea penalizada por la nueva normativa. Ecologistas en Acción considera que esta postura irresponsable imposibilita alcanzar los objetivos de Kioto.

En 1996 la Comisión europea se fijó el objetivo de reducir las emisiones de CO2 en el sector del automóvil, hasta una media de 120g/km para 2012. Los acuerdos voluntarios entre la Comisión y la industria del automóvil para avanzar hacia este límite no han dado los frutos esperados. Por ello, Ecologistas en Acción considera que la Comisión no debe renunciar a un imponer un límite obligatorio y no debe permitir ningún debilitamiento de un objetivo que se propuso hace 11 años, cuando aún ni siquiera había tanto consenso respecto al cambio climático ni tanta evidencia de sus consecuencias.

Para la organización ecologista es urgentísimo afrontar el grave y creciente problema de las emisiones de CO2 en el sector del transporte, que en 2004 era ya responsable del 28% del total de emisiones. La industria del automóvil debe ser, en primer lugar, la responsable directa del cumplimiento de estos objetivos, mediante una mejora sustancial en la eficiencia de sus motores. La industria ha demostrado en numerosas ocasiones su capacidad de presión sobre la agenda política, utilizando argumentos que en muchas ocasiones no son ciertos o están falseados. Así, no es la primera vez que la industria sobredimensiona los costes. De hecho el mayor coste actual de estos avances hacia la eficiencia, está incrementado por su inacción durante todo este tiempo perdido, en el periodo del “acuerdo voluntario”. La industria automovilística, que se opuso entonces ferozmente a cualquier tipo de valor límite obligatorio, durante estos años, no ha dejado de incrementar masivamente el peso, tamaño y potencia de los nuevos vehículos fabricados. Ceder nuevamente a sus presiones sería premiarles por esta falta de responsabilidad.

Asimismo, el gobierno español debe presionar a la Comisión y a sus colegas europeos par garantizar el establecimiento de este límite obligatorio. Así se lo solicitó Ecologistas en Acción a los ministros de Industria y de Medio Ambiente la semana pasada
, en sendas cartas. De otra forma, será imposible cumplir los ya de por si raquíticos objetivos de Kioto.