Entre encinas y linces.

Miguel Ángel Hernández Soria [1]. Revista El Ecologista nº 38.

El río Guadiato discurre por la provincia de Córdoba en dirección NO-SE, conectando Sierra Morena central con la margen derecha del Guadalquivir. No tiene un cauce muy largo, apenas alcanza los 130 km, ni tampoco un perfil muy acusado, salva un desnivel de unos 160 metros, pero tiene la destacada característica de atravesar una de esas zonas naturales cada vez más escasas y sorprendentes en las que los encinares se extienden sin solución de continuidad por una vasta superficie. Sierras, encinas y río, como no podía ser de otra forma, dan lugar a su vez a la presencia abundante y diversa de especies de fauna y flora mediterránea de gran valor ecológico e interés conservacionista.

Localización

La cuenca del río Guadiato se extiende a lo largo de 1.500 km2. Nace en el límite con la provincia de Badajoz, sobre los afloramientos paleozoicos cercanos al batolito de la comarca de Los Pedroches y alcanza el valle del Guadalquivir apenas a unos 30 km al oeste de la ciudad de Córdoba. La parte alta de la cuenca se encuentra muy intervenida por la mano del hombre, allí se ubican las poblaciones más importantes como Fuenteovejuna, Peñarroya-Pueblonuevo y Espiel, las industrias mineras y una central térmica. Precisamente la necesidad de abastecimiento a estas localidades e instalaciones ha dado lugar a que el cauce del Guadiato esté ampliamente intervenido. Hay cuatro embalses, San Pedro, Sierra Boyera, Puente Nuevo y La Breña, este último a apenas 2 km de su desembocadura.

Aparte del río, los enclaves geográficos más significativos de la zona son las sucesivas alineaciones serranas que conforman la Sierra Morena central y los diversos tributarios del Guadiato. Enclaves como las Sierras de Los Santos, del Castillo, Las Tornadas, de Córdoba o los arroyos de Don Lucas, Guadanuño, Martín, Bejarano, del Molino, La Cabrilla o Guadiatillo jalonan de rincones interesantes toda la zona.

Descripción

Los principales valores naturales de la cuenca del Guadiato se concentran en su tramo medio y bajo, entre los embalses de Puente-Nuevo y La Breña. Aquí apenas hay núcleos habitados, ya que el río se va encajando en las duras rocas de la zona y el relieve adquiere un perfil abrupto donde los accesos son complicados. El terreno se presenta surcado de valles profundos, a menudo encajonados, y de laderas empinadas, lo que ha favorecido la conservación de la vegetación natural. Resulta muy llamativa la gran superficie que ocupan en la zona los encinares en muy buen estado de desarrollo.

Entre el Cerro de Castro y Picón y el Puerto Atarfi, a derecha e izquierda de la carretera que discurre hacia Trasierra, se encuentra una de las manchas más hermosas de monte mediterráneo que hay en la sierra de Córdoba. Es un encinar templado y húmedo, donde el propio bosque se protege a sí mismo de las extremas temperaturas de esta parte del valle del Guadalquivir, y donde la variedad del estrato arbóreo conduce a que junto a las numerosísimas encinas encontremos alcornoques, quejigos, pinos piñoneros y hasta castaños. En el estrato medio del bosque no faltan por supuesto los ricos matorrales con lentisco, coscoja, acebuche, jaras, enebros, espinos, madroños, brezos, durillos, torviscos, labiérnagos, rusco y un largo etcétera de otras especies. Mientras, entre las hierbas encontramos helechos, oréganos, espárragos y hasta orquídeas. Tal vez, lo que más llame la atención del visitante ocasional de este singular bosque sea el variado estrato lianoide, esto es, de plantas enredaderas, que favorecido por la densa vegetación y la humedad progresa en todas direcciones. Madreselvas, zarzaparrillas, rubias y candilitos cuelgan retorcidas de las ramas de los árboles.

En las riberas, la proximidad del agua da paso a otro tipo de vegetación. En los arroyos del Bejarano, el Molino o Valdelashuertas existen todavía las alisedas y olmedas que otrora acompañaban a la mayoría de cauces de la cuenca. Por su parte, el propio Guadiato destaca por sus saucedas con adelfas, una comunidad muy singular de algunos ríos del sur de la Península Ibérica. Son formaciones riparias arbustivas, a veces arborescentes, de carácter caducifolio. Tienen una gran cobertura, cercana al cien por cien, y una altura media de tres a cinco metros a la que contribuyen, además de los consabidos sauces y adelfas, otras especies como el fresno, el taray o los zarzales.

Como afortunadamente es habitual, a un paisaje hermoso y a una vegetación exuberante, lo acompaña una fauna abundante y diversa. En el Guadiato, además de encontrar una comunidad animal de estas características, se presentan algunas de las especies más importantes de nuestra fauna mediterránea como es el caso del lince ibérico, las grandes rapaces, la cigüeña negra o la nutria.

La joya por excelencia de la zona es, sin lugar a dudas, el lince ibérico, el felino más amenazado del mundo según la UICN, y clasificado como “en peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. La presencia de esta especie en el Guadiato es bien conocida desde tiempo atrás. Ya en 1990 Delibes y Rodríguez, en un estudio que realizaron para el antiguo Icona, ponían de manifiesto la importancia de la zona como corredor ecológico que conecta las poblaciones de Sierra Morena oriental y occidental. Hoy en día, cuando los especialistas dicen que sólo quedan dos poblaciones viables de lince en Andalucía, Doñana y Sierra Morena oriental, la importancia estratégica del Guadiato para la supervivencia del lince se ha tornado aun más decisiva si cabe. Al fin y al cabo está en el camino de ambas zonas y todavía presenta las condiciones adecuadas, abundancia de conejo y de monte, para propiciar la presencia del gran felino ibérico.

La comunidad de rapaces de la zona tiene entre sus más cualificados representantes al águila imperial ibérica, el águila real, el águila perdicera y los buitres leonado y negro. No todas nidifican aquí, pero si es posible verlas en una u otra época del año. Aves predadoras de mediano y pequeño tamaño, aportan una variedad adicional hasta completar el listado de 17 especies de rapaces diurnas y 7 de rapaces nocturnas presentes en la cuenca.

No podemos terminar este breve repaso a la fauna sin citar a la nutria. El gran mustélido habitante de ríos y arroyos ha conseguido salvarse hasta ahora de forma casi milagrosa al maltrato al que se han visto sometidos los cauces del Guadiato. Una pequeña población de este animal sobrevive aquí, amparada en la inaccesibilidad de algunos tramos del río y en la existencia de abundantes poblaciones de peces y cangrejos.

La importancia ecológica del Guadiato ha quedado refrendada por las declaraciones de protección de algunos espacios naturales en los que de una forma o de otra viene a estar incluida la mayor parte de la superficie de la cuenca. Una gran parte de la cuenca media y baja está incorporada al Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos desde que en el año 1989 la Junta de Andalucía aprobó la Red de Espacios Naturales Protegidos. A la sazón, el Parque Natural en su conjunto está declarado ZEPA, y más recientemente, Hornachuelos, junto a una nueva zona colindante por el norte denominada Guadiato-Bembézar, han sido designados LIC. El valor natural del Guadiato es indiscutible.

Problemática

De los muchos factores de perturbación que de una manera u otra afectan a este espacio natural son cuatro los que se manifiestan de forma más preocupante, poniendo en serio riesgo la protección de la zona. Las actividades cinegéticas y las actividades recreativas se han tornado en sendos problemas de la mano de la intensificación y de una mala regulación. La caza, lejos de comprometerse con el equilibrio natural que tan buenos réditos puede dar a este tipo de aprovechamiento, ha dado un salto cualitativo hacia la insostenibilidad. Se emplean métodos no selectivos de captura, como venenos, lazos y trampas, se cazan ilegalmente especies protegidas y proliferan los vallados que impiden el paso de las especies silvestres y de las personas incluso en zonas de dominio público.

Otro problema particular del Guadiato son las parcelaciones ilegales que, consentidas en su día por el consistorio cordobés, han degradado algunas áreas que en conjunto abarcan más de 3.000 hectáreas. Son terrenos no urbanizables en los que numerosos particulares se han asentado sin licencia y sin que ninguna administración actuara para impedirlo.

Con todo, lo peor está por llegar, si la Comisión Europea no lo impide y el Ministerio de Medio Ambiente no entra en razón: más de 1.400 hectáreas de monte y matorral mediterráneo serán anegadas por la ampliación del embalse de la Breña. El proyecto denominado La Breña II amenaza con destruir lo poco que queda de río Guadiato, una buena parte del Parque Natural y de la ZEPA-LIC de la Sierra de Hornachuelos, de los que ocuparía 600 hectáreas, y las pocas esperanzas que hay de mantener un corredor ecológico que haga viable la futura recuperación del lince ibérico en la zona. Y todo ello con la excusa de sostener los regadíos existentes y atender otros nuevos, cuando sólo evitando el despilfarro de agua en las redes de distribución de riegos de la cuenca del Guadalquivir se podría ahorrar el 60% de lo que ahora se consume.

Las iniciativas de Ecologistas en Acción

Desde hace muchos años Ecologistas en Acción viene desarrollando actividades de protección de la cuenca del río Guadiato. Aparte de las numerosas denuncias que se han realizado por actuaciones ilegales de diverso tipo, en 1998 se propuso la protección integral de la zona, para lo cuál se elaboró el informe sobre “Los valores naturales del río Guadiato y su entorno. Bases para su protección”. Los datos de este informe han servido de referencia a las administraciones autonómicas y locales para abordar la conservación del área.

Más recientemente, tras la tramitación por parte del Ministerio de Medio Ambiente del embalse de la Breña II, la campaña de protección se ha intensificado y se ha trasladado una queja a la Comisión Europea para tratar de impedir la construcción. La queja ha sido admitida a trámite al constatarse el pernicioso efecto que el embalse puede provocar en la ZEPA-LIC y en las poblaciones de lince ibérico.

Notas

[1] Texto basado en documentos de Ecologistas en Acción de Córdoba