10. Reclamamos para las personas trabajos dignos y libres de explotación, que contribuyan a colmar las aspiraciones individuales y colectivas. El concepto de trabajo se debe entender no sólo como trabajo remunerado por un salario, sino que debe abarcar el trabajo doméstico, el cuidado y restauración de la salud y las energías de las personas, y el trabajo doméstico (…)

11. Manifestamos nuestra solidaridad con todos los movimientos que luchan contra la discriminación por razones de sexo, opción sexual, raza, clase, edad, capacidad, religión, nación o cualquier otra diferencia.

Creemos que la opresión más extendida en todas las sociedades es la que sufren las mujeres, quienes, además, tiene a su cargo el sustento de la mayoría de la humanidad. Tanto en el Norte como en el Sur, queremos una sociedad emancipada donde mujeres y hombres tengan el pleno dominio de su cuerpo, de su tiempo y de sus personas. Donde la sexualidad sea una forma de comunicación libre y placentera. Donde la cultura se feminice y enriquezca, haciendo universales los valores del cuidado de las demás personas, de la emoción y la mesura, de la cooperación y el rechazo de las jerarquías.

Por ello, reclamamos la igualdad de derechos y apoyamos al movimiento feminista que lucha contra la discriminación de género. Así mismo, desde nuestra organización trabajamos para que exista el clima de confianza y apoyo necesario para conseguir una participación igualitaria.

Principios ideológicos de Ecologistas en Acción

Con motivo del 8 de marzo, día de la mujer, Ecologistas en Acción apoya las movilizaciones feministas que tendrán lugar en todo el Planeta. Desde éstas se denuncia que los efectos de la economía neoliberal y de las crisis medioambientales tienen un impacto diferenciado en hombres y mujeres por la diferencia de roles, la división sexual del trabajo y las inequidades de género. De la misma manera que las poblaciones del Sur son las más afectadas por los fenómenos de la globalización, son las mujeres las que más sufren sus efectos. Por un lado, se trata de un grupo poblacional más vulnerable a la desestructuración de las economías y costumbres locales (por su situación de pobreza, desnutrición, subordinación social, dificultad para acceder a la educación, etc). Por otro, son las mujeres las que tradicionalmente transmiten y reproducen las culturas locales y tradicionales, por lo que su cotidianidad se dificulta y desestructura de manera especial cuando se transforman las comunidades de manera unidireccional y violenta.

Desde del Ecologismo Social se entiende que la sostenibilidad ambiental pasa por un cambio de paradigma en el que los valores patriarcales de competitividad, productividad y dominio cedan ante otros como son el cuidado de la vida, la solidaridad y la cooperación, dando lugar a un modelo más justo y libre en el que no exista discriminación de ningún tipo y en el que las personas tengan pleno dominio de su cuerpo y puedan disfrutar plenamente de su sexualidad.

Para avanzar en ese terreno es fundamental entender que nuestras construcciones mentales (como nuestros estereotipos y prejuicios) y nuestras formas de actuar son fiel reflejo de la sociedad en que vivimos. Hay que tener en cuenta que, como desde hace décadas recuerdan los movimientos feministas, lo personal es político y que, por lo tanto, en aras de la búsqueda de nuevos modelos más justos no se debe olvidar que es necesario romper los mismos moldes sociales sobre los que se basa el sistema actual. Ello implica que toda lucha social debe empezar desde dentro, entendiendo la necesidad de cambio en nuestra forma de relacionarnos, para no reproducir los mismos errores que se achacan a la sociedad. Desde esa perspectiva deberíamos replantear nuestras formas de participar, actuar y relacionarnos, para que cada vez estén más basadas en valores como el cuidado, la horizontalidad y la solidaridad, de forma que den cabida a que militemos en espacios a gusto de tod@s. A 8 de marzo de 2007 esta reflexión es muy necesaria, especialmente dentro de los movimientos sociales, donde desgraciadamente aún queda mucho camino por andar, camino que es necesario recorrer si de verdad se quieren buscar nuevos modelos más sostenibles.